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THE WALL STREET JOURNAL

El ISIS y otros yihadistas muestran su alcance global en un solo día.

 

Los yihadistas tienen afición por los aniversarios, así que tal vez no debamos sorprendernos por tres ataques terroristas, en tres continentes, teniendo lugar todos en vísperas de la declaración de un califato por parte del Estado Islámico el  29 de junio. Eso hace mucho más posible la perspectiva de ataques de seguimiento a lo largo del lunes—y mucho más difícil de detener.

El ISIS se atribuyó el crédito por apenas una de las tres atrocidades—un bombardeo suicida en una mezquita chiita en Kuwait, en el que fueron asesinadas al menos 27 personas. Pero su casi simultaneidad sugirió algún tipo de coordinación, o al menos inspiración conjunta. La semana pasada comenzó Ramadán, y un portavoz del ISIS hace poco hizo un llamamiento a los “muyahidines en todas partes” a convertirlo en “un mes de desastres para los infieles.”

Coordinada o no, la hiper-brutalidad que es marca registrada del ISIS ha dejado su marca en las mentes yihadistas.

En Túnez, un hombre armado haciéndose pasar por turista mató en una playa de descanso a al menos 37 personas, muchas de ellas vacacionistas europeos. En Francia los terroristas fueron menos exitosos pero no menos sanguinarios: Un intento de atentado con coche bomba en una planta química estadounidense cerca de Lyon no logró causar daños importantes, pero no antes de que el presunto atacante, Yassine Salhi, plantara la cabeza decapitada de su jefe en la puerta de la planta, junto con una bandera islámica.

Todo esto es un claro recordatorio que el Medio Oriente no es Las Vegas: Lo que allí sucede no se queda allí. Los tunecinos conforman el contingente más grande de combatientes extranjeros en el ISIS, el que se atribuyó el crédito por asesinar a 21 personas en un museo de Túnez en marzo. Miles de europeos, y un estimado de 180 estadounidenses, han ido para luchar por el ISIS en Siria e Irak, y los funcionarios de seguridad occidentales no podrán rastrear a todos ellos. Eso aumenta la posibilidad de ataques con víctimas masivas por parte de asesinos bien entrenados, en oposición a los intentos más ineptos por parte de yihadistas lobos solitarios en Texas y Massachusetts.

Los ataques del viernes deben causar alguna reflexión por parte de los llamados libertarios civiles en el Congreso y la Casa Blanca, quienes han competido por incapacitar y desmantelar las capacidades de vigilancia anti-terrorista de la Agencia de Seguridad Nacional.

Es especialmente instructivo destacar que el Sr. Salhi había estado una vez bajo vigilancia por parte de la inteligencia francesa pero fue dado de baja muchos años atrás, probablemente debido a que los recursos franceses están expandidos por el número de sospechosos potenciales. Una historia similar se desarrolló en enero, cuando resultó que las autoridades francesas habían dejado de vigilar a Said y Cheríf Kouachi cerca de un año antes de su ataques contra las oficinas de Charlie Hebdo.

La mayor lección es que las medidas defensivas solas nunca serán suficientes para detener la próxima atrocidad terrorista; la mejor defensa es una ofensiva devastadora. El Presidente Obama desplegó hace poco a 450 entrenadores adicionales para ayudar al ejército iraquí a combatir al ISIS, como si el Estado Islámico fuera en su mayor parte problema de Bagdad. Pero el ISIS es una amenaza directa para el Occidente tanto como para la región, y tiene que ser tratado en esa forma. Hasta que cambie nuestra forma de pensar, podemos esperar más terror, en más continentes.

 

 

Fuente: The Wall Street Journal

Traducido por Marcela Lubczanski para Enlace Judío México