Enlace Judío México – El Nuevo Herald publica una información que debe de preocupar a mas de un funcionario del gobierno por la posibilidad de que se publiquen las listas de quienes mantenían cuentas millonarias en dólares sin poder justificar el origen de esas altas sumas de dinero. Otro escenario es que la los “piratas” que se robaron los datos del  chantajeen a los dueños de cuentas de dudosa procedencia. La crónica de Casto Ocando en el Herald…

Un grupo de piratas informáticos de Europa Oriental robó decenas de miles de documentos con información confidencial sobre las cuentas de los clientes del intervenido Stanford Bank, entre ellos mexicanos, venezolanos y colombianos con jugosos depósitos.

Según Brian Krebs, experto en  informática que dirige el blog krebsonsecurity.com, la base de datos robada del grupo Stanford, con sede en Aruba, fue filtrada en febrero del 2008 al Buró Federal de Investigaciones (FBI), que a la sazón estaba culminando la investigación de un fraude masivo encabezado por el financista Robert Allen Stanford.

En un informe publicado recientemente en su blog, y reproducido en la más reciente edición de la revista Wired, Krebs citó como fuente a un investigador que tuvo acceso a la base de datos obtenida por los piratas.

Por lo menos $2,000 millones de los depósitos del banco corresponderían a clientes personas y empresariales venezolanos de patrimonio medio y alto, entre ellos altos funcionarios públicos, políticos y militares, informaron a El Nuevo Herald fuentes familiarizadas con las operaciones del banco en ese país en febrero del 2009.

Entre los depositantes de Stanford está un  alto funcionario de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), que norma la entrega de divisas en Venezuela, que mantenía $10 millones en una cuenta personal. El alto funcionario realizó contactos con bufetes de Miami para recuperar su dinero en una demanda contra Stanford, según confirmó a El Nuevo Herald otra fuente familiarizada con el caso.

El magnate texano Stanford está detenido desde el 19 de junio del 2009, cuando un jurado de instrucción lo encausó de 21 cargos, como la venta de certificados de depósito fraudulentos y presentación de información financiera falsa a inversionistas. En total, $8,000 millones en 30,000 cuentas que controlaba Stanford fueron afectadas por el fraude masivo.

La operación fraudulenta salió al descubierto cuando el grupo Stanford fue intervenido en febrero del año pasado por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), que regula la actividad bancaria y financiera del país. La mayoría de los clientes son de Venezuela, Colombia, México y Ecuador.

Para acceder a las cuentas personales, los piratas se aprovecharon de vulnerabilidades en el servidor y la base de datos de la red del grupo Stanford, según el informe de Krebs.

Los piratas crearon una página electrónica especialmente para almacenar en formato de texto la información obtenida de la base de datos de Stanford, en una operación que duró varias semanas. El enorme cúmulo de información fue enviada al FBI a principios del 2008. Según funcionarios del Departamento de Justicia, citados por Krebs, buena parte de los datos era desconocida para los agentes federales.

Una vez dentro de la red informática de Stanford, los intrusos obtuvieron los nombres y claves de más de 1,000 empleados de Stanford Financial, Stanford Group, Stanford Trust y Stanford International Bank.

En los datos robados estaban decenas de miles de lo que parecían ser saldos de cuentas, con la información personal, dirección, el monto de la cuenta y los intereses devengados de cada cliente.

“Muchos de los cuentahabientes incluidos en la lista con el inventario de las cuentas tenían una dirección en Estados Unidos, pero una gran parte [de las cuentas] pertenecían a individuos en Sudamérica y México”, escribió Krebs en su página electrónica.

La mayoría de las cuentas tenían depósitos de entre $10,000 y $50,000. Más de 1,000 tenían saldos de entre $100,000 y $900,000. Casi todas las cuentas con saldos superiores a $1 millón estaban a nombre de una organización o individuo identificado como Kadima Panameña.

El informe describió documentos con mapas de las redes internas de Stanford que conectaban sus oficinas en Austin, Baton Rouge, Boca Raton, Boston, Denver, Fort Lauderdale, Houston, Memphis, Miami, Montreal, Nueva York, San Francisco, Sugarland y Washington, D.C.

 

Fuente: The New Herald