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Descendiente de sobrevivientes del Holocausto, la doctora Olivia Joanna Gall Sonabend es un orgullo de nuestra comunidad judía. Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, maestra y doctora en Ciencia Política por el Instituto de Estudios Políticos de Francia, es miembro la Academia Mexicana de Ciencias.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO- Gall, quien nos recibió en su casa para la entrevista, nos relató que Enlace Judío es su conexión con la Comunidad Judía de México.

Su línea de investigación académica es el racismo y la discriminación. Es probable, como dice ella, que “mi historia familiar y la del pueblo al que pertenecieron mis antepasados tiene que ver con por qué me apasionan estos temas”.

“Al principio no me dedicaba a esos temas, sino a la historia política. Empecé a dedicarme profesionalmente al racismo, la discriminación y la xenofobia en 1994, porque me fui a vivir a Chiapas, y me tocó el levantamiento zapatista”.

“Me llamó la atención que hubiera racismo, y más aún, que nadie se diera cuenta. México siempre negó el racismo, y dijo nosotros no podemos ser racistas, nuestra identidad nacional está fundamentada en la exaltación de la mezcla racial y cultural.

Al ir trabajando este tema no solo me topé con el racismo anti-indígena, anti-negro y el racismo anti gente más morena y más pobre”.

La (s) historia(s) de sus padres rayan lo extraordinario:

“En realidad no debería llamarme Olivia Gall, pues mi padre se apellidaba Grinberg, pero se tuvo que cambiar el apellido durante la (Segunda) Guerra. Ambos mis padres nacieron en Polonia”.

“Mi madre, Ruth Sonabend, nació en 1920 en un pueblito cercano a Varsovia; su abuelo y siete generaciones antes que él, fueron rabinos todos. La generación que rompió con el rabinato fue la de mi abuelo materno. Sus hermanos y él buscaron otros medios para sobrevivir”.

Ruth inició sus estudios en una escuela progresista en Varsovia. En 1938, acompañada de su hermana mayor, fue a cursar la carrera de Química a Paris, a la Universidad de la Sorbona;

Su familia se quedó en un pueblo cerca de Gdansk, Polonia. Su padre importaba fruta de África a Polonia; se dio cuenta de que la situación estaba empeorando. En 1940, sin decir nada a la familia, planeó un viaje a México.

“Le avisó a mi abuela: ‘Mañana nos vamos a México’. Mi mamá estudió química en nuestro país, después física y luego una maestría en física en la Columbia University. Fue muy destacada en física aeroespacial, una de las únicas dos mujeres de su generación en ese campo a nivel mundial”.

El padre de Olivia, Henryk Grinberg, nació en Dobrzyn, Polonia, de una familia judía comunista; salió en 1936 a Suiza a estudiar Derecho Internacional, volvió a Polonia en 1939, donde lo agarraron los nazis y lo encarcelaron. Estuvo preso cerca 10 meses… y escapó por un túnel.

“Tomó el tren con su esposa; cruzaron Polonia, cruzaron la URSS, cruzaron China, Tailandia, y llegaron a Japón donde embarcaron hacia Canadá. En Canadá, mi padre dejó a su esposa acomodada, y volvió a Inglaterra para alistarse en el ejército”.

Cuando supo de la solución final, decidió ir a salvar a su padre y hermano. Consiguió papeles falsos con el apellido de Gall, para que no lo identificaran como judío. Su hermano ya había sido enviado a Buchenwald, donde murió. Descubrió que su padre era uno de los dirigentes del ghetto de Dobrzyn. Cuando Henryk lo encontró, éste no quiso seguirlo: “Me quedo con mi gente”. De hecho, el héroe se salvó aunque, después de la guerra, un fascista polaco lo mató en un parque.

“Mi padre estuvo en el Día D, no sé como sobrevivió, liberó Paris. Cuando regresó a Montreal, su esposa ya no quiso estar con él, se divorciaron. Quedó como corresponsal de prensa, y un día fue a una conferencia de prensa en México sobre Polonia Libre. Conoció a mi madre, que estaba a punto de irse becada a Columbia”.

