RUBEN KAPLAN/ LIBERTAD DIGITAL (fragmento)

La insistencia por parte de los palestinos en validar una narrativa, torpemente inventada, para probar sus inexistentes derechos históricos y religiosos sobre Jerusalén, alcanzó su clímax el 26 de febrero con el comienzo en Doha, Qatar, de la Conferencia Internacional para la Defensa de Jerusalén auspiciada por la Liga Árabe, que reunió a 350 delegados con la finalidad de recabar apoyos políticos y financieros para evitar la “judaización” de Jerusalén.

En la sesión de apertura de la grotesca conferencia, televisada por la emisora qatarí Al Jazeera, participaron el emir de Qatar el jeque Hamad bin Khalifa al Thani -que firmará dentro de una semana un acuerdo con el grupo terrorista Hamas para cederle más de 250 millones de dólares– y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. El emir propuso una moción, unánimemente avalada por los delegados, entre los que insólitamente se encontraban los diputados árabes israelíes Ahmed Tibi y Taleb El-Sana, para instar al Consejo de Seguridad de la ONU “a adoptar una resolución relativa a formar un comité internacional que investigue todas las agresiones practicadas por Israel desde 1967, fecha de la ocupación de territorios palestinos y árabes por parte de Israel tras la llamada Guerra de los Seis Días”.

Al Thani urgió a actuar rápidamente para detener la judaización de Al-Quds (como llaman en árabe a Jerusalén) y la profanación de templos, mezquitas y otros lugares santos, y consideró que una resolución de la ONU -el desprestigiado organismo cooptado por los árabes- sería consecuente con otros textos aprobados antes sobre el mismo tema.

Corroborando la tradicional posición favorable de la ONU a los intereses árabes y contraria a los israelíes, también asistió a la conferencia Robert H. Serry, el diplomático holandés, nacido en 1950 en Calcuta, que ostenta el cargo de Coordinador Especial para el Proceso de Paz en Medio Oriente y Representante Personal ante la Organización de Liberación de Palestina y la Autoridad Nacional Palestina, quien había anunciado el martes 26 de octubre de 2010 que el Consejo de Seguridad del organismo internacional podría apoyar la creación unilateral de un Estado palestino en 2011. La presencia de Serry causó estupor en Israel. “Estamos sorprendidos por la actitud del diplomático”, dijo un funcionario del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores: “No sólo ignora casi sistemáticamente los disparos terroristas contra Israel desde Gaza, no sólo se apresura a denunciar cualquier anuncio de una construcción judía en Jerusalén, pero ahora ha ido demasiado lejos al refrendar con su presencia la cumbre de la Liga Árabe, cuyos objetivos son deslegitimar y demonizar a Israel, la falsificación de la historia y la negación de la historia judía. Esta es una posición que está por debajo de lo que cabría esperar de un funcionario de las Naciones Unidas”.

Por su parte Abbas, repitiendo las mendacidades y difamaciones expresadas en la ONU el 23 de septiembre de 2011, dijo que “Israel acelera lo que considera como su último combate para tener a Jerusalén como su capital”. “Jerusalén vive un conflicto sin precedentes, ya que Israel continúa la destrucción de edificios significativos de la ciudad y sus alrededores, y construye asentamientos”. “Jerusalén permanecerá árabe en corazón, espíritu y alma, a pesar de la limpieza étnica contra los palestinos”. Los participantes en la conferencia tratan, además, las “agresiones” israelíes contra los santuarios y los templos en Jerusalén. Sobre este particular existen abrumadoras pruebas sobre las persecuciones, quemas de iglesias, profanaciones y asesinatos perpetrados por los musulmanes contra los cristianos y otras minorías religiosas, en casi todos los países islámicos.

La disertación de Abbas mereció la rápida reconvención del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien acusó al presidente palestino, Mahmud Abbas, de difamar e incitar contra Israel en el discurso que pronunció en la conferencia de Doha sobre Jerusalén. “Se trata de un duro discurso de incitación de quien dice que aspira a la paz”, señala un comunicado de la Oficina del Primer Ministro, en el que Netanyahu agrega que “ha llegado el momento de que el liderazgo palestino deje de negar el pasado y distorsionar la realidad”. “Desde hace miles de años Jerusalén es la capital eterna del pueblo judío. Jerusalén, bajo soberanía israelí, seguirá estando abierta a los creyentes de todas las religiones, y en plena libertad de culto”.

