JAVIER REDONDO
En Núremberg, los soviéticos dijeron que murieron 100.000 personas; pero ocultaron que eran judíos, que tuviera que ver con el Holocausto

SILVIA SCHNESSEL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – Los nacionalistas ucranianos combatieron a los bolcheviques durante la revolución. La guerra se libró entre tres contendientes: bolcheviques, mencheviques y nacionalistas de las repúblicas posteriormente anexionadas, sobre todo ucranianos, que se defendieron con uñas y dientes del terror revolucionario. Ucrania fue un escollo y también una pieza clave en la construcción de la URSS.

Los intelectuales ucranianos constituían un obstáculo para la consolidación del ‘homo sovieticus’. Más de 50.000 fueron deportados a Siberia en 1931. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la población del país pasó de 23,2 millones a 19,6. Moscú erigió un monumento a las víctimas soviéticas de la Guerra en Babi Yar en 1976, sin mencionar el Holocausto. En 1991, durante la visita de Bush padre y en pleno proceso de descomposición del régimen, la URSS reconoció por fin que el Barranco fue escenario del horror del Holocausto.

Los nazis también se cebaron con los habitantes de Kiev y sus alrededores. Su aterrizaje en Kiev fue polémico: Gorbachov estaba cuestionado, Yeltsin lideraba el proceso de apertura bajo la égida de Rusia y el Parlamento de Ucrania perseguía la celebración de un referéndum por la independencia. Un año antes, la mayoría de las repúblicas se habían declarado soberanas. Bush padre habló en el Parlamento en inglés y ucraniano; no como Nixon, en 1972, que se dirigió a los ciudadanos de Kiev en ruso, la lengua del 20% de la población. Fue otra afrenta más.

Fue a finales de septiembre de 1941. Hitler declaró a sus oficiales que Ucrania sería la joya del Tercer Reich. Era una provocación a Stalin y una amenaza a los judíos del país. En sólo dos días, el 4º Sonderkommando nazi exterminó a casi 33.771 judíos ucranianos en la capital. A plena luz del día. Los verdugos trataron de silenciar los gritos con la música de un gramófono.

Cuenta el historiador Serghii Plokhy en ‘El último imperio’ que “la experiencia envileció a los habitantes de la ciudad, recién ocupada por los alemanes. Cuando el Ejército Rojo recuperó Kiev, en otoño de 1943, entre 70.000 y 120.000 personas habían sido asesinadas: prisioneros, nacionalistas ucranianos, gitanos, enfermos mentales, rehenes…

Los nazis quemaron los cadáveres. Babi Yar fue la trastienda del Holocausto. Cuando acabó la Guerra, en los juicios de Núremberg, los soviéticos proporcionaron las cifras, hablaron de 100.000 muertos, pero ocultaron que fueran judíos y, por tanto, que la masacre tuviera que ver con el Holocausto. Con toda la hipocresía del mundo, Stalin los presentó como ciudadanos soviéticos.

En 1966 apareció la novela ‘Babi Yar’, de Anatoli Kuznetsov. Los censores, asegura Plokhy, quitaron la cuarta parte del texto. Sólo apareció íntegro en 1970. Bush padre habla a los ucranianos. Tiene detrás una figura de bronce. Representa a una mujer que se inclina para besar a su hijo. Tiene las manos atadas a la espalda. Iba a ser ejecutada. El presidente americano prometió una placa que recordara el horror del Holocausto, en un barranco donde no miró nadie hasta muy tarde.

Fuente: El Mundo – © EnlaceJudíoMéxico