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AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

 

Los extremistas rompieron las cerraduras del lugar y cargaron unos 2.000 libros para quemarlos.

Cuando los milicianos del grupo Estado Islámico ingresaron este mes en la Biblioteca Central de Mosul, su misión era destruir a un enemigo habitual: las ideas de otros.

Los extremistas rompieron las cerraduras que habían protegido la mayor reserva de conocimiento en la ciudad norteña iraquí y cargaron unos 2.000 libros -cuentos infantiles, poesía, filosofía y tomos sobre deportes, salud, cultura y ciencia- en seis camionetas, dijeron vecinos de la zona. Atrás sólo dejaron los textos islámicos.

¿Qué fue del resto?

“Estos libros fomentan la infidelidad y piden desobedecer a Alá. Así que serán quemados”, dijo a los vecinos un miliciano con barba, vestido con un traje típico afgano de dos piezas, según un hombre que vivía cerca y que habló con The Associated Press. El testigo, que habló bajo condición de anonimato porque temía sufrir represalias, dijo que el miliciano había hecho una declaración improvisada mientras otros miembros del grupo cargaban libros en sacos vacíos de harina.

Desde que el grupo Estado Islámico capturó un tercio de Irak y la vecina Siria, se ha esforzado por purgar a la sociedad de cualquier cosa que no encaje en su violenta interpretación del islam. Ya ha destruido muchas reliquias arqueológicas, que consideró paganas, e incluso lugares de culto musulmanes que tachó de idólatras. Cada vez más libros van camino de la hoguera.

Mosul, la ciudad más grande en el territorio donde el grupo Estado Islámico ha declarado un califato, cuenta con una población relativamente educada y diversa que trata de conservar sus lugares heredados y sus bibliotecas. En el caos que siguió a la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 que derrocó a Sadam Husein, los residentes cercanos a la Biblioteca Central ocultaron algunos de sus manuscritos centenarios en sus casas para evitar que fueran robados o destruidos por saqueadores.

Pero en esta ocasión, el grupo Estado Islámico ha penado esas acciones con la muerte. Se da por destruida la colección que tenía la Biblioteca Central de diarios iraquíes desde principios del siglo XX, mapas y libros del Imperio Otomano y colecciones de libros aportadas por unas 100 familias destacadas de Mosul.

Unos días después del saqueo de la Biblioteca Central, los milicianos entraron en la biblioteca de la Universidad de Mosul. Hicieron una hoguera con cientos de libros de ciencia y cultura, destruyéndolos ante los estudiantes.

Un profesor de historia de la universidad, que habló bajo condición de no dar su nombre por su temor al grupo extremista, dijo que los milicianos empezaron a destrozar las colecciones de otros centros públicos el mes pasado. Los daños fueron especialmente graves, explicó, en los archivos de una biblioteca musulmana suní, la de la iglesia latina y monasterio de los padres dominicos, de 265 años de antigüedad y la del museo de Mosul, que tenía obras datadas 5.000 años antes de Cristo.

Citando información de residentes en torno a esos lugares, el profesor añadió que los milicianos solían llegar de noche y llevarse el material en camiones refrigerados con matrícula siria. El destino de esas piezas antiguas sigue siendo desconocido.

El profesor indicó que el grupo Estado Islámico parece decidido a “cambiar el rostro de esta ciudad (…) borrando su historia y sus edificios emblemáticos”.

Desde que expulsó a las fuerzas del gobierno y tomó Mosul el verano pasado, el grupo extremista ha destruido docenas de monumentos históricos, incluyendo los centenarios santuarios islámicos de los profetas Seth, Jirjis y Jonah.

El grupo Estado Islámico “considera la cultura, la civilización y la ciencia como sus enemigas acérrimas”, afirmó el parlamentario iraquí Hakim al-Zamili.

Al-Zamili, que lidera el Comité de Seguridad y Defensa del parlamento, comparó las acciones del grupo con las incursiones medievales de mongoles, que en 1258 saquearon Bagdad. Las colecciones de las antiguas bibliotecas con obras de historia, medicina y astronomía se arrojaron al río Tigris, y según cuenta la historia volvieron las aguas negras de tinta.

“La única diferencia es que los mongoles arrojaron los libros al río Tigris, mientras que ahora Daesh los quema”, dijo, empleando el acrónimo en árabe para el grupo Estado Islámico. “Diferente método, pero la misma mentalidad”.

Fuente:debate.com.mx