DIARIO DE JEREZ.ES

El aniversario cada año de la fundación del Estado de Israel es motivo de alegría para el mundo civilizado. Lo hemos dicho muchas veces: culturas hay muchas; Civilización, sólo una. Lo que haya de civilizado en cualquier parte del mundo es lo que tenga de Europa por adopción. No es complicado de entender, aunque las modas políticas hayan creado resistencia: Europa es una continuidad sin ruptura desde la Grecia clásica, que es cuando nace el concepto, hasta hoy. Muchas culturas, por no decir todas, grandes culturas algunas, han tomado para sí algo europeo, algo esencial, porque Europa, además de un territorio y de unas formas externas, es un sistema de pensamiento que ha generado hasta las ideas políticas que quisieran destruirlo. De diversas culturas hay en la Civilización influencias superficiales que no afectan al cuerpo principal que, como decimos, es una herramienta para pensar. El azar y el destino nos hicieron nacer en un lugar privilegiado. Luego vino la voluntad para tener conciencia del privilegio.

Es comprensible que Israel irrite a la izquierda nominal y residual, enferma de melancolía desde el desmoronamiento de la URSS, valedora ésta de los musulmanes, cuando había un movimiento claro hacia el laicismo y semidictaduras semisocialistas apoyadas, una más que otras, por los dos bloques de la Guerra Fría.

Era de prever, por esas previsiones y adivinanzas que hace el marxismo para no acertar, que si en el mundo había ganas de revoluciones todavía, las harían los pueblos musulmanes. Pero Rusia había pasado de ser revolucionaria a reaccionaria y les mandaba material bélico de deshecho incluso a Nasser, el líder espiritual de la modernización islámica. Por su parte Israel acabó por reformar el sistema socialista de los kibutz, porque la propiedad común de la tierra y las cosechas no es natural y acaba por fracasar. Con el tiempo, terminada la Guerra de Fría y en ascenso el islamismo teocrático, era de esperar que la progresía apoyara a Europa en tierra de infieles y se guardara del clericalismo oriental.

Previsión errónea como las del marxismo. El llamado progresismo político se dejó llevar por la inercia sentimental y siguió irritado contra Israel. Quiénes sean los que mueven los hilos de la irritación y mantengan en la inercia al progresismo que, como su nombre indica, debería estar en constante progresión, es lo que no nos aclaran. Israel es Europa, la modernidad sin rupturas en medio de infieles desunidos, cuando no enfrentados, en constante auge del fundamentalismo religioso, de la agresividad y las amenazas. Israel es la Jerusalén libertada, la Constantinopla que nos queda por reconquistar, el reino de los Lusignan recuperado en 1948. En Israel podemos ser pro palestinos y hay partidos críticos con la política de supervivencia del Estado. En Gaza, un pro israelí tendría los días contados. Estos pequeños detalles separan la Civilización de los bárbaros.