YASHMINA SHAWKI

Si mencionamos a Harakat al Muqawmah al Islamiya, a la mayoría le resultará, cuando menos extraño. Si lo traducimos por Movimiento de Resistencia Islámica, casi todos deduciremos que estamos hablando de una organización fundamentalista. Y, si la aludimos por su acrónimo Hamás, ya tendremos claro que estamos hablando de la entidad que gobierna ahora mismo en Gaza. Pero, ¿sabemos de qué se trata en realidad? ¿Es una organización religiosa, un partido político con un ideario musulmán o, quizás, una entidad terrorista? Pues las tres cosas y más.

Hamás, fundada en 1987 por el jeque Ahmed Yassin, Abdel Aziz al Rantissi y Mahmud Azhar, obtuvo la mayoría parlamentaria en las elecciones del 2006 pero, tras un enfrentamiento con Al Fatah, solo lograría el Gobierno de Gaza, mientras sus rivales se quedaban en Cisjordania.

Sus líderes políticos son Jaled Meshal y Musa Mohamed Abu Marzuk, el primero exiliado en Catar; y el segundo, en El Cairo. Considerados del ala dura, se niegan a aceptar un alto al fuego si no se respetan sus exigencias, a saber: el fin de las agresiones contra el pueblo palestino, el levantamiento completo del bloqueo de Gaza, en pie desde el 2008, la apertura del puesto fronterizo con Egipto de Rafah, libertad de movimiento de los habitantes de Gaza en la frontera con Israel, autorización para la pesca hasta 12 millas marinas de la costa y la liberación de los presos palestinos, según el acuerdo de intercambio por el soldado israelí Gilad Shalit.

Las demandas palestinas son muy razonables pero, ¿cuántas muertes más asumirán los líderes en el exilio sabiendo que no van a lograr ninguna concesión hasta que Israel considere que ha rematado su operación? ¿Qué otra finalidad, además de crear inseguridad y provocar a Israel, tiene el lanzamiento de cohetes desde Gaza? La negociación en Catar vuelve a demostrar que en el tablero palestino se juega una partida que va mucho más allá que la suerte de los miles de inocentes atrapados en Gaza.

Fuente:lavozdegalicia.es