Vivieron en NY durante cinco años. Un buen día, la policía polaca soviética le pidió, a cambio de su pasaporte, que fuera espía para Polonia en Nueva York. Renunció a su nacionalidad y a su trabajo en la ONU; la pareja se trasladó a México.

Murió en México en 1965, 11 años después de su llegada”.

En México, a partir de los años 30, los más “indeseables” eran los chinos, los negros y los judíos

Varios de los historiadores que han trabajado política de inmigración en México son judíos. Fueron descubriendo que México siempre se presentó ante el mundo como un país abierto a la gente que necesitara refugio o asilo ante la persecución. México dio asilo a León Trotsky, a refugiados españoles y a refugiados de las dictaduras del Cono Sur en los años 70.

“México, al haberse abierto a ciertos grupos, parece ser un país muy abierto a la inmigración” dice la investigadora.”Los historiadores han descubierto que México, en realidad, a partir de los años 30 se convirtió en un país de puertas cerradas a la inmigración. Como motivo, se autodefinió como una nación mestiza, de mezcla indo-europea. Por ello, decidió que habían muchos pueblos que no eran asimilables al mestizaje indo-europeo.

Polacos, albaneses, sirios, turcos fueron nacionalidades a las que se les cerraba la puerta. Y los más “indeseables” eran los chinos, los negros y los judíos”.

Según Gall, durante la revolución y los años 20, el grupo étnico minoritario de inmigrantes que en México más sufrió, y de una manera brutal, fueron los chinos. En el norte, en Sonora por ejemplo, hubo campañas de racismo recalcitrante, y la sociedad, gobiernos y la población. Los expulsaron y mataron en todos lados.

“México no es antisemita pero,a nivel del imaginario y del discurso, sí existe el antisemitismo en nuestro país”.

Según Gall, los judíos son un caso particular: México no es antisemita. Prácticas cotidianas en la sociedad tampoco son realmente antisemitismo. “Lo que sí creo es que hay un discurso que sí es antisemita. Prejuicios clásicos: “todos los judíos son ricos, usureros y controlan el mundo, el poder militar, financiero, comercial. Son un pueblo al que no le importan los intereses de ninguna nación donde viven, salvo Israel. Los judíos tienen sus propios intereses trasfronterizos, los judíos mataron a Jesús”. El inventario antisemita que la gente tiene muy introyectado en su discurso e inventario”.

“Podemos decir que, a nivel del imaginario y del discurso, sí existe el antisemitismo en México”.

León Trotsky, el judío más buscado del mundo, en México

León Trotsky es un personaje muy querido de la investigadora. Gall publicó dos ediciones de Trotsky En México, obra habitada por notables personajes como Diego Rivera, Frida Kahlo, Tina Modotti, André Breton, Vicente Lombardo Toledano, Francisco J. Múgica y Luis Cabrera, quienes rodearon el asilo mexicano del mayor perseguido político del régimen estalinista, León Trotsky. Esto es lo que nos relata de este personaje:

Trotsky fue un judío ucraniano de familia agricultora de media clase; en su juventud decidió que quería ser revolucionario. Dialogó desde sus posturas independientes, posteriormente bolcheviques y hacia el final de su vida anti-stalinistas.

Aunque no fue parte del corazón de su pensamiento, él estaba consciente de dónde venía.

Llegó a México bajo asilo por una decisión que Cárdenas tomó en cinco minutos. Los troskistas eran perseguidos en todo el mundo, y cuando León estuvo en Suecia tenían miedo a que lo extraditaran a la URSS. Pidió asilo en EE.UU. pero Roosevelt lo rechazó. En ese momento Diego Rivera, era troskista: fue a ver a Cárdenas, le planteó el asunto y el presidente de México tomó la insolita decisión de darle asilo.

León Trotsky no lo podía creer, era una figura internacional y de liderazgo muy importante. Vivió en casa de Diego y Frida durante 2 años.

Frida y Trotsky tuvieron un romance, pero la pelea entre Diego y Trotsky no tuvo nada que ver con éste. Cuando se distanciaron, Frida volvió hacia Diego, y se hicieron estalinistas.

La esposa de Trotsky vivió hasta 1963 en México, habitando la misma casa.