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Científicos israelíes han completado la identificación y clasificación de ocho nuevas especies animales en una cueva milenaria y aislada, entre ellas un escorpión y siete especies de crustáceos de color blanco o traslúcido y sin ojos.

“La cueva es muy especial en términos de su desarrollo y su fauna. Tiene un ecosistema único porque es totalmente endémico. Las especies que hemos encontrado no están en ningún otro lugar del mundo y se han desarrollado en esta cueva durante millones de años”, explicó a Efe el profesor Amos Frumkin, director de la investigación del Departamento de Geografía de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Según este experto, las especies clasificadas “datan probablemente de la prehistoria temprana y han permanecido totalmente aisladas durante millones de años, sin contacto con el exterior”.

El subterráneo se descubrió en 2006 en una cantera de una fábrica de cemento en la localidad de Ramle, a las afueras de Tel Aviv, y a lo largo de estos años los científicos han trabajado en varios laboratorios del mundo para describir y clasificar las especies y comprobar que no existían en ningún otro lugar.

El resultado de la investigación son siete especies de artrópodos, de la misma familia que los cangrejos, y un escorpión -al que sus descubridores han dado el nombre de Israchanani-, todos ellos ciegos.

La particularidad de estos animales es que viven de energía que procede del agua sulfúrica y su supervivencia no está basada en la fotosíntesis, por la ausencia absoluta de luz.

“En el agua hay microorganismos, bacterias, que usan este sulfuro a través de la quimiosíntesis para producir energía. Estos microorganismos son devorados por otros, a su vez por otros, hasta llegar a los carnívoros. Hay toda una cadena alimentaria en la cueva, donde todos los organismos, menos uno que está en disputa, son endémicos y únicos”, explica.

El investigador advierte de que “es muy importante preservar el lugar, porque es único y muy interesante en términos científicos para responder a preguntas como, por ejemplo, ¿cuánto tiempo llevan aquí? o ¿cuál es la historia geológica y biológica del sistema?”.

La cueva está a cien metros de profundidad, se extiende a lo largo de 2,7 kilómetros y su caverna central tiene cuarenta metros de largo.

La zona es de piedra caliza, en tiempos prehistóricos estuvo cubierta por el mar Mediterráneo y, al retirarse el agua salada, la lluvia fue erosionando hasta crear en su interior espectaculares cuevas, entre ellas una repleta de estalactitas y estalagmitas hallada en la década de los cincuenta.

Frumkin alerta sobre los peligros que acechan a este pequeño ecosistema y advierte de que “la reducción de la humedad podría hacer que agua externa se filtre en la cueva que, además, está ahora mucho más cerca de la superficie debido a la extracción de la cantera”.