Hablar de judaización de Jerusalén es intrínsecamente racista, ya que sugiere que la presencia de judíos en su milenaria capital es extraña e inaceptable. Ello forma parte de la campaña de deslegitimación de Israel y su existencia como Estado. Jerusalén, ha sido capital de un Estado judío en cuatro períodos de la historia y nunca de un Estado árabe o islámico. Actualmente es la ciudad más grande y poblada de Israel con cerca de 800.000 habitantes, es mencionada en la Torá (Biblia) 670 veces y su sinónimo Sion, en 154 oportunidades, mientras que en el Corán no se la menciona ninguna vez.

En la Biblia, el Salmo 137, expresa cabalmente su significado para el judaísmo: “Si me olvidase de ti, ¡Oh! Jerusalén, que olvide yo mi diestra. Si no te recordase, que mi lengua se pegue a mi paladar, si no es Jerusalén, superior a mi mayor alegría”. A pesar de la enorme profusión de datos históricos, arqueológicos y religiosos, que demuestran inequívocamente la ligazón milenaria de los judíos con Jerusalén, los palestinos, maestros en el arte de la distorsión y la mentira, pretenden negar esos hechos y escribir su propia y disparatada versión de la historia.

El presidente del Tribunal Supremo de los tribunales religiosos de la Autoridad Nacional Palestina, el Dr. Tayseer Al- Tamimi, había manifestado sin sonrojarse, que “Jerusalén es la capital religiosa, política y espiritual de Palestina y los judíos no tienen derecho a ella”. En consecuencia, toda la vida judía y el desarrollo en Jerusalén, es etiquetado como “judaización”. El jeque Tamimi dijo que “ninguna de las excavaciones llevadas a cabo por las autoridades de ocupación desde 1967 han revelado ningún hallazgo que confirme que los judíos tienen una historia en Jerusalén, o la existencia de su supuesto Templo, y esto es reconocido por los arqueólogos judíos. Las reclamaciones por los rabinos judíos y sus organizaciones extremistas no son más que mentiras y engaños y falsas afirmaciones, sin verdad en ellas”.

Tamini no está solo en su vano y desesperado intento por negar las irrefutables raíces judías con Israel. El columnista libanés Jihad Al-Khazen afirmó entre otros disparates en una entrevista (traducida por MEMRI) del canal de televisión CBC en Egipto: “En Jerusalén, no hay restos arqueológicos de los judíos o cualquiera de sus profetas”. “La religión islámica fue entregada a la luz de la historia. Inspiración divina le vendría al Profeta Muhammad, y él dejó constancia de ello ese mismo día. La religión cristiana fue grabada por los discípulos de Jesús” 40 o 50 años más tarde. Ellos estaban aún con vida. La religión judía se registró después de 1000 años. “Esta religión es un cuento de hadas. Debemos cortar los tiempos del Islam con los judíos. Sus profetas no son los profetas de los musulmanes. Los eruditos islámicos deben tener el coraje para demostrar que estas personas son un fraude. Esa religión no puede ser verdad.

El emir de Qatar, Hamad bin Khalifa al Thani, remarcó en la Conferencia Internacional para la Defensa de Jerusalén, la imperiosa necesidad de evitar que los israelíes arrasen con la esencia islámica y árabe de Jerusalén, y afirmó que “no hay Estado palestino sin Al-Quds, y tampoco hay Al-Quds sin la mezquita Al-Aqsa”.

Si los islamistas continúan con la tesitura de negar la realidad histórica, es muy probable que no haya un Estado palestino.

Para los creyentes musulmanes el Islam es la única religión perfecta. Las atrocidades que se cometen en su nombre, llevan a concluir que si el judaísmo, cuna del cristianismo, es un cuento de hadas, el Islam es un cuento de horror.