La generosidad de una comunidad permitió que una mujer no fuera despedida en soledad.

AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO

En un acto de generoso y desinteresado, cerca de 30 extraños asistieron al entierro de una mujer a la que nunca antes habían visto.

El 17 de agosto, miembros de una comunidad se unieron para despedir los restos de Francine Stein en el “Temple Israel Memorial Park”, en Blauvelt, Nueva York, después de enterarse de que esta mujer no tenía ni familia ni amigos que pudieran asistir.

“Me sorprendí con el nivel de convocatoria y me sentí muy conmovido”, aseguró al medio norteamericano ABC News el rabino Eclanan Weinbach, encargado de oficializar el evento. “Fue durante el día que varias personas vinieron de sus trabajos y dedicaron parte de su tiempo a honrar la vida de esta mujer. Quedé atónito y sin palabras”.

El rabino Weinbach, de la Congregación Shaarey de Israel en Montebello, dijo a ABC News que conoció la historia de Francine Stein a través del director de la capilla Hellamn Memorial. El director le consultó al rabino si estaba interesado en oficializar el entierro. Stein había muerto recientemente y lo único que se sabía de ella hasta el momento era que tenía 83 años y cuál era su nombre.

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“Estaba pensando en cómo darle dignidad a un servicio en el que las únicas personas presentes seríamos profesionales sin ninguna conexión con la muerta y que, además, no conocíamos nada de ella”, dijo Weinbach. “Lo discutí con mi hija y ella fue la que sugirió que podría llevar a algunas personas al cementerio y, así, esta mujer no tendría que estar completamente sola en su funeral”.

La hija del rabino Weinbach, Ora Weinbach, creó una página de Facebook para convocar gente para el entierro. Marquis Home Care, una empresa local en Spring Valley ofrecía traslado gratuito.

“Sólo pensé en lo triste que sería la posibilidad de que esta mujer fuera enterrada sola, sin nadie a su alrededor”, dijo el director de Marquis Home Care.

“El día del entierro, quienes cargaron el féretro lo bajaron y llenaron su tumba como parte de una tradición judía ortodoxa”, dijo Friedman. En los días siguientes al funeral, el rabino Weinback descubrió que esta mujer había sido una profesora en la prestigiosa escuela Julliard y que había vivido durante diez años en una residencia para ancianos llamada Munsey Park.

Trabajadores y residentes de Munsey Park se han enterado de la noticia después del entierro pero el rabino Weinbach espera poder efectivizar un servicio especial en la residencia para que aquellos que la conocieron puedan despedirse.

Fuente:lanacion.com.ar