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ANA JEROZOLIMSKI

 

Aunque Sergio Abreu no está en la nueva legislatura en el Parlamento, sigue siendo un referente en temas de política exterior, al haberse desempeñado entre comienzos de 1993 y marzo de 1995, como Ministro de Relaciones Exteriores, y haberse dedicado a la temática también posteriormente, como Senador del Partido Nacional.

Fue precisamente durante su período como Canciller que en la vecina orilla se perpetró el atentado terrorista contra la AMIA. Los responsables del atentado orquestado por Irán aún no han sido llevados a la justicia y el tema , por ende, no desaparece sino que, por el contrario, parece acercarse demasiado a Uruguay.

Solicitamos al ex Canciller Abreu su opinión al respecto, tomando en cuenta principalmente, su conocimiento directo con quien será el nuevo l titular de la política exterior, Rodolfo Nin Novoa.

Esta entrevista acaba de ser publicada en “Semanario Hebreo”. 

Dr. Abreu, le solicité esta entrevista como ex Canciller de la República. En ese período se cometió el atentado contra la AMIA que usted sin duda tiene muy presente. Y hoy el tema no nos deja tranquilos, no sólo por el avance de una interpretación radical del Islam en diferentes partes del mundo, sino también por la muerte del Fiscal Alberto Nisman y por noticias que van surgiendo, que nos preocupan a nosotros, especialmente, como uruguayos..En términos generales primero…¿cómo ve usted la situación actual?

  

Desde que fui canciller tengo la visión de que la globalización en el sentido del terrorismo, el fanatismo religioso integrista, había llegado también al Río de la Plata. Llegó con el atentado a la AMIA, nada menos, en el cual ya estaban mostradas cuáles eran las líneas de contacto que existían con determinados gobiernos en el caso de Irán y con determinadas posiciones, obviamente anti israelíes, que se manifestaron en forma tan trágica.

Y ahora esto se va  sucediendo a medida que determinados gobiernos van creando las condiciones de enfrentamiento del viejo modelo anti imperialista. Como el caso de Venezuela, que en el momento en el que tenía enfrentamientos con Colombia definió a ese país como “el Israel de Sudamérica”, como diciendo que también tenía un destino para ser arrasada, o que no tenía ni siquiera justificación para existir. Ese es el gran problema:  los que sostienen en función de sus ideas -ya sean políticas o religiosas- que al enemigo hay que extinguirlo.

Algunos aspectos del terrorismo se van movilizando en todo el orbe . Y el activismo iraní, que ya se planteó en forma relativamente aislada hace 20 años, hoy ya es  parte de una agenda.

Y ahí está  la versión de la diputada [argentina Lilita] Carrió, que el otro día hizo una denuncia…

Muy seria para nosotros por cierto.

Sin duda.Escalofriante. Ella  dice que en el Buquebus hubo una reunión de la inteligencia iraní, más los sirios.. y que iba viajando también el embajador de Uruguay [Guillermo Pomi], aunque él igual negó de todas maneras que estuviera participando. Lo  que a nosotros nos preocupa, a los uruguayos en particular, lo que nos ha preocupado siempre, es que el rechazo, el racismo, el antisemitismo, y todo lo que hemos tratado siempre de combatir por ser un país de un sincretismo ejemplar, se nos instale ahora por decisiones de inteligencia de otros Estados; que desde acá se pueda operar, se pueda trabajar en forma distinta, como se pudo haber trabajado en la triple frontera o algunos otros lugares hace 20 años.

 O sea que Uruguay tiene motivos concretos para preocuparse …

Por supuesto. A mí me preocupa enormemente. Recordemos que acá se sabía que el que se retiró en los primeros días de diciembre de los diplomáticos iraníes pertenecía a la Inteligencia..se sabía que estaba siendo controlado…y ya conocemos todos los hechos que dieron lugar a su fuga, por decir así, porque en realidad se fue antes de que fuera citado el embajador o que se comunicara a la embajada de Israel, que ya estaba en conocimiento de estos temas, de las peligrosas ambigüedades que tenía este diplomático.

 Yo diría que Uruguay lo que tiene que hacer es simplemente volver como siempre a la línea de solución pacífica de las controversias y luchar con todas sus fuerzas contra el terrorismo, cualquiera sea su fin.

