La semana pasada tuve el honor, junto con el viceministro Michael Oren, de hablar a la multitud de soldados solitarios, familias, voluntarios y simpatizantes del recién inaugurado Centro en Memoria del soldado solitario Michael Levin en Jerusalem. Al término de la ceremonia de apertura a un soldado alto y delgado, vestido con la boina de la unidad de élite Golani en el hombro, se acercó a mí y me dio las gracias por mi presentación motivadora. Observé que su inglés tenía un marcado acento. Le pregunté de dónde venía, y respondió de Boro Park, Brooklyn, Nueva York. Inmediatamente me di cuenta de que había una historia de fondo, pero jamás podría haber imaginado lo épico, fascinante y teñida de tristeza que sería. Pregunté al sargento Jaim si lo podía entrevistar, y la historia increíble e inspiradora que sigue a continuación está basada en la transcripción de la entrevista.

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El sargento Jaime nació en una muy unida ilustre familia jasídica Satmar en Boro Park, Brooklyn. Su bisabuelo fue el rabino Moshe Teitelbaum, sobrino del rabino Joel Teitelbaum, el Rebe Satmar. Tiene 10 hermanos y sólo hablaba yiddish hasta los 16. En sus propias palabras:

“Tenía 10 años y realmente no era feliz, no conectaba con la oración o el estilo de vida. A los 11 años, fui a Israel por primera vez a la boda de mi primo. Bajé del avión y vi el “Aleph Bais” (alfabeto hebreo) en todos los carteles y soldados religiosos con armas. Estuve aquí 10 días y luego regresé y sólo pensaba en Israel”.

Como adolescente, fue a la yeshiva de su tío en Bnei Brak. Pero, de acuerdo con Jaime, lo vigilaban durante el día y lo encerraban en la noche. Después de un año, alguien le dio periódicos y le empezó a hablar del mundo exterior.

Entonces la gente en la yeshivá se dio cuenta de que quería conectarse con el mundo exterior y lo enviaron de nuevo a Monroe, Nueva York, a una Yeshivá de allí. Se compró un teléfono inteligente que, según Jaim, “es extremadamente ilegal”. Comenzó a buscar a Israel y las FDI en YouTube y Google y comenzó a elaborar la idea.

A los 17 años, decidió que quería salir. Pero sabía que la mayor parte de sus amigos y familiares nunca le volverían a hablar.

Jaim a los 18 años
Jaim a los 18 años

Sentía que si se iba, no sería un fracaso. Fue a ver un rabino en Williamsburg al que respetaba para explicarle que no quería estar en esta comunidad. El rabino dijo que el problema era que no estaba casado. El rabino le dijo a su padre, que de inmediato le organizara un “shiduj” (matrimonio arreglado). Le dieron 30 minutos (y luego otros 20) para “conocer” a su futura esposa. ¡Se comprometió esa noche! Ni siquiera pudo hablar con ella de sus pensamientos de que no quería ser miembro de esa comunidad ultra-ortodoxa. Trató de librarse del compromiso, pero se vio obligado emocionalmente a la jupá (palio nupcial). Tenía 18 años cuando se casó. Entonces, al cabo de sólo seis semanas, su nueva esposa le informó que estaba embarazada. En las propias palabras de Jaim:

Estaba asustado, no sabía que mi esposa y nosotros tuviéramos nada en común. Si no la dejaba enseguida, un año tendría un bebé y estaría atrapado para siempre. Empecé a entrar en contacto con “Huellas” (Footsteps, la organización que ayuda a la transición de los judíos ultra-ortodoxos al mundo exterior). Nos separamos después de cinco meses y me prohibieron ver a mi hija o familiares”.

Mientras tanto, seguía leyendo sobre el ejército, sobre todo en la biblioteca local, pero su inglés era malo y su hebreo inexistente. Sólo sabía que quería ser soldado de combate. Alguien en la organización Huellas le ayudó a encontrar contactos del ejército. Consiguió un pasaporte, y llegó a Israel por sus propios medios, y se inscribió para incorporarse al ejército. No pasó la prueba de hebreo y fue a Michvei Alon, el curso de las FDI para nuevos inmigrantes. Entonces, increíblemente, pasó las pruebas de selección de Sayeret Egoz, una de las unidades de élite de las FDI.

Jaim me dijo que sus compañeros del ejército no entienden su historia ni el mundo del que procede. Visita el Centro de Soldado solitario casi cada vez que está de permiso.

Para alguien que sirve como Soldado Solitario (Jaial Boded) en una unidad de combate, hay un enorme estrés psicológico, físico y emocional en una unidad de alta presión tan lejos de la familia y amigos. En honor a Michael Levin, un paracaidista estadounidense-israelí de Pennsylvania que murió en la Segunda Guerra del Líbano en 2006, y todos los soldados solitarios, sus familiares y muchos amigos, junto con otros ex soldados solitarios han abierto cuatro Centros Soldado Solitario. Los centros operan sucursales en Jerusalem, Tel Aviv y Haifa. Proporcionan muchos servicios críticos a soldados solos como, ayudar a encontrar vivienda, adquirir muebles, organizar el Shabat y comidas de fiestas, asesoramiento y, lo más importante, un lugar para sentirse como en casa.

El sargento Jaime es un ejemplo inspirador de alguien que salió totalmente de su zona de confort y se trasladó a miles de millas con el fin de lograr algo en lo que creía profundamente: el honor de servir en el Ejército con el fin de proteger el territorio nacional y el pueblo judío en todo el mundo. Está haciendo exactamente lo que quiere hacer y es exactamente donde quiere estar. No se arrepiente.

Jaim cree firmemente que el futuro del pueblo judío se jugará en Israel y quiere ser parte de ello y no un observador externo. Sin embargo, sus sueños no están completos; aspira a convertirse en oficial en una unidad de combate.

Fuente: The Times of Israel.blogs – Traducción: Silvia Schnessel – © EnlaceJudíoMéxico