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ANA JEROZOLIMSKI

“Mini intifada”, le llaman algunos.”Intifada light”, dicen otros. Se refieren a la violencia de las últimas semanas en Jerusalem, una serie de continuos incidentes de pedradas y lanzamiento de botellas incendiarias hacia coches, ómnibus, civiles, policías, el tren, paradas de transporte colectivo y demás sitios en la capital israelí, protagonizados por jóvenes palestinos, inclusive por numerosos niños. Anoche, mientras escribíamos estas líneas, recibimos la noticia de disparos cerca del Teatro Khan y el Cent

El corolario más trágico de estos sucesos, fue el atentado perpetrado hace algo más de una semana, en el que un palestino atropelló a civiles que esperaban el tren o recién se habían bajado de él, en la parada de “Guivat Hatajmoshet”, en la zona norte de la ciudad, matando de inmediato a una bebita de 3 meses, Leah Zisel, y dejando a varias personas heridas, entre ellas Karen Mosquera, originaria de Ecuador, que falleció días después en el hospital.

Si se les pregunta a los palestinos, la culpa es de Israel, por sus “provocaciones”. Especial énfasis se pone en “la presencia de judíos en la mezquita de Al Aksa” y en la reciente entrada de varias familias judías religiosas a departamentos en el barrio árabe Silwan, para instalarse allí de modo permanente, bajo fuerte guardia, lo cual altera, alegan, la vida en dicha zona.

El anuncio del Premier israelí Benjamin Netanyahu de construir mil nuevas viviendas en Jerusalem Este, no agrega tranquilidad, ya que lo que para Israel es su capital soberana e indivisible, para los palestinos debe ser la capital de su futuro Estado independiente.

Sobre la entrada de las familias judías a Silwan, aclaremos que ello no nos entusiasma en absoluto, por decirlo delicadamente. Lo consideramos un error , no porque judíos no tengan derecho de vivir en Jerusalem, sino porque no es sabio intensificar las tensiones entre las dos poblaciones en una de las zonas más delicadas de la ciudad, inclusive si las casas fueron adquiridas legalmente, tal cual se ha confirmado. No nos parece que eso aporte a la unidad de Jerusalem sino muy por el contrario, exacerba la tensión.

Sí, es cierto que árabes viven en barrios judíos. No son dos ni tres. Por lo menos 500, según nos ha contado uno de ellos, nuestro colega Khaled Abu Toameh, instalado desde hace diez años aproximadamente en Pisgat Zeev, que para Israel es un barrio de Jerusalem, y para los palestinos es “un asentamiento en zona ocupada”, ya que fue construido más allá de las mal llamadas “líneas del 67”.

Pero tal como nos cuenta Khaled, mientras los árabes que se instalan en barrios judíos lo hacen para mejorar su calidad de vida, quienes entraron a Silwan en medio de la noche, van con una agenda política determinada, que creemos no es la apropiada y no aporta ni a Jerusalem ni a su seguridad. Al mismo tiempo, no tenemos dudas de que si no fuera porque esta gente se convierte en blanco de ataques de sus “vecinos”, no habría violencia…Pues hay que saber de antemano elegir el vecindario con inteligencia.

De todos modos, por más crítica que tengamos hacia pasos como ese, consideramos que la responsabilidad principal por lo que está sucediendo, no es del lado israelí, sino del palestino. Y lo preocupante es que el rol protagónico lo está cumpliendo el propio Presidente de la Autoridad Nacional Palestina Mahmud Abbas.

La televisión de la Autoridad Palestina ha producido un video en el que aparece el Presidente Abbas exhortando a los palestinos a impedir “de cualquier forma” que judíos suban a “Al Aksa” en Jerusalem, en referencia a la zona que para los musulmanes es sagrada, la tercera después de Meca y Medina en Arabia Saudita, pero que para los judíos-que la llaman el Monte del Templo- es la más sagrada del mundo. En un evento de Al Fatah llevado a cabo el 17 de octubre, Abbas pronunció un discurso en el que cual lo que hizo fue, implícitamente, llamar a usar violencia contra los israelíes.