 Al ver usted lo que está pasando ¿qué le recomendaría al canciller entrante, Rodolfo Nin Novoa?

 Uruguay tiene como bandera la solución pacífica de las controversias, la paz, y sobre todo el Derecho como el escudo de los países. Por tanto el derecho del Estado de Israel, como cualquier otro Estado, a existir, debe tener una protección absoluta de nuestra convicción, por principio y también incluso por nuestra tradición. Cuando nosotros somos amigos de Israel somos amigos de Israel porque es un Estado de Derecho a cuya creación contribuimos y queremos que conviva en paz con los otros Estados. Ese es el gran tema.

Nosotros lo que no podemos admitir es que haya un atajo, incluso religioso, que nos diga que Dios ha educado o que el Supremo ha educado a sus seguidores en nombre de su visión o de su mensaje espiritual y filosófico o religioso a odiar a las otras personas. Ese es el gran tema que no puede ser admitido, yo nunca acepté esto de que el atajo para solucionar los problemas es la violencia.

¿Cómo se maniobra entre frenar a Irán en acciones que pueden perjudicar también a Uruguay y lo  que supongo que ningún presidente querría hacer, que es cortar relaciones con Irán?

Eso es difícil, pero tampoco es un tema que vaya a contrapelo de lo que Uruguay ha definido durante tantos años. La coherencia es parte también de la credibilidad de una política exterior: uno puede decir que la conducta de Irán ha sido reñida con el Derecho y con nuestros principios. Nosotros tenemos que atarnos a nuestras propias convicciones y nuestra propia coherencia.

De los elementos que surgieron últimamente en las noticias, en Uruguay, ¿usted podría decir cuáles son los que más le preocupan? 

Quiero ser muy claro respecto al principio de no intervención, pero me preocupa enormemente que  las situaciones que se viven en Argentina repercuten en Uruguay. Nosotros no tenemos el antídoto desarrollado, como se ha probado, en el propio Buquebus está denunciando la reunión bilateral de inteligencia siria e iraní no con las mejores intenciones, al contrario.

Si Uruguay dice “soy un Estado que no quiere involucrarse en temas que comprometan la paz, en aspectos que tienen que ver con intervenciones armadas, ni mucho menos con la violencia, y soy el abanderado o por lo menos el punto de referencia de la lucha contra el terrorismo en todas sus expresiones”, ahí  ya empezamos a tener la autoridad que siempre tuvimos.

 A veces  uno tiene temor de si ese tipo de fortaleza que adquirimos durante tantos años no puede ser fragilizada por una expresión que no sea suficientemente  clara y definida de los gobiernos respecto del terrorismo. Esto es lo que a mí me preocupa más, tener flaquezas sobre este tema.

¿Le parece que Nin Novoa comienza a ejercer su cargo en un momento muy difícil? 

Yo creo que sí, que entra en un momento muy difícil, pero puedo decir -porque lo conozco de hace muchos años-, que más allá de que milita en otro partido tiene un enorme equilibrio en estas cosas y que además va a manejar las cosas con otro tipo de orientación en el propio ámbito de la Presidencia. Eso lo puedo decir incluso desde otra visión como ex canciller porque además yo creo que es importante dar el término medio, no quedar bien con todos sino quedar bien con uno, que es el Estado uruguayo, que tiene una tradición y un compromiso de carácter histórico.

Le doy un enorme crédito al canciller en este tema porque también las cosas se construyen desde acuerdos, desde entendimientos y desde cambios de ideas.

Eso lo dice  porque lo conoce a él y porque conoce al presidente [Tabaré] Vázquez.

Exacto, porque nadie deja de ser uno buscando las coincidencias en lugar de las discrepancias. Yo creo que la identidad no se pierde por apoyar y buscar en estos casos lo que es el Uruguay y su historia. Cuando el futuro canciller va a tomar esa responsabilidad, en todos estos temas, de seguridad, de paz, de respeto de los principios, como persona, ya no como hombre de partido, como un hombre vinculado a la política y de alguna manera familiarizado con el Derecho internacional, todo lo que vaya en consonancia con nuestros principios, atrás voy a estar yo.

