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SALO GRABINSKY

Enlace Judío México | Como está llegando el fin de este “reformista” año 2013, es buen momento para reflexionar sobre temas más trascendentales que ver de “ a cómo” nos van a tocar los golpes de impuestos y otras lindezas empezando enero. No se hagan bolas amigos emprendedores: de seguro nos van a tocar a una mayoría de nosotros nuevas cargas y habrá otros millones que sigan viviendo en un mundo feliz, sin tener que preocuparse por pagar impuestos federales, estatales y multas o embargos.

El asunto a tratar hoy es, para variar, el futuro de nuestros hijos en este mundo tan complejo.

Uno de los temas recurrentes con mis amigos asesorados, sobre todo aquellos que han logrado empresas de cierto nivel es el camino que van a seguir sus hijos.

La mayoría están convencidos de que forzar a sus descendientes a entrar al negocio familiar es una acción incorrecta y, sobre todo, contraproducente. Por otra parte muchos de estos padres son sobreprotectores y desean que sus herederos gocen de las comodidades y lujos que ellos no tuvieron cuando niños al ser gente pobre y que trabajó desde joven. Así existe el temor fundado de “echarlos a perder”. Un fenómeno adicional es el de muchos jóvenes de clases medias y altas que están escogiendo carreras (al menos a nivel licenciatura) más humanísticas y no enfocadas a las áreas típicas de las empresas, como administración, contabilidad o ingenierías. Son más idealistas y se van por lo que les gusta sin tomar mucho en cuenta los prospectos de trabajo y económicos que tendrá su profesión, tal vez porque, conscientemente o no, piensan que estarán bien protegidos por herencias o bienes suficientes.

Estos asuntos y otros más tienen a muchos padres y madres emprendedores en constante duda y un insomnio crónico.

Es un hecho que las familias del siglo XXI han cambiado radicalmente y se han vuelto más complejas que las de nuestros padres y abuelos.

En épocas anteriores no había mucho que escoger: los hijos ayudaban a sus padres en la tienda o taller, muchas veces sin sueldo y en vez de echarlos a perder se esperaba que ellos ayudaran al gasto familiar y en muchos casos apoyar a sus padres en su vejez. En cuanto a estudios, era un lujo poder llegar a estudiar un oficio o carrera técnica y los privilegiados en llegar a la universidad veían primero su futuro económico y el de su familia al decidirse por una profesión. Como ven, los tiempos cambiaron, pero no necesariamente para mal.

Voy a ofrecer ciertas opiniones a título personal que, aunque un tanto o cuanto optimistas, pueden darles otra perspectiva a nuestros atribulados padres de familia y a sus cónyuges.

a) Definitivamente a fuerzas “ni los zapatos entran” y el efecto al futuro es nocivo para la empresa y la familia. Sin embargo hay que darles a todos(as) los hijos(as) la oportunidad de conocer el negocio, de capacitarse en lo que éste significa y, sobre todo, hacer la labor de inducción y aprecio de lo que significa la empresa, que debe empezar desde la infancia. Los abuelos fundadores o sus hijos emprendedores juegan un papel clave para motivarlos. Si de todas formas no les interesa el negocio y tienen otra vocación o interés honesto en su futuro, pues ¡habrá que apoyarlos!

b) Posiblemente lo más importante para nuestros hijos es el que desarrollen su creatividad y, ojalá, un espíritu emprendedor que, no importando lo que estudien les permita sobresalir. Incluso muchas ideas y oportunidades de negocios prósperos salieron de personas sin estudios o con carreras muy distintas a las enfocadas a empresas.

Continuará…

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Fuente:dineroenimagen.com