*DIANA SPERLING

Pocos días antes del comienzo de año en el calendario hebreo (el domingo 2 de octubre por la noche), unas líneas al respecto.

Jacob, tercero y último de los tres patriarcas bíblicos, sabe que está por morir y llama a sus hijos para bendecirlos. De ellos saldrán las doce tribus de Israel (el nombre que le ha sido dado al patriarca luego de luchar con D’os), de modo que las palabras paternas han de ser un mensaje para el futuro de ese pueblo que se está formando.

Las bendiciones son la guía y la protección que un padre deja como legado a sus descendientes para “los días por venir”, cuando él ya no esté para cuidarlos.

A todos sus hijos les dedica Jacob frases especiales; cada uno es diferente, y la bendición a cada cual reconoce tal singularidad. Solo al llegar a Iosef el patriarca cambia la regla habitual y, en vez de bendecirlo a él –su preferido, el mayor de los dos hijos que tuvo con su amada Rajel- lo hace con los hijos de este. ¡Curioso gesto! ¿Por qué el anciano salta una generación?

En muchas culturas –y en la judía muy fuertemente- es usual que al niño que nace se le ponga el nombre del abuelo. En inglés, “to name after” implica nombrar en la huella de, después de, siguiendo a esa persona que imprimió una marca que las generaciones siguientes quieren recordar. Así se arma la cadena. No con el vástago, el descendiente inmediato, sino con la camada que le sigue. Como si esa distancia en el tiempo nos alejara de lo estrictamente biológico y nos introdujera en el terreno de lo simbólico. Porque los hijos son “carne de mi carne”, el vínculo con ellos es visceral, cercano y concreto.

También los animales saben de ese vínculo: crían y protegen a sus vástagos. Los nietos, en cambio, solo existen en la cultura humana: son el testimonio de una continuidad extendida, de una proyección en el tiempo que supera y excede la inmediatez natural. La transmisión trabaja con el arte del tejedor: en cada nueva etapa vuelve un paso hacia atrás, retoma el hilo y lo relanza hacia adelante, entrelazado con las otras hebras. La tradición es un texto.

Se suele mencionar que en la expresión “Rosh Hashaná” hay un rico juego lingüístico: alude, claro, a lo nuevo –“cabeza de año”, comienzo, inicio- pero a la vez implica lo segundo, lo que se repite, lo que retorna: shinui. Como si lo nuevo solo pudiera advenir si sabe extraer sus frutos de lo anterior. Como si el futuro se constituyera en el rescate y la relectura de la huella de los que han caminado antes por el sendero. Que Jacob bendiga a sus nietos marca su sabiduría y su fina comprensión de la historia. Su decisión expresa, en apretada síntesis, ese doble aspecto de lo que celebramos: la novedad y la herencia. Además, el mismo nombre del patriarca connota la idea de huella. Todo lo que él ha hecho, fundado, creado, transmitido, solo adquiere sentido si lo trasciende. Si sus palabras y sus actos le sobreviven generación tras generación.

Se dice que judío es quien tiene nietos judíos. Más básicamente, diría que hombre es el animal que tiene nietos. Solo los humanos hablamos, cantamos, narramos, escribimos, leemos, interpretamos… Y estamos por tanto capacitados para ir más allá de lo natural y lo biológico. Porque el lenguaje, eso que nos caracteriza y nos diferencia de todas las especies, es el terreno del recuerdo y de lo inaudito, de lo ya sabido y de lo por crear. Ben-decir es donar las palabras que pongan al otro en la huella y lo autoricen a reformular esas palabras con una voz propia.

Que este nuevo año nos llegue con el eco de nuestra tradición y que sepamos reescribirla con nuevos sentidos. SHANÁ TOVÁ U METUKÁ, GMAR JATIMÁ TOVÁ. Por un año nuevo y dulce… ¡Que seamos bien inscritos y firmados en el Libro de la Vida!

*Filósofa, escritora y  ensayista argentina, ha publicado los libros:
Filosofía para armar, Emecé, Bs. As., 2014;Filosofía de cámara. Ediciones Mármol Izquierdo, Bs. As / Madrid, 2008. Del deseo. Tratado erótico-político, ensayo, Biblos, Bs. As 2001; Genealogía del odio: sobre el judaísmo en Occidente, ensayo, 1ª edición: EMECE, Bs. As 1995. 2ª edición: Altamira, Bs. As., 2007; La metafísica del espejo: Kant y el judaísmo, ensayo, Nueva Visión, Bs. As 1991; Señas particulares, cuentos, Grupo Editor Latinoamericano, Bs. As 1983.

Fuente:dianasperling.blogspot.co.il
Cortesía de José Pivin