Se acostumbra en este tipo de situaciones consultar, por ejemplo, con ex cancilleres aunque sean de otros partidos–¿verdad? De hecho, ustedes se han reunido..

Así es. Tanto se  acostumbra que incluso fue lo primero que dijo el canciller entrante. Ya ha conversado conmigo, con el ex canciller [Didier] Opertti y  se ha reunido con algunos diplomáticos más. Hemos dado nuestra opinión, nuestra visión personal también, pero no necesariamente representando a nuestros partidos. Él sabe muy bien que acá hay una línea, como la tuvimos en nuestra oportunidad nosotros también, para poder conversar, compartir ideas, y marcar hasta las discrepancias con el gobierno.

Yo le abro un crédito, sin duda.

¿Usted vislumbra, dadas las últimas noticias, algún tipo de enfrentamiento diplomático entre el nuevo gobierno, la cancillería de Nin Novoa, y la República Islámica de Irán? ¿Cree que Uruguay va a tener que “frenar” explícitamente a Irán?

Yo creo que eso ya de alguna forma se adelantó en los últimos días cuando se citó al embajador y se constató que la persona que estaba involucrada en estos temas ya se había ido..No  es casualidad. No digo que esto sea una señal fuerte, porque tendría que haber sido mucho más efectiva, pero aquí sí creo que el próximo gobierno en esto va a ser muy claro y muy determinante, en el manejo de lo que son las relaciones que tienen que ver con los derechos humanos y sobre todo contra el terrorismo.

Yo  le doy un enorme crédito a nuestro gobierno, porque tiene que replantear algunas cosas y va a hacerlo con firmeza . Hay  un Presidente de la República que tiene otro estilo, no sé si malo o bueno, pero tiene otro estilo. Y  un futuro Canciller que tiene una larga experiencia, porque fue Vicepresidente, Senador, es conocedor de la política de fronteras- que no es poca cosa- y además que ha decidido por lo menos empezar a recorrer el camino de las conversaciones, las consultas, sin dejar de ser él.

De compartir las visiones coincidentes o discrepantes, se hace una visión profesional de esta delicadísima tarea de la diplomacia, que para Uruguay es realmente una tarea de una demanda y un desafío permanentes, por nuestra ubicación geográfica, por los intereses que están en juego en la región y por lo que nos ha pasado, que todavía en esta globalización somos el centro de la atención ya que vemos que  desde acá se manejan entendimientos de inteligencia entre dos países.

Para terminar, quisiera volver al comienzo…Cuando usted escuchó el 18 de enero la  noticia de la muerte del fiscal [Alberto] Nisman, ¿qué pensó?, ¿lo primero que se le vino a la cabeza fue “¿quién lo mató?”?

Yo pensé “¡Qué lástima!”, más allá de una muerte que es algo muy importante, otra vez algo institucional, porque está involucrado un fiscal que estaba haciendo una acusación muy dura, otra vez algo que echa sombras sobre la credibilidad de las instituciones. Y cuando las instituciones tienen ese problema, de sombras, ahí empiezan a valer una cantidad de argumentos que son los que hacen recorrer el costado.

A mí me dio no solo la indignación natural de decir otra vida perdida, en función de no sé qué- y todavía con explicaciones de un lado y del otro, si era o no un suicidio, de gente que institucionalmente que no tenía por qué opinar, porque estaba en otro poder del Estado- sino también la convicción de que esa señal no le hace bien a la libertad. Y si no le hace bien a la libertad no le hace bien a la gente, porque así como le cuesta la vida al fiscal le puede costar la vida a cualquier ciudadano por el simple hecho de pensar distinto. No es un juicio de valor que emito sobre el gobierno argentino, digo qué lástima que esa realidad no tenga una explicación válida y transparente como para decir: “Bueno, el camino que vemos que se ha recorrido por lo menos no da sensación de impunidad”.

El gran drama es cuando los gobiernos, de cualquier signo, en cualquier parte del mundo, comienzan a pensar que el fin justifica los medios. Cuando los gobiernos, por más origen legítimo o no que tengan, dicen que el fin justifica los medios, inmediatamente el primero que se sacrifica es un derecho humano, la libertad, y las vidas y el respeto por los que piensan distinto.

Fuente:uypress.net