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TRADUCCIÓN MAY SAMRA

Hoy, el 28 de Iyar del calendario hebreo, se cumple el aniversario número 44 de la liberación y reunificación de la capital de Israel.

El 15 de mayo de 1967, Gamal Abdel Nasser ordena el retiro de las fuerzas de paz de la ONU de la península del Sinaí, donde habían estado desde 1956. Poco después, en violación del derecho internacional, Nasser prohibe el paso de barcos israelíes a través del Estrecho de Tirán, lo que supuso el bloqueo del Golfo de Eilat.

El 31 de mayo 1967, Egipto envía al Sinaí 100,000 soldados, 1000 tanques y 500 piezas de artillería pesada. Firma un acuerdo de defensa con Jordania, Siria e Irak, y los dos últimos movilizan sus ejércitos. Kuwait, Arabia Saudita, Sudán y Argelia envían refuerzos y municiones a los árabes en conflicto. Israel se encuentra rodeado por todos lados por unos 250.000 soldados árabes, más de 2.000 tanques y 700 aviones de combate. El presidente iraquí en funciones en este momento, Abdul Rahman Aref, dijo: “Nuestro objetivo es claro: borrar a Israel del mapa. ”

Tal es la situación que enfrenta el Estado de Israel aquel 4 de junio de 1967: tres frentes de guerra, neutralidad y embargo de armas de EE.UU. a toda la región, incluso al más importante proveedor de las Fuerzas de Defensa Israelíes de este tiempo: Francia. Los países árabes, a cambio, se benefician de la generosidad soviética en armamento. En este momento, la amenaza para Israel es existencial.

En la madrugada del 5 de junio de 1967, las Fuerzas Aéreas de Israel llevaron a cabo una amplia operación de prevención contra la fuerza aérea egipcia, destruyendo casi todos sus aviones y la mayoría de sus tanques. Los tanques israelíes se mueven al mismo tiempo hacia el Sinaí y penetran de forma rápida la orilla oriental del Canal de Suez. El mismo día, Jordania ataca a Israel.

Por último, el 7 de junio de 1967, la infantería de las FDI penetra la Ciudad Vieja de Jerusalén. Los soldados llegan al Muro de las Lamentos y el comandante de la Región Central, el general Mordejai Gur, exclama con emoción “¡El Monte del Templo está en nuestras manos! ”

Dominio jordano en Jerusalem

En 1950, el 28 de mayo 1948, después de la conquista de la Ciudad Vieja por la Legión Árabe, Jordania la anexa, en franca violación de acuerdos internacionales. Sólo Pakistán y Gran Bretaña aprueba la anexión.

Ambas partes de Jerusalem, la árabe y la judía, se encuentran de pronto separadas por alambre de púas y campos minados. Francotiradores jordanos suelen tomar como blancos a sus  civiles israelíes desde posiciones en las murallas. A pesar del alto al fuego firmado por Israel y Jordania en marzo de 1949, se le prohibe a ciudadanos israelíes, incluyendo musulmanes y cristianos, entrar al perímetro de la Ciudad Vieja. Los turistas deben probar que son cristianos para entrar. Cualquier rastro de la presencia judía en este sitio ha sido borrado. En el cementerio judío del Monte de los Olivos, se cava un camino, y se usan sus lápidas en la construcción de bases militares jordanas. Las 58 sinagogas de la judería, entre ellos la famoso Hurvá, cuya construcción se remonta a 700 años atrás, son  profanadas y destruidas. Los judíos perdieron el acceso a sus lugares sagrados, especialmente el Muro de los Lamentos.

Después de la reconquista de la Ciudad Vieja, la Knesset aprobó una ley sobre los lugares sagrados, el libre acceso a los fieles de todas las religiones y la autonomía de todas las corrientes para la gestión de sus lugares sagrados.

La ley también prevé la extensión de la jurisdicción municipal en la ciudad árabe de Jerusalem, la cual se convierte en parte del territorio israelí. La Knesset cancela todas las medidas discriminatorias: el gobierno israelí otorga a los musulmanes el derecho a practicar libremente su religión en el Monte del Templo, a pesar del hecho de que es el santuario principal del judaísmo. De hecho, no es hasta la Guerra de los Seis Días y la reunificación de Jerusalén, que los fieles de todas las religiones tienen acceso a la Ciudad Vieja. Hoy en día, el Waqf, que administra el Monte del Templo, prohíbe a los judíos rezar allí.

