VICTORIA DANA EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDIO

Ésta es una pregunta típica de las niñas que acostumbran a cortarse el cabello en La Pelu de Pabellón Bosques, con el deseo de donarlo.

Parece que las pequeñas han entendido el mensaje: una niña, tal vez de la misma edad que ellas, ha sufrido la pérdida de su cabellera a causa de la quimioterapia: un tratamiento muy agresivo, aunque irremediablemente necesario, en el afán de ganar la batalla contra el cáncer. Ante la falta de alternativas, las niñas y jóvenes afectadas por este terrible mal, sufren, entre otras situaciones, la pérdida del pelo, las cejas y las pestañas.

Llama la atención la sensibilidad de las donadoras. Ellas desean, en la medida de sus posibilidades, atenuar el sufrimiento, regalando algo único, personal. Dispuestas a dar lo mejor de sí mismas, ofrecen, con sencillez, lo que realmente les pertenece.

Contribuir con su melena es un acto de voluntad personal. Nadie las obliga ni las presiona, no es un requisito que se les exija en ninguna materia escolar y, al momento de realizar su entrega, no tienen que pedir a sus padres ningún apoyo económico.

Son niñas ayudando a niñas. Es cada una de ellas ante sí misma, dispuesta a un acto de comprensión y solidaridad. Es, tal vez, uno de sus primeros actos de compasión, cuando logra imaginar el sufrimiento que experimenta alguien ajeno a su vida y a su entorno. ¿Me falta mucho?

Se necesitan mínimo 21 centímetros de melena y la cantidad reunida de al menos ocho niñas, con pelo de igual características, para elaborar una peluca que finalmente será donada a una desconocida.

Cabelleras de diferente origen, madejas de amor que se entretejen en un acto simple y al mismo tiempo, pleno de significado.

Muchas de ellas, quienes han dejado crecer su melena hasta la cintura, se ven hermosas con el pelo corto, el que, con nuevas dimensiones, enmarca un rostro radiante y una mirada que brilla de orgullo y satisfacción: ¡Lo hice! Una niña se verá tan bonita como ella, olvidará por unos momentos que está enferma, que su cuerpo se deteriora día con día. Volverá a sonreír frente al espejo como lo hacen las demás niñas. Recuperará parte de su identidad, podrá sentirse de nuevo segura de sí misma, sin que su aspecto llame la atención, sin que la volteen a ver porque causa lástima. Será como cualquier otra, al menos por unos momentos. Y como dijo una de ellas cuando suplicó que le consiguieran una peluca: -Si tengo pelo, mamá olvidará por un ratito que me estoy muriendo.

EXTENSIONES DE AMOR

Esta cofradía solidaria entre pequeñas, ha dado frutos en el esfuerzo de Erika Beltrán, una mujer emprendedora quien, desde hace algunos años, se ha dedicado a facilitar el encuentro entre las niñas que donan su pelo y aquellas que reciben su peluca. Para Erika, es muy importante la sensibilización y por ello dedica gran parte de su tiempo a explicar cada paso del proceso, a enseñar a las niñas el resultado de su “regalo”, y muchas de ellas, si así lo desean, tienen oportunidad de conocer a la niña o joven beneficiada. Una oportunidad maravillosa no sólo de recibir el agradecimiento, sino de crear un vínculo: de abrazar el dolor y convertirlo en un acto de amor. De recordarle a cada una de las enfermas, que en el difícil camino que les ha impuesto la vida, no necesariamente están solas.

Ellas, tanto las niñas que dan, como las que reciben, no olvidarán ese encuentro entre lágrimas y sonrisas.  Y así como han enlazado su cabello, juntas harán un voto de esperanza, para que sane el espíritu y se alivie el cuerpo.

Si estás interesada en donar tu cabello, comunícate a La Pelu de Pabellón Bosques, al 21 64 50 22 donde recibirán con gusto tu donativo y te contactarán con Erika Beltrán, el hada madrina de las pelucas.