Reformas_estructurales_en_Mexico_orientadas_para_asegurar_mayores_oportunidades

SALOMÓN LEWY PARA ENLACE JUDÍO

Enlace Judío México | A principios de 2013, con machacona insistencia, utilizando todos los medios, se nos informó de una serie de reformas que harían variar las anquilosadas estructuras sobre las cuales se desarrollaba nuestra vida y que estas ya no nos servirían de hoy en adelante. Necesitábamos actualizar nuestro marco jurídico-social para dar congruencia y agilidad a nuestro futuro.

Reforma educativa, reforma fiscal, reforma energética, reforma tal y tal, etc.

Lo anterior nos sonó como positivo sin dejar a un lado nuestra inveterada suspicacia.

Las reformas educativa y energética nos parecieron adecuadas y necesarias, puesto que en el nuevo marco se garantizaría la actualización y perfeccionamiento institucional de los respectivos ramos. En el caso de la reforma educativa estuvimos de acuerdo con la base desde la cual arrancaría su innovación, comenzando por el censo de escuelas, alumnos y maestros, número de los cuales no había información exacta, así como la evaluación de la actividad y naturaleza del nivel educativo pedagógicos. Era de esperarse el establecimiento de una institución que se encargaría de realizar esta tarea, creándose para tal efecto el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, Más burocracia, pensamos, pero bueno, ahí se va. La reacción de los grupos radicales no se hizo esperar y los vimos y sufrimos en carne propia con la ocupación del Zócalo de la ciudad de México y las marchas a través de las principales avenidas de la ciudad, provocando grandes pérdidas de tiempo y dinero a los de por sí agobiados chilangos, pero no sólo a éstos sino que en Oaxaca y otros Estados del País se resintieron la actividad y manifestaciones de algunos de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y sus seguidores, situación que muy a nuestro pesar, continúa.

La reforma energética también es motivo de protestas, a pesar de que, de acuerdo con los cánones internacionales, sea indispensable en el marco del desarrollo de la industria extractiva moderna y el beneficio económico del País. Las voces que protestan en contra de esta reforma suenan anquilosadas, regresivas, mas son voces al fin, y como tales hay que escucharlas. Lo malo es que no permiten el diálogo constructivo.

Por ahora, el escribidor no desea extenderse en esos dos temas – ni en los demás – pero sí referirse a la reforma fiscal. Veámosla puntualmente:

Alimentos para mascotas.- Serán gravados con un dieciséis por ciento. Preguntamos: ¿Será tan importante como para influir en la recaudación del numerario destinado a las arcas públicas? Si compramos una mascota pagaremos el ridículo impuesto también.

Goma de mascar.- Nuestros famosos “chicles” ¿Harán diferencia en el P.I.B. del País? ¿Querrán nuestras autoridades que no ensuciemos las calles con nuestra costumbre de escupir el chicle en la vía pública? Porque tampoco este impuesto contribuirá al engrandecimiento del ingreso.

El transporte terrestre foráneo se verá gravado con un dieciséis por ciento. ¿Quién viaja en camión a los distintos destinos del País? Seguramente no lo hacen los legisladores. Ellos viajan en avión, aunque sea a Querétaro.

Las fronteras aumentan de once a dieciséis por ciento sus impuestos con la consabida ausencia de conformidad de sus empresarios, pues además del abandono en que se encuentran por parte del gobierno federal, no encuentran cómo contrarrestar la influencia de las medidas fiscales tanto de yanquis como guatemaltecos.

El gravamen sobre bebidas azucaradas, es tonto, por decir poco. ¿Un peso para que dejes de consumir refrescos o bebidas endulzadas y de esa manera evitar el sobrepeso o la diabetes? Absurdo, por decir lo menos. Lo que no dicen nuestros ínclitos legisladores – así como los genios asesores de Peña Nieto – es que la industria refresquera podría dar de baja al 10% de su plantilla laboral con esta medida, y a lo mejor lo cumplen.

Al alimón de lo anterior, un ocho por ciento a los “alimentos chatarra” al amparo del IEPS (Impuesto Especial sobre Productos y Servicios). El iluso escribidor creía que el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios se aplicaba sólo a bebidas embriagantes y cigarrillos. Estaba equivocado, para variar. ¿Otra medida impulsada en pro de la salud del mexicano? Chi lo sa.

La homologación del dieciséis por ciento de impuesto (I.V.A.) en las fronteras por razones de inequidad (¿?)es otra aberración. Cualquier persona que visite las franjas fronterizas se puede dar cuenta que el costo de las distancias influye en los precios, entre otros factores.

Para que no nos quejemos del alto precio de los viajes en avión, a la turbosina se le aplicará el IEPS. Seguiremos pagando unas de las tarifas más altas del mundo en el costo de esos viajes. Claro, como los legisladores viajan con el costo pagado por nuestros impuestos, a ellos no les molesta.

El Impuesto sobre la Renta también se modifica, al alza, naturalmente, a condición de que se perciba más de setecientos cincuenta mil pesos anuales.

Pregunta: ¿Quién percibe más de eso? Una absoluta minoría de la P.E.A.
(Población Económicamente Activa). Que no me digan que este aumento representará grandes ingresos para las arcas gubernamentales.

Se gravarán las utilidades de la explotación minera y ese producto será distribuido entre municipios, estados y gobierno. Bueno, díjole la mula al freno. Los que tienen para invertir en valores bursátiles (individuos nacionales y extranjeros) pagarán diez por ciento de sus ganancias. Estoy cierto que esa cosa ayudará a llenar las arcas hacendarias.

Para que el escribidor modere el uso de su carcachita, los gasolinazos seguirán “per secula seculorum”. El combustible ya cuesta más que en el vecino país del norte, con la salvedad que sus habitantes ganan diez veces más que nosotros.

Nada más en enero de 2014, el aumento fue de diecinueve centavos por litro.

Para que no nos pasemos de vivos, se redujo el máximo de deducciones LEGALES al cincuenta por ciento.

En obvio de espacio, el escribidor sólo hará un breve comentario:

Para empezar, estas medidas distan mucho de ser una verdadera reforma sino sólo una simple miscelánea fiscal con aumentos de todo tipo y creación de nuevos gravámenes.

Tengo para mí que son una simple medida para declarar la superioridad del gobierno recién iniciado y su control sobre nosotros los ciudadanos pagadores, quienes representamos menos de la mitad del universo fiscal. Los demás se encuentran en la informalidad y que las autoridades hacendarias no se atreven a tocar por razones que sólo ellas saben pero que las imaginamos, porque todos los ambulantes y semifijos “se mochan” con la Delegación correspondiente.

Todos los gobiernos de los países incluidos en la O.C.D.E. han emigrado al sistema de impuestos al consumo, recaudando así mayores cantidades de dinero. Nosotros estamos inmersos en un sistema que insiste en gravar la renta de mil y una maneras.

El gobierno espera ingresar a las arcas más de cuatro billones cuatrocientos mil millones de pesos. Lo triste de esto es que en lugar de facilitar nuestra actividad productiva, nos pone trabas serias, como es el caso de esta miscelánea fiscal, y vemos con tristeza que, por ejemplo, el I.M.S.S. carece de los medios que debiera tener para su labor (medicamentos, infraestructura, etc.); las carreteras y ciudades son un bache total, la telefonía es de las más caras del mundo, el costo de la energía es brutalmente alto, encareciendo la actividad industrial y afectando la economía familiar; el cincuenta y cuatro por ciento de la población subsiste en los niveles de la pobreza, etc.

Ante este panorama, ¿Qué nos queda por hacer?