Louis H. Feldman, profesor de Yeshiva University, experto en la obra de Flavio Josefo, lo considera uno de los primeros comentaristas sistemáticos de la Biblia y uno de los principales historiadores de los principios de la Era Común (Siglo I). Lo describe como pro romano y opuesto al nacionalismo extremo judío, pero también como un celoso defensor de la religión y cultura judía.

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MARCOS GOJMAN

Yosef ben Matitiahu nació en Jerusalem en el año 37 EC, en la época de la ocupación romana de la Tierra de Israel y murió en Roma a finales del siglo I EC. De joven fue enviado a esa ciudad a negociar la liberación de algunos sacerdotes que el Emperador Nerón tenía como rehenes y cuando regresó se encontró con una nación sumida en una rebelión en contra de sus ocupantes.

A pesar de su presentimiento de que la lucha era en vano, aceptó ser el comandante de las fuerzas rebeldes judías en la Galilea. Durante la caída de la ciudad de Yodfat (Jotapata) ante el ejército de Vespasiano, Josefo y sus hombres se refugiaron en una cueva donde acordaron suicidarse antes que entregarse. Josefo, sin embargo, fue uno de los dos que no se suicidaron.

Al ser tomado prisionero por Vespasiano, recordó un oráculo que decía que el general sería el próximo emperador de Roma y se lo dijo. Al cumplirse la “profecía”, éste le perdonó la vida y lo recompensó ampliamente. El emperador Vespasiano fue el iniciador de la dinastía Flavia, por lo que Josefo cambió su nombre a Flavio Josefo, como agradecimiento a su protector. Durante el resto de la guerra, Josefo ayudó al comandante Tito, hijo de Vespasiano, en su lucha en contra de los rebeldes judíos, tratando de negociar una paz con ellos, pero no lo logró. Josefo fue testigo de la destrucción de Jerusalem y del Templo, por lo que fue considerado un traidor a la causa.

Emigró a Roma con la comitiva de Tito y se dedicó a escribir la historia de la guerra que había presenciado, primero en arameo y después en griego. Posteriormente, escribió un largo tratado sobre la historia de los judíos. Ambas obras, “La Guerra de los Judíos” y “Antigüedades de los Judíos”, junto con su autobiografía, son una de las fuentes más importantes que tenemos para poder entender los últimos dos siglos de la época del Segundo Templo (530 AEC hasta 70 EC).

Louis H. Feldman, profesor de Yeshiva University, experto en la obra de Flavio Josefo, lo considera uno de los primeros comentaristas sistemáticos de la Biblia y uno de los principales historiadores de los principios de la Era Común (Siglo I). Lo describe como pro romano y opuesto al nacionalismo extremo judío, pero también como un celoso defensor de la religión y cultura judía.

El profesor Magen Broshi, del Museo Israel de Jerusalem, se ha dedicado a corroborar la exactitud de las fuentes que Josefo utilizó al escribir sus obras y concluye que, en cuestión de pruebas arqueológicas, los escritos son bastante exactos. También sus cifras sobre el número de habitantes parecen ser bastante confiables. Pareciera que obtuvo su información de los reportes de los comandantes del ejército romano, ya que todo lo escribió cuando ya vivía en Roma. Pero en otros campos, Josefo llegó a ser un poco vago y hasta exagerado.

Josefo interpretó la revuelta judía como el enfrentamiento entre la corrupción de los gobernadores romanos enviados por el Emperador Nerón y el nacionalismo religioso judío, de por sí dividido en facciones, como los fariseos, los saduceos y los esenios. ¿Fue Flavio Josefo un traidor al pueblo judío? Por muchos años así fue considerado, aunque últimamente se ha revalorado su aporte como historiador, lo que le ha dado otro lugar en la historia judía. ¿Qué hubiera pasado si le hubieran hecho caso durante la revuelta? Nadie sabe.

Bibliografía: Artículos de Louis H. Feldman, Magen Broshi, G. Goldberg y otros.

Fuente:alreguelajat.com