Max Bery

El caso Mortara se llama así  por Edgardo Mortara (Boloña,27 de agosto de 1851), un muchacho judío italiano de 6 años,quien fue raptado por las autoridades papales en 1856, para ser criado en el seno de la religión católica. Este asunto se volvió un escándalo internacional y el catalizador de profundos cambios políticos. Su recuerdo influye todavía en las relaciones entre la Iglesia y las organizaciones judías.
LOS HECHOS
El 23 de junio de 1858, al caer la noche, la policía pontificia, acompañada por representantes de las fuerzas del orden de Boloña irrumpe en el domicilio de la familia judía de Salomon y Marina Mortara. Despiertan a los ocho hijos de la familia y se apoderan de Edgardo, de 6 años y diez meses, anunciando a los padres que el niño, al enfermarse, había sido bautizado secretamente por una antigua empleada doméstica, Ana Moriel, quien revelara este bautismo seis años después.
Por lo tanto, explicaron las autoridades pontificias, este niño no podía quedarse en una familia judía. Del punto de vista católico, habiendo sido bautizado previamente, seconsideraría apóstato, y por consiguiente terminaría en el infierno,
Afín de salvar su alma, la Iglesia tenía el deber moral de impedir esta apostasía. El secuestro fue orquestado por el inquisidor Feletti, por orden de Roma, es decir de Pío IX.
El pequeño Mortara fue inmediatamente llevado a Roma y, en el transcurso del viaje, rebautizado Pío, el nombre del Papa Pío IX. Lo extraño de este bautismo es que, por el hecho de estar enfermo, el joven muchacho había recibido únicamente el agua de socorro, un bautismo sumario, reservado a casos de emergencia y reducido a derramamiento de agua. Según los cánones, para que el bautismo fuera válido, tenía que ser completado,.
En esta época, los judíos de Boloña eran victimas de numerosas restricciones: no tenían sinagoga, vivían en pequeños ghettos, no les era permitido contratar empleados cristianos.
La tragedia de la familia Mortara se volvió rápidamente un caso internacional, pero nunca llegó ante un tribunal. Los Mortara acumularon pruebas de maquinación y vicios de procedimiento, hicieron innumerables tentativas para reencontrar y recuperar a su hijo. Recibieron apoyo de numerosos países de Europa,de príncipes y soberanos católicos. El conde Cavour, Napoleón el Tercero y Francisco José de Austria escribieron personalmente al Papa, sugiriéndole no desafiar a Europa. Guillermo, Rey de Prusia lamentó no poder intervenir, por miedo que una intercesión protestante sea mal interpretada. La congregación judía de Cerdeña pidió el apoyo de distintos gobiernos; muchos rabinos alemanes mandaron una petición al Papa. Representando a los judíos ingleses, Sir Moises Montefiore entregó personalmente una petición de liberación al Papa. También intervinieron la Alianza Protestante, la Sociedad de la Reforma Escocesa y la Alianza Cristiana Universal.
La decisión de Roma siguió inapelable: se multiplicaronn los obstáculos a las peticiones. La creación de la Alianza Israelita Universal, en 1860, fue ligada en parte al caso Mortara, ya queesta institución también participó a las tentativas de devolver el joven Mortara a su familia.
En 1867, a los 16 años, Pío Mortara es ordenado sacerdote, a pesar de la promesa del Cardenal Antonelli a Sir Moises Montefiore de darle la libertad de escoger su camino al cumplir los 17 años. En 1870, predica en el Primer Concilio Ecuménico del Vaticano. Fue enviado como misionero a distintas ciudades de Alemania, como Munich, Maguncia, Breslau. Predica también en Nueva York. Su padre muere en 1871, tras ser blanco del partido radical y falsamente acusado de haber tirado una sirvienta por la ventana. Después demeses de cárcel, será perdonado.
En 1878,  Marina Mortara se reencuentra con su hijo en París: él tratará de convertirla al catolicismo. La madre muere en Suiza en 1895 y Pío presencia el funeral. Pío muere en la abadía de Boulay cerca de Lieja, en Bélgica, el 11 de marzo de 1940.
Los raptos de niños no cristianos tienen como fuente la decisión tomada en el Cuarto Concilio de  Toledo (633), en el cual el Derecho Canónico permitía a la Iglesia “arrancar a las familias no cristianas niños oblatos, ofrecidos a la Iglesia en estado de inconsciencia invitis parentibus,es decir sin el acuerdo explicito de los padres”. Era suficiente que un cristiano afirmara haberlos bautizado.
Al ser criticada esta actitud mantenida por el Vaticano, el  periódico católico El Universo, acusó a los periódicos que defiendían a los judíos de “vendidos” . Estos artículos  marcarán  las primeras manifestaciones del antisemitismo moderno.

Hasta la fecha se considera aceptable por una parte del clero y de la opinión católica.