CLARA SCHERER EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

Un día, de pronto, me dí cuenta de que todo mi decir, giraba en torno a ti. Y me sonrojé. Todos sabían lo que yo ignoraba: la turbulencia de mi pasión. Encontrarme con tus ojos, un puro burbujear de emociones y tu sonrisa, como la esperanza de lluvia en tierra muy reseca.

Las ilusiones de mi corazón parecen agua destilada: si me hablas, se evaporan, si me ignoras, en hielo se transforman. Y esa tarde inolvidable, cuando creí alcanzar las nubes porque dijiste tres palabras, mi vida toda se pintó color aguamarina.

Cada día al levantarme, sentir tus dedos en mi espalda, acariciando centímetro a centímetro esa piel que me delata. Frescas gotas de rocío me recuerdan que la jornada esta aún muy joven, pero mis piernas buscan compañeras, para caminar al lado de los bellos ríos, que son las hijas e hijos herederos.

Las tormentas me arrebatan la paz de tus palabras. Mis lágrimas resbalan por la cara, buscando afanosas una meta, más nunca llegan a los mares de la luna, ni se quedan atrapadas en mis ojos. La serenidad de los profundos lagos de tus extraños sentimientos, agitan los remansos construidos por las maternas persuasiones sobre el mucho amor y el tanto olvido, que prefiero zambullirme entre tus brazos.

Y como agua de tiempo, saber que existes reconforta, aunque las cascadas de mi infancia no se expliquen aún, cómo fueron posibles sin tu suave música. Desde esas tres palabras pronunciadas, el ritmo de tu andar llevo conmigo, y respirar, siendo esencial, lo sé no suficiente. Mi alma busca con ansias tus miradas, salpicadas de pasión ardiente.

¿Cómo saber si un arroyo, pequeño y frágil puede resistir sin agotarse? Dicen que buscando compañero, que aumente su caudal con sus vivencias, que haga de la soledad una vertiente en la que el confluir sea una constante.

Las horas, los días, los años y como el agua te renuevas. Nunca igual, pero siempre la misma sensación de frescura y claridad. No somos aquellos y sin embargo, todavía lo somos. Y tus sonrisas siguen haciendo hervir mis esperanzas. Y mis silencios, continúan dejando humedades en tu mente.

Empapada de anhelos voy de junta en junta, intentando contagiar las ansias de justicia, pero cada quien mira su océano. Muchos, sin tender puentes colgantes y otros, solidarios, surcan  mares en frágiles goletas. Queremos cuidar de esta tierra, en la que sin agua, la vida es imposible.

La noche cae cual chubasco veraniego, y el temporal me empuja a guarecerme del inquieto bullicio citadino. Encontrarme con las pozas de tus labios, bendecir el día que se agota y dormir, disfrutando el torbellino de un amor de catarata. Sí, tú eres mi agua.