RECOPILADO POR JOSÉ KAMINER

El Proyecto Manhattan fue el nombre clave de un proyecto científico llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial por los Estados Unidos con ayuda parcial del Reino Unido y Canadá. El objetivo final del proyecto era el desarrollo de la primera bomba atómica antes que Alemania la construyera.

La investigación científica fue dirigida por el físico Julius Robert Oppenheimer mientras que la seguridad y las operaciones militares corrían a cargo del general Leslie Richard Groves. El proyecto se llevó a cabo en numerosos centros de investigación siendo el más importante de ellos el Distrito de Ingeniería Manhattan situado en el lugar conocido actualmente como Laboratorio Nacional Los Álamos.

El proyecto agrupó a una gran cantidad de eminencias científicas (física, química, ciencias informáticas). Dado que tras los experimentos en Alemania previos a la guerra se sabía que la fisión del átomo era posible y que los nazis estaban ya trabajando en su propio programa nuclear se reunieron varias mentes brillantes que eran también pacifistas e izquierdistas en su mayoría. Exiliados judíos muchos de ellos, hicieron causa común de la lucha contra el fascismo aportando su grano de arena a la causa: conseguir la bomba antes que los alemanes.

El primer ensayo atómico exitoso ocurrió en el desierto de Alamogordo, en Nuevo México. El artefacto se llamó Trinity y se trataba de una bomba-A de plutonio del mismo tipo que Fat Man que sería lanzada sobre Nagasaki días después. En la actualidad este lugar está marcado por un monolito cónico negro de silicio resultado de la fusión de la arena bajo el efecto del calor provocado por la explosión.

En la carrera por la bomba nuclear, los alemanes tenían el Proyecto Uranio y los soviéticos la Operación Borodino.

Centros de investigación

El proyecto Manhattan comenzó inicialmente en diferentes universidades estadounidenses, notablemente la Universidad de Chicago con los primeros tests de reacción en cadena producidos bajo la dirección del físico italiano Enrico Fermi. Posteriormente se estableció el Laboratorio Nacional de Los Álamos en Nuevo México, dirigido por la Universidad de California.

Los principales centros en los que llevó a cabo el proyecto fueron:
* Hanford Site, Washington; Que alcanzó una extensión de 1 000 millas cuadradas (2.600 km²) e incluyó terrenos de las pequeñas ciudades cercanas de Hanford y White Bluffs.
* Laboratorio Nacional Los Álamos, Nuevo México.
* El Laboratorio Nacional de Oak Ridge, Tennessee; con una extensión de más de 60.000 acres (243 km²).
* El Complejo Nacional de Seguridad Y-12,
* Y numerosos otros centros.

La existencia de estos centros fue mantenida en secreto hasta el final de la guerra. En muchos casos los trabajadores desconocían el proyecto en el que estaban trabajando, exponiendo sus vidas.

Para mediados de 1945, el proyecto empleaba a más de 130.000 personas con un coste total de cerca de dos mil millones de dólares estadounidenses de la época – veinte mil millones de dólares actuales ajustando las variaciones por inflación.

Concepción del Proyecto

Los científicos nucleares Leó Szilárd, Edward Teller y Eugene Wigner, refugiados judíos provenientes de Hungría creían que la energía liberada por la fisión nuclear podía ser utilizada para la producción de bombas por los alemanes, por lo que persuadieron a Albert Einstein, el físico más famoso en Estados Unidos, para que advirtiera al presidente Franklin D. Roosevelt de este peligro por medio de una carta que Szilárd bosquejó y fue enviada el 2 de agosto de 1939. En respuesta a la advertencia, Roosevelt incrementó las investigaciones acerca de las implicaciones en la seguridad nacional de la fisión nuclear. Después de la detonación sobre Hiroshima, Einstein comentaría: “debería quemarme los dedos con los que escribí aquella primera carta a Roosevelt.”

Inicio del Proyecto

Roosevelt creó una vez Comité del Uranio a cargo de Lyman Briggs, entonces jefe del National Boureau of Standards, el cual inició sus investigaciones en 1939 en el Naval Research Laboratory en Washington, en donde el físico Philip Abelson investigó la separación de los isótopos de uranio.

En 1940 Vannevar Bush, director del Instituto Carnegie de Washington, organizó del Comité de Investigación de la Defensa Nacional para movilizar los recursos científicos de los Estados Unidos hacia el apoyo de las investigaciones orientadas a la guerra.

El Consejo de Investigación de la Defensa Nacional se hizo luego cargo del “Proyecto Uranio”, como se conocía el programa de física nuclear, y en 1940 V. Bush y Roosevelt crearon la Oficina de Desarrollo en Investigación Científica con el fin de ampliar estos esfuerzos.

El 9 de octubre de 1941, Roosevelt autorizó finalmente el desarrollo del arma atómica. El 7 de diciembre de 1941 con el ataque japonés a Pearl Harbor, Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial. Un día antes, V. Bush creó el Comité S-1 con el objetivo de guiar las investigaciones.

Culminación del Proyecto

El proyecto Manhattan consiguió su objetivo de producir la primera bomba atómica en un tiempo de 2 años 3 meses y 16 días, detonando la primera prueba nuclear del mundo (Prueba Trinity) el 16 de julio de 1945 cerca de Alamogordo, Nuevo México. La continuación del proyecto condujo a la producción de dos bombas A conocidas como Little Boy y Fat Man con pocos días de intervalo, las cuales detonaron en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y en Nagasaki el 9 de agosto respectivamente.

