SHMUEL ROSNER

En poco más de un año y medio, Israel celebrará su 70° cumpleaños. Pocas semanas después, Shimon Peres – ex presidente de nuestro país, primer ministro, canciller, ministro de Defensa, ministro de Finanzas y mucho más – cumplirá 95 años. Esperemos y oremos para que así sea.

Israel nunca volverá a tener un líder como el Sr. Peres. Él es el último de los gigantes de una generación de fundadores y hemos tenido la suerte de tenerlo entre nosotros tanto tiempo. Con Peres, Israel tiene el lujo de sentirse joven. Desde el 12 de septiembre, cuando sufrió un severo derrame cerebral, los israelíes se han unido para orar por su salud. Pero a medida que recibimos informes del hospital, no sólo rezamos por él, sino también por nosotros mismos y por la juventud de nuestro país.

¿Cuándo un país ya no puede pretender ser joven? Posiblemente cuando desvanece el último miembro de la generación que la construyó y se lleva consigo el espíritu de una era que desaparece.

Peres comenzó su vida en Vishneva, una aldea en la frontera de la actual Polonia y Bielorrusia. Cuando emigró a Palestina en 1934 como Shimon Persky, su nombre original, su abuelo le dijo, “¡Se judío, siempre!” El abuelo, junto con gran parte de su familia, perecieron en el Holocausto.

El nieto ayudó a asegurar el futuro de los judíos en Israel, participando en el establecimiento del Estado, construyendo y ampliando su defensa. Hace dos años, cuando el general Gadi Eizenkot fue designado jefe del Estado Mayor de las FDI, Peres era probablemente el único líder que aún podía decir que conoció personalmente a los 21 jefes militares de Israel. Peres comenzó su carrera como funcionario de defensa al lado de David Ben-Gurion, el padre fundador de Israel. En 1952, a los 29 años y apenas cuatro años después de la creación del Estado, se desempeño como director general del Ministerio de Defensa.

Los israelíes pueden unirse fácilmente a este legado. Pero hay otras partes del pasado de Peres que son causa de división.

En el mundo exterior, Peres es conocido como un hombre de paz, el cerebro de los Acuerdos de Oslo que puso a Israel en el curso de las negociaciones con los palestinos. Su gran momento de reconocimiento llegó en 1994, cuando se le concedió el Premio Nobel de la Paz, junto con su colega (y rival político) Yitzhak Rabin y el líder palestino Yasser Arafat.

Pero dentro de Israel, este sigue siendo un tema controvertido. Al enterarse de la hospitalización de Peres, muchos de nosotros nos abstuvimos de hablar sobre su legado en Oslo. En una encuesta de 2013, veinte años después de los Acuerdos de Oslo, el 57 por ciento de los israelíes consideraba que los acuerdos causaron daño a Israel. Para un gran número de israelíes, “Oslo” tenía un sentido peyorativo. Algunos incluso llaman a sus iniciadores “los criminales de Oslo.” Para muchos israelíes, apreciar a Peres implica dejar a un lado sus sentimientos acerca de Oslo, al igual que lo hicieron a un lado en las elecciones de 1996.

Pero Peres no renunció cuando fue derrotado. Se mantuvo activo, como voz para la paz, como líder de la oposición, como socio de Ariel Sharon, y como presidente. Fue entonces cuando muchos israelíes que estaban en desacuerdo con su política comenzaron a valorarlo. Lo apreciaron cuando ya no tenía la capacidad de promover las políticas que Israel había rechazado.

Peres nunca alcanzó su meta de trazar la frontera final entre Israel y los palestinos. Pero una generación de fundadores rara vez ve todos sus sueños hechos realidad. Hemos perdido la mayor parte de nuestros fundadores: David Ben-Gurion, y su gran rival, Menachem Begin, Rabin y Sharon, los héroes de la guerra. Todos ellos partieron sin cumplir con su misión.

Una generación de fundadores tampoco tiene control sobre la forma en que las futuras generaciones apreciarán sus acciones. Peres está perdiendo gradualmente el control sobre su legado. Nosotros, el pueblo de Israel, decidiremos lo que significa para el país. Y probablemente no sea lo que tiene en mente. Posiblemente no sea Peres el pacificador.

¿Qué ocurre cuando una nación pierde su juventud? Se libera de sus fijaciones juveniles. También pierde perspectiva. La perspectiva de aquellos que, como Peres, aún recuerdan los primeros días. La perspectiva de aquellos que, como Peres, todavía recuerdan lo que es tener verdaderas dificultades, tener que ser ingenioso y atrevido.

Israel ya está mostrando signos de amnesia: Tiende a olvidar lo extraordinario que fue el viaje que nos llevó hasta hoy. No sabe apreciar sus muchos grandes logros, y se queja de sus defectos. Estos logros eran difíciles de imaginar cuando el joven Shimon Peres pensaba sobre el futuro de Israel al lado de Ben Gurion. O tal vez para Peres no eran difíciles de imaginar, el hombre de tantos sueños.

He aquí un legado digno de preservarse: A través de los años, Peres no sólo fue un líder, sino un soñador israelí. Principalmente un soñador de la paz. Así que mientras observamos cómo se deteriora su salud, al tiempo que reescribimos su legado de tal manera que se adapte a las circunstancias actuales de Israel, nuestro dolor es obvio: Es el dolor de una nación cuyos sueños de paz fueron hospitalizados.

Fuente: The New York Times

Traducción: Esti Peled

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