VICTORIA DANA DE JERADE PARA ENLACE JUDÍO

Estimado Miguel Ángel Mancera:

Te escribo esta carta –perdón, si me atrevo a tutearte, es porque te siento muy cerca, después de mirar tu rostro, por semanas, en todos los carteles donde aparecías sonriente, como si nos saludaras personalmente a cada mexicano-. Me pregunto, ¿qué harán con todas esas caritas felices?…

Pasando a otro tema, quiero felicitarte, ya me imagino la difícil decisión de postularte a Jefe de gobierno del Distrito Federal. En éste, nuestro querido México, me parece realmente una hazaña lanzarse a un cargo de elección popular: casi nadie acepta.

Mira si no será complicado, que para presidente, tuvimos los candidatos que tuvimos, como si faltaran en nuestro país hombres y mujeres preparados, carismáticos y honestos. Bueno, dejemos que otros se ocupen de las elecciones y sus resultados, fraudulentos o no.

A mí lo que me interesa es hacerte una confesión: cada mañana, en cuanto salgo de mi casa, pienso mucho en ti. No, no lo tomes a mal, no tiene nada que ver con una declaración amorosa. Lo que pasa es que hay una fuga en una tubería, desde hace poco más de cuatro años, justo del lado izquierdo de la entrada de mi edificio, y el agua, que todo lo arrasa, se ha llevado el pavimento varias veces dejándonos una zanja profunda, donde continuamente se ponchan las llantas de los automóviles.

También me acuerdo mucho de ti cuando llueve y se inundan las calles, porque el drenaje está tapado por falta de mantenimiento. Surges en mi mente al manejar rumbo a la avenida donde, para cruzar, hay que detenerse hasta media hora o más. Todo porque a nadie se le ha ocurrido, además de sincronizar los semáforos, prohibir una vuelta a la izquierda que crea un desbarajuste.

Sé que me podrías contestar que eso no tiene relevancia, que debería pensar en la seguridad, en la necesidad de transporte de millones de mexicanos, en la limpieza, en las vialidades importantes, en las marchas y plantones… por cierto, te voy a pedir un gran favor: No se te ocurra dejar sin terminar todo lo que hizo Ebrard, porque a este jefe de gobierno al que le alabo maravillas, también le critico su hiperactividad. ¡Horror!

Todo a medias, algunas partes de la ciudad parecen recién salidas de un bombardeo. No hagas como el propio Marcelo, que decidió no proseguir con el segundo piso del Periférico. No entiendo por qué no pueden, de un sexenio a otro, ser más condescendientes y humildes, y terminar lo que otros van dejando a su paso. Es como cuando las mamás les pedimos a los hijos: “recoge tu cuarto” y el niño contesta: “si yo no lo tiré, fue mi hermano”. Sí, pero el santo hermano ya se fue de la casa y ni modo que el desorden se quede ahí eternamente. Las mamás, de igual forma la Madre Patria, no tenemos por qué estar aguantando los berrinches de nuestros hijos.

En fin, Miguel Ángel, no puedo pedirte que regreses la metrópolis a su estado original, aunque sería emocionante y divertido navegar en ella y pasear en el turibarco como hacen en el Sena con los bateaux mouches. Siempre me he preguntado, ¿a quién se le habrá ocurrido entubar todos, prácticamente todos los ríos de la ciudad? ¿Nadie pensó que los ríos se limpian, en vez de ahogarse en el subsuelo? ¿Te imaginas a París sin el Sena, a Londres sin el Támesis, a Roma sin el Tíber, a Dublín sin el Liffey y a Chicago sin el Lago Michigan? ¡Cuántos problemas de escasez de agua nos ahorraríamos!

Y en otro rubro, como dicen ustedes los políticos, a mí me parece irresponsable ofrecer a la ciudadanía agua contaminada para beber, aunque declaren una y mil veces que no hace daño; a estas alturas, ¿cómo creerles? ¿Cómo castigarías a alguien que provoca enfermedades por negligencia?

De acuerdo, no te voy a pedir que nos devuelvas los ríos pero… ¿qué tal regresarle a la ciudad las áreas verdes que día con día desaparecen en beneficio de una mejor circulación de vehículos que de todas formas van a sufrir embotellamientos? Existen estudios, no sé bien dónde, pero algo escuché, que cuando cambia el entorno, cambian, también, las actitudes de su gente. ¿Por qué no crear al menos un parque por colonia? Sería divertido poder pasear en otro espacio que no sean centros comerciales, ¿no? ¡Ay, mi sueño dorado!, estacionarse sin problemas de llantas, guacales y cubetas… en calles bien hechecitas, que no tuvieran que pavimentarse cada seis meses… (Suspiro profundo).

Todos los millones que votamos por ti, tenemos la esperanza de que nos devuelvas la seguridad y la calma. Has demostrado que puedes, así que me imagino, seguirás por esa línea. Pero la mayoría de las veces se rezaga lo esencial por pretender que no es prioritario. ¿Las banquetas? Que esperen, aunque la gente de la tercera edad y las personas con discapacidad no puedan andar por las calles. ¿La basura? Igual que todo el mundo la separe, aunque la vuelvan a juntar los del camión, así se sentirán mejores ciudadanos. ¿Los jardines y plazas? Habrá que convertirlos en tianguis, es un negocio importante el que está de por medio. ¿Los antros y los giros negros? Todo depende, ¿quiénes son los dueños; nos deben o les debemos?

Sólo quiero pedirte un último favor: tal vez no esté en tus manos, como tampoco estará en tus manos resolver los problemas de la ciudad y es que la solución de la Ciudad de México está lejos de ella. ¡En serio! ¿No se han dado cuenta que los Estados Unidos Mexicanos es un país que tiene eso, muchos estados? Si la gente tuviera la posibilidad de llevar una vida digna en sus lugares de origen, si se desarrollaran los estados y recibieran el apoyo que merecen, tal vez se desalojaría un poco la ciudad, porque si persistimos con esta política de recibir a todo el mundo mientras a los chilangos no nos quiere nadie, difícilmente llegaremos a ningún lado, yo, por lo pronto, no puedo ni siquiera llegar al supermercado que se encuentra a veinte cuadras de mi casa…

Está bien, Miguel Ángel, ya no te quito más el tiempo, pero te recuerdo: soy una ciudadana que también votó por ti.

ATENTAMENTE
Victoria Dana.