EITAN KLEINBERG  /  IMAGEN DAVID

Es costumbre mía buscar en varias referencias antes de sentarme a escribir un artículo sobre cualquier tema pero cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que, por más que busqué, no encontré nada acerca de lo que se me pedía escribir en esta ocasión: “¿Qué hace la gente por amor?”. Ni siquiera en la madre de todos los medios de comunicación ,el Internet, encontré información relativamente importante con respecto a este tema, por lo que pensé que tal vez lo más interesante sería plantear ejemplos de la vida diaria sobre lo que somos capaces de hacer los seres humanos por amor y plantear un apequeña reflexión al respecto.

A continuación presento el “top five” de las cosas que si las analizamos, son verdaderas locuras que los seres humanos estamos dispuestos a hacer por este elusivo concepto de lo que hemos dado en llamar amor.

Trabajar: ¿Quién es su sano juicio pasaría el 80% de sus horas despiertas encerrado en una oficina / fábrica / tienda / etc. Si no fuera por amor?. Claro, muchos lo hacen porque desean comprarse aquellas cosas que le agradan, pero ¿acaso la motivación de la mayoría para trabajar no es el poder proporcionarle a su pareja y/o a sus hijos una mejor calidad de vida?, incluyendo casa, comida, educación, ropa, etc. Muchos dejamos de reconocerlo pero a mi me parece que es uno de los actos más importantes que se realizan por amor. Vale la pena resaltar que, para muchos hombres, el trabajo es la única forma en la que saben expresar su amor por su familia, así que no hay que dejar pasar oportunidades para agradecer el trabajo como si fueran cientos de abrazos y besos juntos. Por supuesto que existe el otro lado del espejo, probablemente el trabajo más laborioso y agotador que existe: el trabajo doméstico. Éste demanda el mismo o mayor conocimiento que el trabajo remunerado debido a que básicamente, ¡nunca se acaba!, y es por eso que también hab´ria que considerar el trabajo en casa como una manifestación clara y concisa de amor.

Ceder y compartir: Si observamos el mundo animal, inmediatamente nos damos cuenta de qu eexiste una notiroa diferencia entre ellos y los seres humanos: es prácticamente inexistente el concepto de ceder sus cosas o de compartir sus propiedades. O sea, el hecho de compartir “mi” chocolate con un amigo o mi pareja, el prestar de “mi” dinero a una persona cercana que lo necesita (sabiendo de antemano que probablemente no veremos nunca ese dinero de regreso), el dejar de ver “mi” telenovela o partido de fútbol a fin de que ambos podamos ver algo de nuestro mutuo interés en la televisión, son todos actos antinaturales. En otras palabras, la única razón por la que los seres humanos cometeríamos una falta tan grave al orden de la naturaleza, es porque tenemos un “chip” integrado que nos permite amar a otra persona que no sea uno mismo, y esto nos permite que tengamos la capacidad, única entre los seres vivos, de poner el bienestar del otro por encima del nuestro… y eso es amor verdadero.

Llorar: Claro, no cualquier tipo de llanto, pero aquellos que hemos llorado por amor, sabemos que tal vez el llanto más profundo y doloroso (aunque más “rico” en algunos sentidos) del que el ser humano es capaz. La mayoría de los llantos tienen por causa el amor de alguna u otra manera. Cuando lloramos por alguien que perdimos, por u na relación que se nos fue o que pudo haber sido, por una mascota que ya no está con nosotros , o al ver a nuestro hijo graduarse de la universidad, estamos llorando por amor. También cuando lloramos al ver a nuestro bebé por primera vez, cuando vemos a nuestros padres besarse en sus bodas de oro con la misma pasión con la que lo habían en su luna de miel, cuando nos casamos a nuestro hijo o hija, o cuando descubrimos un engaño de una persona querida, estamos llorando por amor. El llorar por amor no es la única acción -tan sublime y dolorosa a la vez- de la que es capaz el ser humano. El amor no es fácil de reconocer, pero una cosa es segura, si lloramos por alguien es que existe, de alguna u otra manera, este elusivo sentimiento de por medio.

Sacrificarse: No necesariamente me refiero al concepto shakespeariano de tomar el veneno en un pacto suicida a fin de demostrar el amor al otro (aunque también existen ejemplos en la vida real), sino más bien a los sacrificios mas comunes, incluso diarios, que realizamos por amor y por los seres amados. A veces, cuando observamos a padres y madres intentando ser simultáneamente amigos, choferes, criados, abogados y guardaespaldas de sus hijos, no podemos evitar pensar que nos tocó estar en la peor parte de la escala evolutiva (¿o no se antoja a veces dar a luz y olvidarse del producto como hacen la mayoría de los animales?). Aparentemente el sacrificio que hacen estos padres por sus hijos es totalmente desinteresado y sin ningún deseo de retribución, sin embargo, es claro que no existe para estos padres que aman, mejor pago que la sonrisa, el beso, el abrazo, el agradecimiento o el simple “te quiero” que esporádicamente reciben de sus retoños. No olvidar también el sacrificio que a veces nos implica el estar presentes para alzar las copas con nuestros amigos el día de su cumpleaños o de compartir lágrimas en sus días de penas, pero de nuevo, son locuras que increíblemente, hasta nos hacen sentir bien, todo este extraño sentimiento que hemos nombrado amor.

Tolerar: Este comportamiento es tal vez el más extraño de lo s que realizamos los seres humanos por amor. Es claro que existen gran cantidad de conductas que le toleramos a mucha gente, pero que a  otras no. ¿Cuántas veces nos hemos ido hasta a los golpes con alguna persona que se le ocurre levantarnos la voz en la calle, o hasta de coche a coche? Sin embargo, la cantidad de veces que un amado nos levanta la coz es probablemente incontable, y sin embargo no reaccionamos de forma tan violenta (claro que a veces el caso es justamente el revés y esta respuesta es también debida a los sentimientos que tenemos por la otra persona… pero eso es otro tema) El que nos deje plantados de vez en cuando, tome nuestras cosas sin avisarnos, nos abrace con suficiente en nuestro sillón favorito, o nos hable por teléfono justo cuando se nos empiezan a quemar las tortillas en el comal, son conductas que sólo toleramos a aquellos a los que queremos, y esto es porque sabemos que, comparado con los que nos dan, lo que nos quitan es realmente muy poco…

El amor nos hace actuar como aparente locura y comportarnos de forma que el resto de la naturaleza le podría parecer extraña, pero es el amor al final, lo que nos hace disfrutar el breve paso por la existencia que llamamos vida.