Ayatollah-Ali-Khamenei-001-enlace-judio-mexico MICHAEL LEDEEN

 

¿Por qué tantos “expertos” están asombrados de que no hay acuerdo con Irán? Ciertamente no es debido a que los negociadores occidentales no estuvieron dispuestos a encontrar a mitad de camino a los mullahs; ellos estaban ansiosos por el compromiso, incluso por dar de baja a demandas de largo tiempo, en un intento por alcanzar el acuerdo.

La sorpresa muestra que no comprendemos la naturaleza del régimen iraní, que es el motivo por el cual los expertos y los diplomáticos son obligados tan a menudo a buscar denodadamente explicaciones cuando las cosas no salen de acuerdo al plan.

Nuestro error básico, a partir del cual fluyen todos los otros, es que pensamos que nuestra oferta de una alianza estratégica — la “mano extendida” del Presidente Obama — es atractiva para Irán. No lo es. El Líder Supremo, Ayatolá Ali Khamenei, no quiere un acuerdo con nosotros; él quiere destruirnos. Cuando él nos llama el “Gran Satán” o cuando lidera cánticos de “¡Muerte a Estados Unidos!”, lo dice en serio.

Khamenei quiere pasar a la historia islámica como el hombre que derrotó a Estados Unidos, no como el imán que firmó un acuerdo con el diablo. Él está dispuesto a aceptar nuestra rendición, pero no forjará una sociedad con Obama.

Tampoco le importa mucho el bienestar del pueblo iraní, no más que lo que a Saddam Hussein le importaba de los iraquíes. Sólo miren el creciente ritmo de arrestos, tortura y ejecuciones en la infeliz tierra de Persia. A los líderes iraníes no les importa mucho si sus ciudadanos no tienen suficiente alimento o nafta, y el régimen todavía tiene plenitud de dinero en efectivo en la mano — Khamenei maneja personalmente decenas de miles de millones de dólares — para financiar las cosas que más les importan, desde las armas nucleares a las operaciones expedicionarias en Irak, Siria, Líbano y Yemen; apoyo y entrenamiento para Hezbollah, Hamas y la Yihad Islámica; armas para la legión extranjera de los Guardias Revolucionarios (también conocida como Fuerza Quds), y ayuda para al Qaeda, Boko Haram y los de su calaña.

A ellos ciertamente no les gustan las sanciones. La economía local está en ruinas (los bancos están quebrados, las importaciones de artículos básicos alimentarios está estancada debido a que no se puede pagar a los vendedores extranjeros y los precios son altos y están en aumento — los pollos han subido 30% en las últimas seis semanas solamente, justo antes de las celebraciones de Año Nuevo a fines de este mes). Ellos quisieran un fin a las sanciones, totalmente e inmediatamente, pero esa no fue la razón principal para su participación en las conversaciones de paz, como se afirma tan a menudo.

¿Por qué aceptaron negociar? Porque el presidente iraní, Hassan Rouhani, y el Ministro del Exterior Mohammad Javad Zarif convencieron a Khamenei que los estadounidenses estaban desesperados por un acuerdo, que no había ningún peligro de una opción militar estadounidense y que Irán podría obtener toda forma de favores de los estadounidenses sin conceder en nada importante.

Hasta ahora, ese parece un buen análisis. Ellos no han cerrado ninguna parte de su programa nuclear, y nosotros estamos pagándoles cada mes con fondos bloqueados. ¿Por qué Khamenei debe hacer concesiones formales cuando está obteniendo lo que quiere de todas formas? ¿Por qué debe hacer un acuerdo con el diablo al que quiere muerto?

El enfoque de Khamenei no es singular de Irán. Es la misma estratagema usada anteriormente por Corea del Norte y empleada actualmente por Cuba: finge aceptar, demanda más y más concesiones de los estadounidenses, guarda las ganancias en el bolsillo, y sigue derecho con sus programas de opresión tiránica, apoyo para terroristas y el desarrollo de nuevas armas.

Si quieres evitar conmociones y sorpresas futuras, sólo piensa en las negociaciones como un componente en la guerra iraní contra nosotros, no — como argumentan tantos expertos para su consiguiente bochorno — como un paso en el camino a la distensión.

Si nuestros líderes quieren evitar el bochorno futuro, deben reconocer que tenemos enemigos reales que no quieren tomar nuestra mano extendida. Quieren cortarla.

Fuente: The Hill

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México