Resultado, dos bombas diferentes

El mayor problema a resolver para la construcción de una bomba atómica fue la obtención de suficiente material fisible y de suficiente pureza. El problema fue abordado simultáneamente por dos enfoques, los cuales se encuentran representados en cada una de las dos armas desplegadas en las ciudades japonesas.

La bomba de Hiroshima, Little Boy, estaba basada en el isótopo de uranio U-235, un isótopo bastante raro que debe ser separado del isótopo más común del uranio, el U-238 que no es adecuado para la fabricación de bombas atómicas. La separación se llevó a cabo en las instalaciones Oak Ridge utilizando principalmente el método de difusión gaseosa de hexafloruro de uranio (UF6), y también otros como el calutrón, que utiliza el principio de separación magnética en un espectrómetro de masa; y la difusión térmica.

La bomba de Nagasaki, Fat Man, en contraste utilizó el isótopo de plutonio Pt-239, el cuál es un elemento sintético, pero más complicado en cuanto a su sistema de detonación, la cual se inicia por medio de un dispositivo de implosión que fue desarrollado durante el Proyecto en las instalaciones de Los Alamos.

Albert Einstein escribió una carta al presidente Roosevelt conminado por Oppenheimer antes del inicio del proyecto para convencer al presidente de la necesidad de establecer un programa semejante. Aparte de esta carta, él nunca trabajó en el desarrollo de bombas nucleares.

Ya en 1940, y tras ciertos problemas relacionados con el impago de los 6.000 dólares y la relación secretismo/nacionalidad (En este caso de Fermi y Szilard, los dos máximos responsables), al comité se le delimitan 2 dos prioridades: Construcción de un reactor nuclear funcional y de una bomba atómica. En este caso, fueron acompañadas por unos nuevos y sustanciosos ingresos que en esta ocasión no sufrieron retrasos. Uno de los problemas planteados era la obtención del uranio adecuado, ya que el que se encontraba en la naturaleza era el Uranio 238 y no era apto. Entre los muchos intentos de obtener Uranio 235, los científicos descubre el plutonio 239 también podría ser apto para fines militares.

Y es totalmente cierto. Cómo sería el mundo si personas de distintas disciplinas no se involucraran en su evolución, puesto que a final de cuentas son individuos y son ciudadanos, miembros activos de una sociedad con la que están inconformes. De hecho, Einstein llegó a manifestar que, para él, el sistema óptimo mediante el cual los problemas de la sociedad contemporánea quedarían cubiertos, resueltos, sería el socialismo.
Ahora bien, ¿cómo propagar el conocimiento sin tomar partido?, ¿puede entonces un científico ser imparcial?, ¿qué tan delgada es la línea que separa al científico de la persona?, ¿existe esa línea, aunque sea internamente?

Este tema me recuerda muchísimo, pareciera paralelo, al problema de los periodistas con respecto a mantenerse al margen, a no mezclar opinión con noticia… aunque, ¿qué haríamos?, ¿cómo sería el mundo si las opiniones no dieran vida a los datos? Yo lo veo como un rompecabezas: las piezas están ahí, cada nuevo hecho es una, y si no se aparece alguien para atar cabos, para juntar piezas, nos quedaríamos con datos regados en una mesa, lo cual sería completamente obsoleto. Por tanto, creo que hay que ensuciarse las manos, hay que tomar partido, hay que edificar, porque ya dijo Bachelard, y es algo que me zumba en los oídos cada vez con más frecuencia: Nada es espontáneo. Nada está dado. Todo se construye.

Entiendo las consistentes y públicas intervenciones de Einstein en asuntos “ajenos” a la ciencia pero, a pesar de ello, la verdad es que hay muchas cosas que yo no entiendo. Einstein decía que la paz no es algo por lo que se lucha, sino algo a lo que se llega a través del entendimiento. Yo no soy Einstein, de hecho, estoy muy por debajo, y aun así me atrevo a creer que el entender no hace que uno se sienta mejor, o que las cosas se solucionen. Hay que luchar porque, si alguna referencia válida existe y debiéramos tener presente, es que no todos comprenderemos (en presente y en futuro). No es el afán pues, en ningún modo pesimista, sólo un poco menos idealista. Viéndolo bien es gracioso, según los versos que cité anteriormente de Parra, Albert no tenía cabeza, y yo no tengo corazón.

Así fue esto posible.

Muchas personas presionaron a Einstein- cuenta Wolfang Yourgrau- para que firmase la carta al presidente de Estados Unidos, Roosevelt, ofreciéndole la fabricación de la bomba atómica Einstein era fuertemente pacifista y por lo tanto, contrario a la bomba atómica. Los que le presionaron, como el físico húngaro Leo Szilard, le convencieron de ello considerando la posibilidad de que los nazis fabricaran el terrible ingenio. El miedo a que ello pudiese suceder le convenció. En realidad, los nazis lo habrían conseguido en dos años más; conocían bien la teoría, pero tenían problemas técnicos. No acababan de lograr la separación de isótopos del uranio, aunque lo estaban intentando activamente.»

Albert Einstein, padre de la Teoría de la Relatividad, de cuya formulación se cumplieron 100 años, jamás perdonó a los científicos alemanes haber sido cómplices del régimen nazi de Adolf Hitler (1933-1945), afirmó en Berlín la historiadora israelí Shulamit Volkov.