RABINO ERIC H. YOFFIE

Tengo dos cosas que decirle al liderazgo de la organización de Paz Ahora en EE.UU., que se dirigió al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la semana pasada. La sesión trató el tema de los “asentamientos (israelíes) como un obstáculo para la paz y la solución de dos Estados”.

Lo primero es: ustedes han cometido un error al aparecer ante la ONU. Lo segundo: su presentación fue bastante convincente, a pesar de que no deberían haberse dirigido a esa audiencia.

Lara Friedman, alta funcionaria, habló en nombre de Paz Ahora. La reunión también contó con la participación de Hagai El-Ad, director de B’Tselem, la organización israelí de derechos humanos.

La presentación de B’Tselem generó un polémico debate en Israel sobre si era apropiado que la organización se dirija a éste o cualquier otro foro de la ONU. Pero la presencia de Paz Ahora plantea las mismas preguntas a los judíos estadounidenses. Y esto significa que ellos deben cuestionarse si sus representantes deberían haber estado allí al lado de B’Tselem.

Por supuesto que no se cuestiona el derecho de Paz Ahora de participar en una reunión de este tipo. La organización hace una labor admirable y aunque no fuese así, tendría el derecho de hablar en el momento y en el lugar que desee. La pregunta es si su presentación fue atinada, políticamente sensata y si benefició a la causa de una solución de dos Estados. Creo que no.

Friedman proporcionó datos sobre el crecimiento de los asentamientos en Cisjordania de manera moderada y equilibrada. Lo hizo evitando los excesos retóricos del director de B’Tselem, cuyas palabras sugirieron que Israel es la encarnación del mal.

El Gobierno de Israel afirma que no ha construido nuevos asentamientos y la expansión se ha limitado a los bloques que seguirán siendo parte de Israel en cualquier acuerdo de paz. Friedman proporcionó fuentes, números y datos que revocaron esas afirmaciones. Ella demostró que los colonos han construido asentamientos ilegales que luego fueron legalizados retroactivamente por el gobierno. Mostró que debido a que no se definen las fronteras de los “bloques”, Israel ha creado nuevos bloques y ampliado el territorio de otros, pese a las insistencias del ministro Benjamín Netanyahu en que las fronteras de los asentamientos israelíes siguen siendo las mismas.

Netanyahu tiene razón en que los asentamientos no son la fuente del conflicto israelí-palestino. Pero, como nos muestra Friedman, el crecimiento explosivo de los asentamientos pronto hará imposible una solución de dos Estados, y con él toda la esperanza de una solución pacífica al conflicto de cien años.

Entonces, ¿qué problema hay con argumento tan impresionante y elegantemente hecho? Para empezar, la ausencia de contexto. Friedman menciona el hecho de que los líderes israelíes y palestinos deben rendir cuentas por las políticas que socavan la paz, pero no ofrece un solo ejemplo de lo que eso significa en el lado palestino.

Los asentamientos se han expandido debido a decisiones tontas y desastrosas de líderes israelíes. Pero una y otra vez, esas decisiones obtuvieron el apoyo de los votantes israelíes a causa de los actos terroristas, la incitación, la represión política y la sangrienta guerra civil de los palestinos. Esta no es una excusa para la continua construcción de asentamientos, pero es parte del contexto. Si actualmente Israel carece de un campo de paz para combatir la expansión de los asentamientos, es por el caos, el extremismo y el rechazo de la política palestina. Friedman tenía la obligación de mencionar estas realidades políticas, y no lo hizo.

Más importante es el simple hecho de que no se puede ser un agente moral si se sirve a un maestro inmoral. El maestro en este caso son las Naciones Unidas, que convocó a la reunión como un encuentro “informal” del Consejo de Seguridad al que asistieron representantes de Egipto, Senegal, Malasia y Venezuela. Los dos primeros son difícilmente objetivos y los dos últimos son abiertamente antisemitas. ¿Es éste el foro adecuado para un serio debate de la política de asentamientos israelíes? ¿Existe un foro en la ONU que sea apropiado para tal discusión? Y, ¿por qué asociarse con B’Tselem, que ofrecía poco más que un ámbito anti-israelí, lleno de odio?

Hay mejores cosas que Paz Ahora puede hacer. En menos de tres semanas, posiblemente Hillary Clinton sea elegida presidenta de Estados Unidos. Clinton será una buena amiga de Israel, no porque sea pacifista sino porque no lo es. Ella cree en el liderazgo estadounidense en el mundo, tiene instintos de línea dura, y desconfía de las intenciones de Rusia en la región. Y aunque apoya el acuerdo nuclear con Irán, no lo defiende obsesivamente ni es ingenua respecto a sus peligros. Hay muchas razones para creer que estará dispuesta a un claro curso de acción si Irán viola los términos del acuerdo.

Al mismo tiempo, al igual que Bill Clinton y George W. Bush, no querrá que mayores conflictos regionales la desvíen del tema de la constante construcción de asentamientos. Los próximos meses serán adecuados para pensar en un nuevo acuerdo estadounidense-israelí sobre los asentamientos. El gobierno de Clinton tendrá una línea más dura contra Siria e Irán, y proporcionará incentivos para que Israel modifique su política de asentamientos. Y la congelación de la construcción fuera de los bloques de asentamientos no hará ningún daño a la seguridad de Israel.

En 2004, el entonces presidente de Estados Unidos George W. Bush sugirió a Israel la siguiente fórmula: demarcar las fronteras aceptadas de cada asentamiento. Mientras construyan dentro de esos límites, ustedes podrán seguir desarrollando. Pero prometan no ir más allá de esos límites.

Israel se negó y ha pagado un alto precio. Paz Ahora en EE.UU. y cualquier grupo judío estadounidense de centro e izquierda debe volver a esa fórmula y pedir que sea aceptada por los gobiernos de Israel y Estados Unidos. No más espectáculos ante la ONU. Hay mucho en juego.

Eric H. Yoffie, rabino, escritor y maestro en Westfield, Nueva Jersey, es ex presidente de la Unión Mundial del Judaísmo Progresista.

Fuente: Haaretz

Traducción: Esti Peled

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