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LA MEIDELE

Los rituales y procesos de luto son diferentes en cada cultura y obvio, los judíos tenemos nuestra propia manera de “tratar” a la muerte, pero todavía más obvio, los paisanos de México tenemos nuestras peculiaridades cuando hacemos (tui tui) una shive.

Los 7 días que los Abeilim se sientan en shive fueron diseñados con mucha inteligencia por nuestros sabios para que se distraigan entre sus seres queridos; pero aguantar los constantes consejos de las bobes, tías e idishe mames (que vienen con buenas intenciones pero no les quita lo desesperantes) sobre cómo dormir mejor, sobre cómo repartir le herencia, sobre lo que tienes que comer y cuántos suéteres te debes poner se ha convertido en un verdadero reto. Aunque pensándolo bien, si cumple el cometido de la shive, mal que bien. Sí logran que se distraigan los Abeilim ¿no?

Las shives de los paisanos, al igual que cualquier evento judío, abundan en comida. Cada una de las amigas, tías, primas segundas e hijas del primo del tío del amigo traen algún pastel o platillo, pues “no vayan a pasar hambre los que están sentados en shive”. El flujo de gente se vuelve tal y la cantidad de comida tanta que los Abeilim, encima de todo lo que están viviendo, se tienen que preocupar por contratar sillas, servicio y elaborar menús: una vez más, la parte de la distracción funciona ¿no?. Por una semana, una shive se convierte en un centro de reunión paisano y, para cuando ésta termina, los familiares del difunto seguramente se tendrán que poner a dieta.

Los paisanos somos tan, pero tan cercanos, que sucede un fenómeno muy curioso, los Abelilim no pueden descansar ni un segundo esa semana.

Así transcurre el día: Se levantan para el rezo tempranísimo, desayunan con todos los señores que fueron y, terminando, cuando estaban a punto de relajarse un rato, empieza a llegar la caravana de señoras y así siguen llegando hasta la hora de la comida en donde, por supuesto, hay gorrones. Una vez que termina la comida, y cuando por fin la familia piensa que va a poder echarse una siesta, llegan todos los amigos y amigas de los hijos y nietos que ya salieron de la escuela, y ¿Por qué no? Más señoras y señoras (siempre hay señoras en una shive), no para de llegar gente hasta la hora pico de la shive: el rezo de la tarde. Cuando acaba el rezo, y después de 1 o 2 horas, se va el ultimo visitante (al que no le paraba la boca) llega el amigo de toda la vida que acaba de salir del trabajo y quería pasar a “darte un abrazo” (aunque se queda 45 minutos más). Al día siguiente vuelve pasar lo mismo… En ocasiones la gente acaba toda agripada y con las defensas bajas después de 7 días de maratón de shive.

Como cualquier punto de reunión de paisanos, las idishe mames, tías y bobes, sacan su instinto de Yentele (La casamentera) y se ponen a hacer Shidajs y presentar prospectos a media shive. “¿Ay mamita, tú eres la nieta de la señora _______?” “Tengo un nieto-sobrino de tu edad que no sabes que partidazo”, “¡Ay, pero que chulo estás ¿Tienes novia?” “Mi amiga ________ tiene una hija que acaba de regresar de ajshará que te va a encantar”. No traten de evitarlo, está en su naturaleza. Aunque si quieren un consejo, traten de no ir los domingos en la tarde a una shive, ahí es cuando se pone más intensa la cosa, pues es cuando todos pueden ir.

Puede sonar como un episodio de televisión de Sitcom, pero al final de cuentas no hay sentimiento más bonito y pleno que saber que estás rodeado de gente que te quiere y a la que le importas; que te acompaña en las buenas y en las malas. Las shives de los paisanos, aunque peculiares, son una muestra de unidad y hermandad de nuestra comunidad.