El rabino Kook creía que el movimiento moderno para restablecer un Estado Judío en la tierra de Israel tenía un profundo significado teológico y que los sionistas eran los agentes de un plan divino para traer la era mesiánica.

MARCOS GOJMAN

La creencia de que Dios les prometió a los judíos la tierra de Israel es tan antigua como la Biblia misma. Ya en la diáspora, se pensaba que un líder, el mesías, un enviado de Dios, reestablecería el dominio judío sobre la tierra de Israel al final de los tiempos. El pueblo judío no debía hacer nada, simplemente esperar a que sucediera. En el siglo XIX, los judíos sionistas, la gran mayoría de ellos seculares, decidieron que no esperarían más y empezaron a asentarse en la tierra de Israel. Los grupos religiosos ortodoxos consideraron este movimiento como una blasfemia. Algunos grupos ultra ortodoxos lo consideran así hasta el día de hoy. Ellos creen que cuando venga la redención divina, el mundo será testigo del regreso del pueblo judío a su tierra y también a su Dios.

Sin embargo, hubo rabinos ortodoxos que pensaban diferente. En 1862 el rabino Zvi Hirsch Kalischer dijo que la salvación de los judíos, tal como lo habían prometido los profetas, sólo podría darse por la acción de los mismos judíos. Igual pensaba el rabino Moshé Shmuel Glasner. Pero el principal ideólogo del sionismo religioso moderno fue el rabino Abraham Isaac Kook.

Rav Kook nació en 1865, en Griva, antes Rusia y ahora parte de Latvia. A los 18 años empezó a estudiar en la Yeshivah Volozhin, considerada “la madre de las yeshivot lituanas”. Pronto fue considerado como un alumno prodigio. En 1904 Kook se mudó a la Palestina otomana para ocupar el puesto de rabino en Jaffa. Su responsabilidad como rabino incluía el atender a varios asentamientos agrícolas mayormente seculares que estaban en los alrededores. Ahí empezó a participar en el movimiento “Kiruv”, un programa que buscaba acercar a los judíos a la forma de vida ortodoxa. Estaba en Europa cuando estalló la primera guerra mundial, por lo que pudo regresar a la tierra de Israel hasta el término del conflicto. A su regreso fue nombrado el rabino ashkenazi de Jerusalem y en 1921 fue nombrado el primer Gran Rabino ashkenazi en Israel. Fundó en 1924 la yeshivah Mercaz Harav. Unas 80,000 personas, asistieron a sus funerales en 1935.

El rabino Kook creía que el movimiento moderno para reestablecer un estado judío en la tierra de Israel tenía un profundo significado teológico y que los sionistas eran los agentes de un plan divino para traer la era mesiánica. Lo explicaba basado en las ideas de Hegel, quien veía a los pueblos como organismos vivos que tenían alma. Y esa alma era el espíritu de la nación, que era invisible, pero que viva y se desarrollaba a través de la historia concreta de cada pueblo. Kook llamaba a ese espíritu “Knesset Israel”, “la Asamblea de Israel”, término usado en la Kabalah.

Kook entendía que, en el mundo de la mística y el subconsciente, el nacionalismo era una nueva versión de lo religioso y decía que la redención vendría no sólo cuando los judíos seculares retornaran a la religión, sino también cuando la religión llegara a una nueva dimensión gracias a los judíos seculares. Se cuenta que cuando fue a visitar al Kibutz Merhavia, sus integrantes vieron su visita como un intento de influirlos para que regresen a la religiosidad. Un miembro del kibutz le dijo: “No vas a tener éxito en influirnos con tus ideas”. Kook le contestó: “Por el contrario, venimos a que ustedes nos influyan con las suyas”. Kook no solo trato de ser cortés, realmente creía que el camino para remediar los males de la religión, era entendiendo a aquellos que se habían revelado en su contra. Sin renunciar a sus creencias, Rav Kook resolvió la contradicción del sionismo con la ortodoxia.

Bibliografía: Artículos de Micah Goodman, Rachael Gelfman Schultz, Daniel Shoag y otras fuentes.

Fuente: alreguelajat.com