RICARDO SILVA PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

… en un colegio de Shiraz hubo un astrolabio de cobre, “construido de tal suerte que quien lo miraba una vez no pensaba en otra cosa y así el rey ordenó que lo arrojaran a lo más profundo del mar, para que los hombres no se olvidaran del universo”.

Jorge Luis Borges. El Zahir (fragmento)

¿Por qué no usamos la tecnología para conseguir que las cosas triviales se hagan más fáciles? Tendríamos más tiempo para lo trascendente, para uno mismo o para otros. Permitirnos ver más caras sin pantallas de por medio.

Tirarse de espaldas mirando al cielo, sin ningún objetivo más que el de sentir el ser que es cada quien, saberse uno más en la creación, con la certeza absoluta de que todo el universo camina perfecto, que no se caerá el cielo y no se desbordarán los mares. Descanso absoluto.

El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define descansar como 1. Aliviar a alguien en el trabajo, ayudarle en él. 2. Cesar en el trabajo, reparar las fuerzas con la quietud. 3. Tener algún alivio en las preocupaciones. 4. Desahogarse, tener alivio o consuelo comunicando a un amigo o a una persona de confianza los males o penalidades.

Si tenemos la experiencia de por lo menos 2 de las 4 acepciones ¡bendito sea el descanso! No se trata entonces de dejar lo habitual para hacer otra cosa, como desertar del trabajo para jugar tenis, salirse de la oficina para ir al cine o distraerse tocando el cello o haciendo poesía.

En la Grecia antigua se podía elegir entre el trabajo físico o la vida contemplativa. Tumbarse para la devoción o ponerse a partir piedras, cada quien que elija lo que quiera. Pero con la llegada de la dominación romana, cualquier cosa que representara inactividad, era considerada holgazanería. Este modelo de pensamiento nos ha alcanzado 2 mil años después, al grado de no saber cómo no hacer nada.

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La propuesta judía del descanso busca el desconectarse, resetearse, abstraerse del tiempo y espacio presente. En su definición, el judaísmo entiende al descanso en el sentido en que el Shabat lo establece: no interferir con la naturaleza ni ejercer supremacía sobre ella. Es un estado de paz entre el hombre y la naturaleza. El hombre se libera de su esclavitud durante el Shabat. “Puede vivir en armonía con su mundo y no necesita seguir luchando contra él” dice Rab Aryeh Kaplan. Esta condición de humildad, debería también motivarnos una implosión contemplativa a nuestra propia naturaleza una vez desenganchadas las cosas del mundo, en el ocaso del viernes.

El decidirse por esta tregua con la rutina, el teclado, los destellos luminosos y sonoros de la tecnología no es sencillo. El silencio exterior nos asoma al pavoroso  precipicio del yo. ¿Quién?, yo, este que está en mi cabeza, que desde un oscuro rincón me grita “necesito hacer algo”. Este Yo, tendrá ahora la oportunidad de decir “esta es mi vida, esta mi realidad, buena o mala, pero verdadera. Ahora que he parado, puedo ver con honestidad los éxitos y quebrantos de andar. Esta es mi vida por la que agradezco y deseo darme un abrazo.” De antemano advierto que descansar no nos hará perfectos, pero por lo menos, con práctica, tendremos más coraje para frenar a mitad de la carrera, invocar el silencio y preguntarnos ¿Qué estoy haciendo? ¿A dónde voy con esto? Démosle a ese Yo la paz que necesita.

Usted que lee ya se dio cuenta que no he hablado de D-s. Es porque el descanso se lo deseo a usted para usted, sin mayor pretensión que logar la paz, primero con usted y luego con el mundo. Hay un memorable monólogo al final de la película Alfie con Jude Law, pues cae en cuenta que nunca ha parado y nunca se ha dejado alcanzar por la paz.

¿Qué tengo, verdaderamente? Algo de dinero en mi bolsillo, buenos trajes, un coche elegante a mi disposición, soy soltero. Sí, sin compromisos, libre como un pájaro. No dependo de nadie ni nadie depende de mí. Mi vida me pertenece. Pero no tengo paz mental y si no tienes eso, no tienes nada. Así que… ¿cuál es la respuesta? Eso es lo que estoy tratando de preguntarme. ¿De qué se trata? ¿Sabes lo que significa?

Las preguntas son paradigma de vida, pero las respuestas, esas, son personales, íntimas y en una de esas, sin quererlo, sin proponérselo, quizá por accidente, hasta encontramos a D’os, que no había mencionado porque esa invitación le toca demandarla a usted… en paz. Shabat Shalom.