WILLY DE WINTER

Hablando de besos, nadie sabe con certeza si las cucarachas se besan. Falta, por lo tanto, mucho por investigar.

Alguien dijo que el beso es la expresión más gloriosa de la raza humana. Pero hay de besos a besos. Poco popular es el beso de Judas. Por esto creo, cada día con más fervor, que cualquier científico debe partir de la duda, seguida por la indecisión. Parece que un beso es muy bonito. Pero también he visto besar un checheno a un ruso blanco. Luego pelearon. El que más sobrevivió fue el ruso blanco, por unas horas.

No es difícil dar un beso. El instructivo no depara grandes problemas. Fórmese un cucurucho con el labio superior y el labio inferior. Búsquese otro cucurucho, de preferencia formado por alguien que se identifica como pareja. Únanse los dos cucuruchos y ya está. Tan sencillo como hacer un huevo duro de seis minutos y medio o llenar un formato de pago de impuestos en las Islas Turcas y Caicos.

Lo que sí sabemos es que los bebitos, los changos y los peces besan. Pero cuidado con las pirañas porque ellos muerden y eso duele.

Hace tiempo tenía una novia que mordía al besar. Para ese fin contaba con un par de dentones delanteros, apoyados por un batallón de filosísimos premolares. Mostraba yo a mis amigos mi boca ensangrentada, parecida a la sábana llena de sangre virginal que, todavía en los pueblos de Europa Central, los recién casados cuelgan de las ventanas en señal de que aquí se desfloró algo nunca desflorado antes. Luego llegaba el horticultor más poderoso de la aldea para verificar que no era jugo de fresa.

Un principio fundamental del Budismo Zen es el aplauso creado por una sola mano. De supremo valor, para ellos, debe ser el beso dado por un solo labio. Su espiritualidad no tiene comparación. Mi hijo sabe hacerlo,  imitando a un tapir. Le sale bastante gracioso. La ventaja del beso tipo tapir es que es un medio beso. Todo queda a la mitad, no hay excitación y nunca se llega al orgasmo. Por la ausencia de la culminación carnal se evita cualquier intento de iniciar una sobrepoblación.

Los únicos que se siguen multiplicando sin pensar, o sin pensarlo mucho, son las susodichas especies de animales como los changos, las pirañas y los tapires. Y probablemente las cucarachas.