En junio de1980, la Knesset aprueba las leyes que rigen el estatuto fundamental de Jerusalem, capital del Estado de Israel, las cuales enumeran los derechos y obligaciones de Israel en esta ciudad.

Jerusalem a lo largo de los siglos

La ciudad de Jerusalem es inalterablemente vinculada a la historia del pueblo judío. El papel fundamental que ocupa en la tradición judía tiene sus raíces en más de cuatro milenios, con el sacrificio de Isaac en el Monte del Templo, el Monte Moriá, que se convierte en el sitio del Templo.

En el año 1004 AC, el Rey David conquistó la pequeña ciudad que se convierte en capital de su reino jebuseo. Su heredero, el rey Salomón, construye allí el Primer Templo. La ciudad sigue siendo la capital del reino durante los cuatro siglos, del reinado soberano de la dinastía davídica, hasta su conquista y destrucción por los babilonios en el 586 AC.

Persia conquista Babilonia otorgando a los judíos el derecho a regresar a su patria. 70 años después, la ciudad y el Templo son reconstruidos. Durante los 500 años que siguen  el regreso de los judíos del exilio, Jerusalem sigue siendo el corazón del culto y de la cultura judía.

Es el turno de los griegos seléucidas de conquistar Israel y de profanar el Templo. La revuelta de los Macabeos contra los invasores paganos, en 167 A.E.C., lleva a la restauración de la independencia judía bajo la dirección de la dinastía de los Hasmoneos. En el 63, Pompeyo conquista Jerusalén y Judea se vuelve parte del Imperio Romano. La población judía se rebela contra Roma, causando represalias en Jerusalem y en el Templo, la exterminación de su pueblo y el exilio de los sobrevivientes. Una segunda revuelta judía dirigida por Bar Kojba entre 132 y 135 es un fracaso aún más amargo: Jerusalem es destruida y sustituida por una ciudad romana pagana Aelia Capitolina, prohibida a los judíos. Su población judía se dispersa en el extranjero, y en la Galilea. Nace la Diáspora.

Los siguientes siglos llevan sus ocupantes extranjeros a Jerusalem: los romanos hasta el 324, los bizantinos (de 324 a 614), los persas (de 614-638), los árabes (de 638-1099), los cruzados (de 1.099 a 1.291), los mamelucos (1291-1516), los otomanos (1516-1917) y los británicos (1917-1948). Aún así, la población judía sigue siendo la principal comunidad de la ciudad.

Jerusalem es mencionada más de 800 veces en la Biblia.

La describen 70 nombres en la literatura post-bíblica.

Su destrucción ocupa un lugar único en la memoria colectiva judía: aparece en la liturgia diaria, incluídos los ayunos (especialmente el de Tishá Be Av).

Los judíos de todo el mundo rezan mirando hacia Jerusalén.

La tradición de romper un vaso bajo el palio nupcial, en conclusión de la ceremonia de boda judía es simbólico: la alegría no puede ser completa hasta que Jerusalem es reconstruida, con su antiguo esplendor.

Del mismo modo, judíos ortodoxos conservan en alguna pared de su hogar un pedazo sin enyesar, en recuerdo de la destrucción del Templo.

En la Hagadá de Pesaj y el rezo de Yom Kipur, las oraciones terminan con una frase pronunciada con fervor: “El próximo año en Jerusalem”.

Un día, en Tishá Beav, Napoleón hizo su entrada en una sinagoga de Francia. Vio a los judíos sentados en el suelo, quejándose, y les preguntó el motivo de su aflicción.

“Nos lamentamos por la destrucción de Jerusalem y del Templo” dijeron. “¿Cuándo sucedió eso?” -preguntó el emperador. “Hace dos mil años”, respondieron. Entonces, Napoleón expresó: “Un pueblo que recuerda durante dos mil años su tierra natal, finalmente ha de volver a ella”.