Artículo de agosto de 2011

 

VICTORIA DANA EN EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDÍO

El mundo está fuera de control. Ante una época que nos sobrepasa, la respuesta parece ser encerrarnos en nosotros mismos, ensimismarnos; cada vez somos menos capaces de mirar a los otros, darles el lugar de nuestros semejantes. ¿Esta indiferencia, es una forma nueva de racismo?

Muchas veces nos preguntamos de dónde nace una historia. ¿Cómo es posible que surjan personajes tan reales que segundos antes no existían?

Parece un acto de magia. La varita del hada, convertida en bolígrafo, ondea, gira y diseña letras, hasta encontrar la frase exacta, la que nos invita a recorrer, de la mano del autor, la aventura de su imaginación.

El asombro de la creación se vuelve patente en “Tiempos de culpa” de Erma Cárdenas. Esta novela, concebida con la maestría y el dominio de lenguaje que caracteriza a la escritora, se gesta de una suposición:

¿Qué harías tú, lector, si a mitad de una noche de tormenta, una mujer ilegal de raza negra, que tiembla de frío, llama a tu puerta? Sin poder comunicarse, porque no conoce el idioma, te entrega un papel arrugado: “ofrezco trabajo a cambio de techo y comida”.

¿Qué haríamos? La mayoría de nosotros, si somos honestos, daríamos con la respuesta más común: le cerraríamos la puerta en las narices para proseguir con nuestra vida tan tranquilos, aunque tal vez, al menos por esa noche, no pudiéramos de nuevo conciliar el sueño. Tal vez para aminorar la culpa –e introducirnos directamente en estos “Tiempos de culpa” que revive la autora en nuestro inconsciente-, le daríamos algo de dinero, las sobras de la cena o un sweater arrumbado en el armario que obviamente no pensábamos volver a ponernos. En el caso de Hendrik Buchheim, el joven estudiante de doctorado en economía, la reacción es algo distinta. Tal vez por cansancio y, sin pensarlo mucho,  deja pasar a su casa y a su vida, a la extraña mujer de raza negra, aunque no se atreve a mirarla siquiera. Nace así, una relación “invisible”, sin posibilidad alguna de comunicación. Una relación de sujeto-objeto.

Al contrario del personaje mismo, escribir una novela es el ensayo cotidiano de mirar al otro, de ponerse en el lugar del otro, vestirse con su personalidad y valerse de sus ideas. ¿Quién es el protagonista? ¿Cómo reaccionaría? ¿Qué diría? ¿Cómo actuaría?

Lo interesante, en este caso, es que Erma Cárdenas visita el departamento de Hendrik Buchheim sin que él lo note: se disfraza con sus gestos y su ropa, imita su lenguaje y desde todos los ángulos, lo mira, lo siente, lo toca. Algo que él no es capaz de hacer. Este personaje absolutamente real, este ser humano que existe porque ha sido creado, gestado y alumbrado con lucidez y dolor, es incapaz de mirar, sentir y tocar a sus semejantes.

Cual veleta a merced del viento, se deja llevar por el Destino, quien en “Tiempos de culpa” adquiere visos de personaje principal. Erma, como titiritero genial, va dando vida a  reacciones primitivas, elabora emociones, pasiones y finalmente sentimientos que adjudica a un casi autista, al individualista, digno representante de nuestro tiempo.

Muchas preguntas han surgido de la lectura e invitan a la reflexión.

¿Por qué ubica la historia en Alemania? ¿Existe en esta novela alguna reminiscencia del pasado alemán? ¿Por qué una cuestión de raza, rechazo y atracción simultáneos? ¿Buchheim sentiría culpa? ¿Podría ser Hendrik un belga, un español, un mexicano? Y la pregunta más importante, la que sigue rondando mi cerebro después de leer la novela:

Hendrik Buchheim, ¿existe realmente?

Hendrik Buchheim ¿podrías ser tú?

“Tiempos de culpa” se presentará el 30 de septiembre, a las 19 horas, en el Centro Cultural Bella Época, Tamaulipas 202, Esq Benjamín Hill, Colonia Condesa.