PETER KATZ

Viena fue hasta 1938 la segunda comunidad judía más numerosa de Europa, después de Varsovia, en Polonia.

Más de 200 mil judíos vivían en la capital de Austria hasta marzo de 1938, este número representaba el 11% de la población.

El origen de Viena como población, se remonta al año 500 antes de la era actual, cuando estaba habitada por tribus celtas. Poco después llegaron las legiones romanas y se establecieron en el lugar en el que convergía el río Wien, con un brazo del Danubio. Los romanos construyeron una fortificación para protegerse de las incursiones de los bárbaros de Alemania y de Moravia.

Los celtas ya le habían dado un nombre al primer poblado: “Vindobona”. El asentamiento ganó importancia por las facilidades que ofrecía para el transporte marítimo. Adquirió una mayor población por las ventajas económicas que se ofrecían en la zona.

En el siglo IX conquista la ciudad Carlo Magno y la incorpora en su imperio. La población es convertida rápidamente y se integra a los estados cristianos europeos bajo la conducción del Emperador cristiano – romano.

Los judíos llegan a Austria entre los siglos XII y XIII de la era actual. Son pequeños grupos que buscan la protección de los señores de la región.

Primero forman pequeñas comunidades y les expiden una licencia para hacer sus negocios. Esta función es luego asumida por la casa de los Habsburgo. Siempre con la condición de “judeorum non tolerandis”, la que hacía que un judío no podía pernoctar en la ciudad en la que realizaba sus negocios. Intercambiaban bienes con sus vecinos, para luego venderlos.

En la Edad Media hubo continuas persecuciones y hasta matanzas de judíos, por falsas acusaciones de envenenamiento de pozos de agua. En Viena sucede la destrucción de la sinagoga Or Zarua, construida en 1421, situada en el “Judenplatz”, en el centro de la capital, cuando fue quemada por una turba de la población, con las Torot y 12 devotos encerrados dentro de ella. Los disturbios populares, que podían llegar hasta la ejecución de judíos, eran generados por la Iglesia.

Incidentes similares se produjeron hasta la proclamación de “Judeorum tolerandis”, expedida por el Emperador José II. La Emancipación de los judíos fue proclamada en 1848, dándoles plenos derechos civiles.

Con este decreto se abrieron para los judíos las puertas de las universidades, de las escuelas de alta enseñanza, que les permitió estudiar materias universales en las que destacaron.

Pronto hubo arquitectos, compositores, directores de teatro y médicos judíos. Algunos de ellos regresaron a la universidad como profesores.

Debido a la previsión y la inteligencia del dirigente comunitario Eskeles, Freiherr von Eskeles, a quien el Emperador le había otorgado un título de nobleza, una sinagoga en estilo Biedermeyer se levantó, después de un patio interior sobre la calle de Seitenstaetten Gasse.

Fue la primera gran sinagoga autorizada por el Emperador, construida por el arquitecto Kornblum. Desde la calle, se veía una fachada que se confundía con las demás casas de la calle. En esta parte estaban las oficinas de la comunidad, la Kultusgemeinde.  El objetivo, era no llamar la atención desde fuera.

Esta sinagoga se conoce como el Stadt – Tempel. Durante la Kristalnacht en noviembre de 1938 los nazis únicamente le prendieron fuego al recinto sagrado. Así sobrevivió la construcción, que fue totalmente renovada por el gobierno austriaco después de la Liberación.

Poco después fue también autorizada la construcción de una segunda sinagoga con mayor cupo, en la Tempel – Gasse, en el barrio judío de la Leopoldstadt, junto al Canal del Danubio que atraviesa esta parte de la ciudad.

En Viena estaban funcionado 62 “shtiblach”, lugares de rezo y de estudio en casas particulares, a las que acudían la mayor parte de los estudiosos y religiosos para orar.

 

La época de oro, para los judíos vieneses, fue con el advenimiento del Emperador Francisco José. Un gobernante sumamente liberal.

En esta época pudieron estudiar, crear y aportar a la sociedad en general,  quienes aplaudían sus obras de teatro, asistían a la presentación de sus libros. Iban a sus conciertos y hacían de los autores de estas obras, los héroes aplaudidos.

Los que más han sobresalido son los compositores Arnold Schonberg, Kurt Weill y Gustav Mahler. Los escritores Alfred Polgar, Stefan Zweig, Hugo von Hofmannsthal, Felix Salten, Arthur Schnitzler y Franz Werfel, cuyas obras fueron traducidas a muchos idiomas.

Karl Kraus, periodista. Max Reinhardt, excelso director de teatro. Sigmund Freud, creador del psicoanálisis. Otto Preminger y Billy Wilder, directores de cine. Filósofos como Ludwig Wittgenstein y Karl Popper. Fritz Gruenbaum y Karl Farkasz, creadores de “sketches” con alto contenido político crítico llamado “Kabaret”, que se difundió en toda Europa. Y muchos otros en los más diversos campos de la cultura, son recordados todavía hoy por sus aportaciones creativas.

Toda esta actividad cultural intensiva, fue terminada bruscamente con la llegada de los nazis a Austria en marzo de 1938.

No se perdió todo ya que muchos de los responsables de esta creación única, conocida como “entre las dos guerras”, pudieron emigrar a otras latitudes en las que encontraron el clima adecuado para seguir produciendo.

Los nazis en Viena permitieron la emigración a los que pudieron conseguir una visa con la que fueron aceptados en otros países.

Las leyes de Nuremberg se implementaron inmediatamente con la llegada de los alemanes.

Todo eso sucedía ante el espanto de muchos, pero nadie decía nada.

Setenta y seis mil judíos fueron deportados a los diferentes Campos de Concentración y de Exterminio en Polonia. Menos del 5% regresó de este infierno.