Marc Chagall2 - Enlace Judio Mexico

BECKY RUBINSTEIN F. PARA ENLACE JUDÍO.

Margo Glantz en Genealogías (1981) hace referencia a la visita a la ciudad de México de Marc Chagall -considerado por la crítica como el mayor colorista del siglo XX-. Glantz con su prosa sublime comenta: “Marc Chagall es nonagenario y, como en sus pinturas, sigue volando por los techos. Algunas veces realizó uno de esos viajes con mis padres”.

Chagall –dice Margo– nace en Vitevsk (hoy Bielorrusia) “pueblo de casas de madera con tzervas (iglesias rusas) y con sinagogas de shtetl, pueblecillos de judíos sin dinero y con barbas” , mientras que su padre, Jacobo –poeta, pintor y escultor- nace en Novo Vitevsk,

En 1945, Diego Rivera presenta a Glantz y a Chagall, cuando éste último trabaja para el American Ballet Theatre de Nueva York en la escenografía y el vestuario del ballet Aleke de Dugalieff, basado en el poema de Alejandro Pushkin, Tzigany (Gitanos) y con música de Piotr Ilich Tchaikovsky, presentada, por cierto, en El Palacio de las Bellas Artes.

Los Glantz, Lucy y Jacobo –relata Margo- no sólo hicieron buenas migas con Marc, sino también con Bela ‘su inspiradora’, modelo de pinturas como La novia vestida, La Boda, El Entierro…

La pareja –recalca Margo- permanece breve tiempo en la ciudad de México, casi de incognito.

Chagall, a ojos de Lucy Shapiro de Glantz, era simpático, afable, así como Bela, su primer esposa, quien lee sus poemas y sus cuentos a los Glantz, uno de ellos “Velas encendidas” en recuerdo del encendido de velas que preside al shabat, al día sábado.

Jacobo Glantz se entrevista con Chagall en Saint Paul de Vence. El chofer, un ruso blanco, un aristócrata, lo traslada de la estación al hogar de los Chagall, una residencia con un hermoso parque, caballos y pinturas que el artista jamás quiso vender.

Margo relata que su padre, logra entrar a su estudio, algo inusitado. Jacobo escribió en yidish -el idioma de los judíos de Europa Central-un texto sobre Chagall y sus personajes, un testimonio aplaudido por el pintor judeo-ruso.

En ‘Mi vida’, obra autobiográfica, Chagall manifiesta sobre su obra:

“Mis cuadros son mis recuerdos. Memoria de un entorno en el que convivieron el amor fraterno y la solidaridad con la discriminación y la pobreza”. El judío ortodoxo, el jasid, el educado dentro del misticismo judío, a los 20 años viaja a San Petersburgo a estudiar en la Sociedad de Patrocinadores de Arte, bajo la tutoría de Nikolái Roerich. Desde entonces el pintor –famoso por sus figuras aéreas, contrarias incluso a la ley de la gravedad– encuentra el color, indudable aporte a las vanguardias. De acuerdo a Juan Carlos Pereda, uno de sus críticos, su obra se caracteriza por el humor y la fantasía ligados al folclor ruso. Agregamos, a la rica y ancestral tradición judía: en su obra pululan ángeles de alas verdes, con violín en mano; también gallinas cluecas que conducen a una pareja de novios al palio matrimonial, donde Eva, la mujer primigenia se encuentra con Bela, su prometida por voluntad del cielo. También un violinista en el tejado, símbolo del judío en busca perenne de equilibrio. Chagall -de acuerdo a sus palabras- intentaba llenar sus telas con objetos y figuras empleadas como formas, como sonidos”. Según pereda, Chagall es pintor de alegorías, de recuerdos, de sueños… Agregaríamos, del encuentro entre lo posible y lo imposible, del matrimonio entre el regocijo y la celebración. De la naturaleza en plenitud, boyante…

Cuando Chagall se establece en la avenida La Ruche, entabla amistad con la bohemia: con el poeta Guillaume Appolinaire, con el pintor Amadeo Modigliani, entre otros. Entonces –confiesa- su obra abandona el gris, se llena de color, de luz. Durante aquella efervescente época conoce a Herwarth Walden, quien selecciona tres de sus obras para el primer Herbstsalon de 1913 en Berlín, donde expone de manera individual.

Se dice que Tamayo admiraba a Chagall, a quien consideraba fantástico colorista, tanto en su trabajo para el teatro, como en sus lienzos. El Museo Soumaya de la capital mexicana resguarda Pareja y ramo delante de una ventana. Sus famosos vitrales, inspirados en las páginas de la Biblia, se encuentran en el Hospital Hadasa de la hermosa ciudad de Jerusalem.

La obra de Chagall inspiró Vitrales (1992), poemario de Becky Rubinstein, autora judeo-mexicana, ilustrado por el talentoso Jesús Camacho Morelos.

LA BODA
(1910)

Por fin Adán y Eva celebran sus bodas.
Corre la noticia, de puerta en puerta,
por las calles de Vitevsk-.
Se congratula el violinista,
el que anima la flauta,
al bufón del pueblo:
por fin habrá música en el paraíso.
Adán entrega una sortija a Eva,
por fin serán bendecidos por la Gracia.
El aguador –indiferente- continúa su camino-.
Sobre sus espaldas la maldición de Adán,
la fuente de vida de la madre Eva.

MUERTE
(1908)

Un violinista
recrea los estertores de la muerte.
Sobre el tejado
se aferra a los días
cirios de vida eterna.
Los dolientes lloran a las casuchas
sin arraigo
muertas hace centurias.
Un violinista llora su propia muerte
exhausto de escuchar viejas congojas de un violín.

ESCENA DE UNA GRANJA
(1963)

Chagall se hizo de una granja
y la llamó Edén.
Un árbol florido de cuentos
cobija a Eva y Adán siempre niños
anima su sombra
invita a volar a la roja vaca,
incita a crecer sin mesura a la gallina colorida y gorda:
matrushka que por las noches
relata historias tapizadas de vitrales.

Bibliografía

Glantz, Margo, Las genealogías, México, ed. Martín Casillas, 1981.
Rubinstein, Becky, Vitrales, Estado de México, ed. La Tinta del Alcatraz, 1993.

Periódicos:

Ávila Sonia, Expresiones en Excélsior,” Entre el sueño y la fantasía”, 28 de marzo de 2015.

*Yidish: idioma del judío del centro de Europa, lengua de los judíos ashkenasitas.