Se le considera el espía más importante que los soviéticos emplearon en Israel.

Marcus Klinberg REUTERS
Marcus Klingberg, el israelí que espió para la Unión Soviética. (Foto: REUTER9S

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Marcus Klingberg, el biólogo israelí que sirvió 15 años en la cárcel tras ser declarado culpable de espiar para la Unión Soviética, murió en París el lunes temprano a la edad de 97 años. 

La salud de Klingberg había sido precaria en las últimas etapas de su vida. 

Se le considera el espía más importante que los soviéticos emplearon en Israel. 

Profesor de biología que alcanzó el grado de teniente coronel en el Cuerpo Médico de las Fuerzas de Defensa de Israel, Klingberg pasó a trabajar para el Instituto Israelí de Investigación Biológica en Ness Ziona. El instituto está considerado uno de los centros más destacados de inteligencia secreta en el país. 

Según reportes de medios extranjeros, el centro de investigación es donde Israel fabrica armas biológicas y venenos utilizados por el Mossad en sus misiones.

Klingberg logró escalar posiciones en el instituto, alcanzando el cargo de director adjunto. 

Por mor de su cargo, tenía acceso a todos los documentos e información más sensibles del lugar.

Fue arrestado en 1983 por las autoridades después que su cobertura fuera revelada por un agente doble que sin él saberlo también trabajaba para Israel. Un tribunal militar lo encontró culpable de espionaje y lo condenó a 20 años de prisión. 

Después de servir 15 años, fue puesto en libertad condicional. Un personaje que testificó a favor de Klingberg fue el ex jefe de la Agencia de Seguridad de Israel (Shin Bet) Yaakov Perry, actualmente miembro de la Knesset por el partido Yesh Atid de Yair Lapid. 

En 2003, Klingberg dejó Israel y se trasladó a París, a casa de su hija Silvia y su nieto. 

Klingberg nació en Polonia en 1918 en el seno de una familia religiosa. En su juventud, se volvió secular y eligió estudiar medicina en la Universidad de Varsovia. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, dejó a sus padres, que finalmente fueron asesinados en el Holocausto, junto con toda su familia, y se trasladó a la Unión Soviética para continuar sus estudios. 

Tras la invasión nazi de la Unión Soviética, Klingberg se alistó en el Ejército Rojo, donde alcanzó el rango de mayor en su cuerpo médico. Su área de especialización en el ejército era la epidemiología. Durante su servicio, sufrió heridas en la pierna. 

Después de la guerra, regresó a Polonia. En 1949, él y su esposa, Wanda, microbióloga, emigró a Israel. Klingberg se unió al ejército israelí y más tarde ocupó un cargo en el Instituto de Investigaciones Biológicas. 

Durante el transcurso de su servicio militar y su paso por el instituto, participó en algunos de los proyectos más confidenciales. Como miembro del partido gobernante Mapai, disfrutó de una estrecha asociación con los líderes del país, entre ellos el entonces primer ministro Levi Eshkol.

Mientras trabajaba en el instituto, Klingberg fue dos veces convocado por las autoridades después que el Mossad y el Shin Bet recibieran información que indicaba que estaba trabajando como agente, o para la Unión Soviética o para uno de los países del bloque soviético. Klingberg refutó las reclamaciones, e incluso pasó un polígrafo. 

Fue sólo después de que Klingberg tomara contacto con un agente soviético que trabajaba en secreto para los israelíes que las autoridades lograron inmovilizarlo por cargos de espionaje. 

A pesar de que el gobierno no tenía pruebas suficientes para presentar cargos contra Klingberg en la corte, finalmente confesó que pasaba información a la GRU, dirección de inteligencia militar extranjera de Moscú. 

En retrospectiva, las autoridades israelíes supieron que Klingberg comenzó a trabajar para los rusos antes de inmigrar a Israel. Aún así, hay funcionarios del Shin Bet que afirman que fue extorsionado por sus superiores soviéticos que recordaban a Klingberg que nunca terminó sus estudios de medicina debido al estallido de la Segunda Guerra Mundial. 

Klingberg mantuvo durante mucho tiempo que lo había hecho, y que a menudo se reunía con sus superiores en la Iglesia Ortodoxa Rusa en el sur de Tel Aviv y durante viajes a Viena y Ginebra. 

Después de su salida de la cárcel, co-escribió un libro con su abogado, Michael Sfard, en el que reveló que su esposa también era una agente soviética. Como empleada del instituto, ayudó a su marido a filtrar información y pruebas confidenciales de laboratorio fuera del país.


Fuente: The Jerusalem Post

Traduce y edita: Silvia Schnessel para Enlace Judío México

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