Artículo de agosto de 2012

ESTHER ZYCHLINSKI

La obra del creador del teatro del absurdo narra las peripecias del Rey Berenguer, un peculiar monarca con dos esposas a quien su médico informa que en una hora -al finalizar el espectáculo, aclara- se va a morir.

Un escenario donde los actores: Natyeli Flores, María Sandoval, Roldán Ramírez, Pablo Chemor tocando el piano y haciendo de narrador en algunos momentos así como todos los demás actores en algún momento y Catalina Pereda también cantante, están sentados sobre unos botes que junto con un cuadro, que a veces hace la función de una mesa, se están acabando de arreglar, esto es desde la primera llamada, todos los elementos escénicos se encuentran dentro de estos botes.

En la tercera llamada, Pablo Chemor empieza a presentar a los actores con sus personajes que interpretarán, los cuales empiezan a sacar el vestuario de sus botes, dos reinas, la actual y la anterior, un doctor y verdugo, la enfermera y muchacha del castillo. Al final sale el rey maravillosamente actuado por Clarissa Malheiros.

Yo dividiría a la obra en dos partes, aunque no tiene intermedios. La primera cuando fallece y la segunda cuando por medio de un monologo, nos da una bellísima lección sobre la irreverencia de la vida y la muerte, llegando a la conclusión de que ya no es necesario preocuparse de nada, llegando al grado, inclusive, de quitarse la corona.

Lo mismo ocurre cuando los otros actores se van alejando del rey, quitándose todo el vestuario de sus personajes y volviendo a ser los actores solamente, para volverse testigos de la reflexión sentados sobre los botes, mismos que son movidos por los actores junto con unas actuaciones dignas de alabarse así como de un teatro del cuerpo que nos habla de una gran preparación.

Lo mismo ocurre cuando los otros actores se van alejando del rey, quitándose todo el vestuario de sus personajes y volviendo a ser los actores solamente, para volverse testigos de la reflexión sentados sobre los botes, mismos que son movidos por los actores junto con unas actuaciones dignas de alabarse así como de un teatro del cuerpo que nos habla de una gran preparación.

La primera parte con un humor muy negro pero divertido, no por eso carece de reflexiones muy profundas, donde salen a relucir todos los capítulos de su vida, incluyendo lo bueno y lo malo, lo que hizo y lo que dejó de hacer, lo que sentía al ver que el tiempo se le iba y tenía cosas pendientes. La negación a morirse tratando de hacer cosas como si estuviera sano en situaciones muy cómicas, pero a su vez cómo trata de mantenerse parado con su bastón, el cual también tuvo otros usos, acabando finalmente en una silla de ruedas, que maneja con una gran maestría, aprovechando todo el escenario, mismo que fue agrandado por necesidades de la obra, quitando butaquería al teatro.

Se habla de un rey tirano, de la liberación de los espectros, catástrofes, el poder, se habla de metafísica, corrupción y delirio. Un teatro sobre el pensamiento y las ideas, se adopta la palabra, movimientos con gestos, se investiga la imagen interdisciplinaria porque nos dejamos intervenir por todo lo que nos rodea.

Estoy pasando por una situación de salud muy peculiar, donde se involucra una enfermedad y una operación quirúrgica, por lo que durante la puesta pasaron muchas cosas en mi mente, como mi vida con una reflexión de lo que he hecho y lo que he dejado de hacer. En un momento del monólogo el rey dice “que todo llega, ocurre cuando debe ocurrir y cómo debe pasar en el momento adecuado”, salí del ensayo pensativa, aislándome de los demás espectadores y metiéndome en mi propia vida.

Quizás cada espectador de la obra saque sus propias conclusiones, lo único cierto es que en su duración, de más de una hora sin intermedio, no pasará inadvertida, además de contar con algunos números musicales.

Se presenta en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque del 18 de agosto al 23 de septiembre los jueves y viernes a las 20: 00 horas, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, saque sus propias conclusiones.