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ANDRÉ MOUSSALI PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

Hace décadas, cuando mis padres y yo emigramos hacia la ciudad de México,  hicimos una escala en Estocolmo, la capital de Suecia. En esa ciudad tuvimos que permanecer más de 24 horas y la compañía aérea SAS nos ofreció gratuitamente alojamiento. Me percaté de que el frio debía ser terrible, porque las ventanas eran dobles e incluso en el cuarto había una bacinica debajo de la cama. Me figuré que por el clima tan extremo los huéspedes no salían de su cuarto.

Me sorprendió que las meseras en el restaurante del hotel fueran señoras muy instruidas. Sabían exactamente lo que pasaba en el Medio Oriente, porque mi padre estuvo discutiendo con ellas sobre el problema de Líbano, que por esa época atravesaba por una de tantas guerras civiles.

Me pareció que la gente era muy decente y muy agradable. Incluso en una ocasión le hice una entrevista al embajador de Suecia en México, el cual se portó con mucha amabilidad. Me decía un amigo de mi padre en aquel entonces, que los países nórdicos como Noruega, Suecia e incluso Dinamarca se habían portado muy bien con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero en 2015 las cosas cambiaron:

La ministra de Relaciones Exteriores de Suecia, Margot Wallström, declaró a la prensa que los ataques que sufrió París el 13 de noviembre por parte de los terroristas islámicos eran una consecuencia del problema de Israel con los palestinos. Algo  que me extrañó bastante; porque los islamistas no eran palestinos ni abogaban por la liberación de Palestina, y sus víctimas no eran  israelíes ni judíos. Los terroristas asesinaron a personas inocentes que comían en restaurantes, otras que oían un concierto e incluso algunas que estaban presenciando un partido de futbol.

Hace unas décadas, Suecia acogió a muchos inmigrantes que venían de los países islámicos. Incluso en Malmö, un pequeño pueblo habitado en su mayoría por musulmanes, el alcalde de esa localidad obligó a sus ciudadanos de filiación judía a que se manifestaran en contra de la política de Israel.  Obligar a los judíos suecos a que se unieran a sus conciudadanos en contra de Israel, me parece absurdo; pero incluso la población judía de este pueblo tuvo que emigrar a otro, porque no era bienvenida.

La vida de los judíos en Suecia se vio muy afectada, debido a una calumnia en la que se acusaba a Israel de querer vender los órganos de los palestinos muertos en las hostilidades que periódicamente los enfrentaban. Lo único que faltaba era acusar a los judíos de querer sacar la sangre de los palestinos para ponerla en el pan ácimo (matzá), como se hacía con los niños cristianos según otra acusación surgida en la Edad Media, que se arrastró durante siglos y que cobró muchas vidas judías.

 Me parece que la ministra de Relaciones Exteriores de Suecia ha llegado a la conclusión de que los israelíes son culpables de todo, como antes se acusaba a los judíos de ser causantes de  todos los males del mundo. Sin embargo, terminó diciendo que las relaciones entre Israel y Suecia son excelentes. Eso me recuerda también, que los antisemitas siempre tienen entre sus “mejores amigos”  a un judío.

Si la ministra de Relaciones Exteriores de Suecia juzga que con estas declaraciones va a resolver el problema del terrorismo islámico y de todo el Medio Oriente, está  muy equivocada.

Suecia socorrió a los judíos antes y después de la Segunda Guerra Mundial. Ahora se ha volteado, quizás porque las circunstancias han cambiado. Tal vez el gobierno sueco piense que cuando los judíos eran masacrados por los nazis eran gente buena, y ahora que han sabido defenderse y logrado tener una nación, que es asediada día a día por más de mil millones de musulmanes y un centenar de millones de árabes, ellos son ahora los victimarios y los culpables de todos los problemas del mundo.

Les dejo a ustedes lectores reflexionar y juzgar.