NADYA AL-NOOR

Muchos me han preguntado cómo una musulmana como yo llegó a ser sionista. Al igual que muchos musulmanes, empecé siendo muy anti-Israel. Hace unos años, era una ferviente partidaria del movimiento BDS, Estudiantes por la Justicia en Palestina, e incluso la Intifada. Veía a Israel como la encarnación del mal. Todo lo que sabía acerca del país era malo – Israel era un Estado de apartheid, Israel mataba niños, Israel no tenía derecho a existir. El sionismo era racismo. En la universidad donde estudié la licenciatura nos enseñaron que Hamas era un “grupo de interés”, no una organización terrorista. Todos sabían que yo odiaba a Israel. Es decir, hasta el año pasado, cuando descubrí la verdad.

En 2015, me convertí en una devota musulmana. Comencé a rezar todos los días y me dediqué a seguir los principios del Islam. Así que imaginen mi sorpresa cuando un día me desperté con un profundo anhelo por aprender sobre judaísmo. Me sentí atraída por la religión judía. Mis parientes son judíos, y crecí con muchos amigos judíos, pero sólo entonces abrí mi corazón al judaísmo.

Empecé a investigar sobre judaísmo y a hablar con mis amigos y familia judía. Aprendí que mis tíos se conocieron en Israel, luego de que la familia de mi tía huyó de Rusia debido al antisemitismo. Me enteré de que muchos de mis amigos habían sido influenciados por su identidad judía. Un rabino me obsequió un libro de oraciones jasídicas, y me sorprendí al ver las similitudes con mis propias oraciones musulmanas. Comencé a darme cuenta de que había crecido en base a un modelo de conducta judío, pero seguía mi oposición hacia Israel porque evitaba una introspección honesta sobre ese país. Pensé que lo sabía todo. No podía estar más equivocada.

Empecé a aprender acerca de Israel por mera casualidad. Esto ocurrió en mi último año de universidad. Decidí tener acceso a la cocina kosher de Hillel en la universidad, porque la mayoría de alimentos kosher son Halal (paralelo a Kosher en el Islam). Pero me inscribí por equivocación al Comité Hillel Israel. No tuve el valor para anular mi inscripción, así que asistí a las reuniones a regañadientes. A medida que transcurría el tiempo, me di cuenta que la mayor parte de lo que había aprendido acerca de Israel era propaganda antisemita. Israel es un país justo que lucha por mantener a su gente a salvo. No un opresor motivado por el mal como me habían enseñado toda mi vida. Hillel se convirtió en un lugar en el que podía ser feliz y sentirme segura, un medio en el que podía comprender mejor a Israel y al judaísmo. Asistí a las cenas de Shabat cada viernes antes de los rezos en la mezquita. Empecé a planear eventos con el Comité de Israel.

En noviembre de 2015, invitamos a un cineasta israelí homosexual para dar una plática sobre la homofobia en Israel. Hubo una gran protesta contra el evento y tuvimos que cancelarlo. Manifestantes anti-israelíes se apoderaron del lugar y difundieron terribles mentiras. En una universidad conocida por su apoyo a los judíos, esto era inconcebible. Mis amigos judíos se sentían derrotados. Algunos incluso lloraban. Otros temían ir a clases al día siguiente. La gente gritaba cosas terribles contra ellos. Yo quería ayudar, pero me daba miedo. El cineasta me dijo algo que quedó plasmado en mi: “¿Tienes miedo? Lástima. Si quieres lograr cambios importantes, debes estar dispuesta a defender tu causa.”

Así que lo hice. Me convertí en defensora de Israel. Me inscribí en el programa Makom para aprender acerca de Israel. Aprendí que Israel había intentado firmar acuerdos de paz en varias ocasiones. Aprendí cómo los países árabes se unieron para tratar de destruir a Israel en 1948. Aprendí que aceptar a Israel beneficia a todos los pueblos, incluidos los musulmanes. Conocí a personas que habían servido en el ejército, y me dijeron cómo era y lo que habían visto. Aprendí acerca de los 800,000 refugiados judíos que Israel rescató de los países árabes. Aprendí que los judíos realmente necesitan el Estado de Israel, y que ha sido su tierra durante más de 3000 años. Es el único lugar del mundo donde los judíos pueden ser completamente libres. El sionismo reafirma el derecho de los judíos a vivir con seguridad en su país de origen. Incluso el Corán habla de cómo los Hijos de Israel volverían a su tierra eterna desde todos los rincones del mundo. Todo este conocimiento creó una nueva identidad. Hoy en día, me siento orgullosa de ser musulmana y sionista a la vez.

Mi meta en la vida es construir puentes entre las comunidades judías y musulmanas. He conocido a muchos otros sionistas musulmanes con el mismo objetivo, muchos de ellos ex extremistas contra Israel. El antisemitismo en la comunidad musulmana se basa en mentiras contra de Israel y enseñanzas religiosas falsas contra los judíos. La comunidad musulmana debe ser educada de acuerdo a la realidad sobre Israel y su verdadera historia. Sólo entonces se podrá lograr la paz.

Para todos el que leen estas líneas, judíos, musulmanes, ateos, árabes, israelís, o cualquier otra persona, los invito a construir sus propios puentes. A encontrarse con gente nueva. Inviten a sus vecinos árabes a tomar el té. Conversen con la joven judía que espera en la línea de la cafetería. Busquen a amigos de diferentes credos y origen étnico en sus universidades. Hablen con un rabino o imam. Si es posible y seguro, vayan a una sinagoga o mezquita y hagan preguntas honestas. Únanse a un grupo interreligioso en su zona. Si no lo encuentran, inicien uno, como lo hice yo. Trabajen en proyectos comunes para servir a la comunidad. Organicen una cena de Shabat e inviten a miembros de varias religiones. Aprendan unos de otros. No somos tan diferentes. Todos somos hijos de Dios, todos somos parte de una sola humanidad, y debemos actuar como tal.

Fuente: The Times of Israel

Traducción: Esti Peled

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