Así dice Abbas en el video, que fue transmitido 19 veces en tres días, y sin duda fue fuente de incitación, tal cual lo tradujo la organización “Palestinian Media Watch”:

“No es suficiente que digamos ´hay quienes están llevando a cabo Ribat´ (conflicto religioso, una guerra por tierra que se alega es del Islam). Debemos hacer Ribat en Al Aksa. No es suficiente que digamos: ´los colonos han llegado (a la mezquita). Han venido y no deben venir al Santuario. Debemos impedir, sea como sea, que entren al santuario. Este es nuestro santuario, nuestra Al Aksa y nuestra Iglesia (del Santo Sepulcro). No tienen ningún derecho a entrar. No tienen ningún derecho a profanarlos. Debemos impedirles que lo hagan. Apostémonos ante ellos con el pecho desnudo, para proteger nuestros lugares sagrados”.

Las palabras hablan por sí solas.

Cabe recordar que el lugar en el que fueron erigidas las mezquitas, incluyendo la de Al Aksa, es donde antes estaba el Templo Sagrado de los judíos, destruido por los romanos en el año 70. No es casualidad que se eligió construirlas allí.Pero probablemente peor todavía que ello, sea el hecho que lo que hay de fondo hoy en día, es una negación absoluta de parte de los palestinos, de las antiguas raíces del pueblo judío no sólo en Jerusalem sino en la tierra de Israel en general. No lo reconocen, lo desmienten y afirman que es invento israelí. Así lo enseñan a sus jóvenes, así lo afirman en sus medios de comunicación.

 Es más: se atribuyen prácticamente propiedad del Santo Sepulcro, santuario más sagrado del Cristianismo en Jerusalem, pretendiendo dar a entender que musulmanes y cristianos están oprimidos por el Estado judío. Los primeros que saben que ello es una mentira, son los propios cristianos.

Por las dudas, otra aclaración: es cierto que la zona en la que se hallan las mezquitas (Haram al-Sharif para los musulmanes, Monte del Templo para los judíos), fue conquistada por Israel en la guerra de los Seis Días en 1967. Eso no significa, sin embargo, que la Autoridad Palestina tenga derecho a afirmar que es una zona “ocupada” de la “Jerusalem árabe”. En 1948, al crearse Israel, la invasión árabe , que incluyó ataques de Jordania a la Jerusalem del Mandato británico, fue lo que dejó la ciudad dividida por las líneas de armisticio. Antes nunca había habido “Jerusalem occidental” y “Jerusalem oriental”.

La primera “ocupación” fue la árabe, jordana, ya que Israel había aceptado la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU que llamaba a crear “un estado judío y otro árabe” y que daba a Jerusalem estatuto de “corpus separatum”, cuyo destino sería decidido 10 años después en un plebiscito entre sus habitantes, pero los árabe fueron quienes la violaron y se lanzaron a una guerra, también sobre Jerusalem.

Nunca hubo Estado palestino, Jerusalem nunca fue capital de nadie más que de un Estado judío en la antigüedad y hoy de Israel, y no habría sido escenario de guerras, si de la voluntad del pueblo judío hubiese dependido. En el 48, Jerusalem fue atacada y quedó dividida. En junio de 1967, el Rey Hussein fue advertido de permanecer fuera de la guerra provocada por Egipto y Siria, pero no escuchó los consejos, se lanzó a la guerra, y perdió Jerusalem Este, a la que tampoco había convertido en su capital cuando la tuvo.

Aún con todos estos hechos históricos del lado de Israel, creemos que hay que actuar con sabiduría en la Jerusalem de hoy, y que lo que cuenta, no son solamente los derechos históricos. Pero no por ello hay que permitir que Israel sea presentado como el agresor y “ocupante” en Jerusalem, mientras quienes no existían siquiera cuando el Templo sagrado del pueblo judío ya era un hecho, alegan que son los dueños del lugar.

El Islam nació en el siglo VII en la Península Arábiga. Recordemos que ya el primer Templo sagrado de Israel, fue destruido en el año 586 A.C, o sea casi doce siglos antes de que el Islam apareciera en el mundo. Y ahora, los palestinos alegan que Israel es el “usurpador”.

 Y sinceramente, nos preguntamos: ¿Será falta de lectura o mala intención?

Fuente:uypress.net