El día 4 de octubre, en la Sinagoga Adat Israel, se celebró Sucot.

Se sirvieron unas suculentas tortas para todos- y de postre, pastel y galletas.

Al finalizar la comida, Manuel Taifeld, quien se ha dedicado a mantener viva esta icónica institución de la Kehile, entregó reconocimientos a las personas que han apoyado a la sinagoga durante el año y sobre todo en la Fiestas Mayores: c.

El Shul de Álamos

La colonia Álamos era bonita y elegante a principios de los años cuarenta, por eso la eligieron varias familias asquenazím que habían logrado una mejora económica y deseaban salir del centro de la ciudad. En la comunidad nadie tenía coche, y esta colonia contaba con acceso directo en tranvía o en autobús, otra razón importante para la eyección del barrio. Algunas de estas personas construyeron una propiedad, a diferencia de quienes se mudaron a la colonia Hipódromo donde alquilaban la vivienda.

Se organizaban los rezos para shabat en la cochera de la familia Steimberg en la calle Coruña, donde también asistían judíos de la colonia Portales y Narvarte. Las fiestas mayores de Rosh Hashaná y Yom Kipur se celebraron por más de cuatro años en la panadería del señor Filler en la vecina colonia Alagarin; el shtrudel de la señora Filler era un agasajo para los correligionarios.

En 1942 se adquirió una casa en la calle Cinco de Febrero y se adaptó para los rezos, como tantas casas que han existido previas a una construcción formal. Al fondo, donde ahora está el shul, era un patio y los rezos se hacían en el salón de fiestas.

En esta colonia, los judíos se fueron estableciendo en los mismos edificios, como si fueran una sola familia. En la esquina del shul había una tienda enseres imprescindibles para la continuidad de una tradición (aunque también se vendía jamón y otras cosas no tan Yiddish). Pero esta tienda era más que eso: era un lugar de reunión, de chisme, de intercambio de recetas, afuera platicaban y de allí los señores se iban al rezo.

La sinagoga actual se construyó entre 1948 y 1952 a cargo del ingeniero Gregorio Beitman, quien falleció poco tiempo después de concluir la obra (a los veintiocho años de edad). Su hermano Benjamín se encargó de toda la instalación eléctrica. Los trabajos de carpintería los realizo un miembro de la comunidad de apellido Matluk.

El proceso de edificación sufrió por falta de recursos. De acuerdo con un testimonio, se le pedían viguetas para construcción a gente ofreciéndoles una alía a cambio. El problema eran los albañiles, sentados en la banqueta esperando a ver quien les iba a pagar. El enorme candil de la sinagoga lo compraron ni más ni menos que ¨El Candil Francés” con recursos que juntaron las señoras. De los libros de la Torá que están guardados en el Aron Hacodesh uno tiene una historia especial: lo trajo el último judío de la comunidad que se había formado en Pachuca, Hidalgo cuando esta comunidad se desintegró porque todos sus miembros migraron al Distrito Federal.

Además se construyá un pequeño departamento en la parte alta para alojar a las personas que respeten shabat y quieran rezar aquí.

A pesar de que ya casi no viven judíos en este barrio, la sinagoga nunca ha dejado de funcionar. De aquí se mudaron a la colonia Hipodromo Condesa y a Polanco, que era toda una novedad en la década de los sesenta. Hoy en día existe un grupo de personas, entre ellos Manuel Taifeld, quienes se encargan de mantener vivo este lugar donde crecieron y al que le tienen mucho cariño, organizan los rezos de shabat a los que asisten entre diez y treinta personas, a quienes se les ofrece arenque y leikaj, una especie de panqué marmoleado que allí elaboran.

Un guisado tradicional le ha dado fama al shul: el cholnt, a base de frijoles blancos, papas y carne, preparado durante mucho años por Aurora, la portera, quien ¨lo persignaba¨ para que le saliera bien. Ahora lo cocinan las señoras cuando hay una celebración; además, hornean y venden roscas sefaradim en este lugar.

Ésta es la única sinagoga que nunca ha contado con un rabino propio; no obstante, los correligionarios conocedores de la liturgia han dirigido los rezos sin problema. Hay rezos los martes día de la junta de los directivos; los viernes, en que apenas completan el minian; y los sábados, que asisten unas veinte personas. Todavía se celebran bar mitzvot y otras fiestas aquí; el recinto se llena durante Rosh Hashaná y Yom Kipur, días en los que, a diferencia de otras sinagogas, todo aquel que desee puede rezar en este espacio sin condiciones.