MONA EL-NAGAAR

“No nos permiten siquiera ir al mercado sin permiso o algún acompañante, y eso es solo un pequeño detalle dentro de la larga y horrible lista de reglas que debemos obedecer”.

— DOTOPS, 24 años

“¡La guardia masculina hace que mi vida sea un infierno! Queremos salir con nuestras amigas, salir y almorzar afuera. Me siento desesperanzada”.

— JUJU19, 21 años

“No me importa necesitar la aprobación de mi padre en cosas en las que él debe participar. Ustedes nunca entenderán estos lazos sociales tan fuertes”.

— NOURA

Estos son tres testimonios de las casi 6,000 mujeres de Arabia Saudita que le escribieron a The New York Times sobre su vida.

Junto con la publicación de “Ladies First”, un documental de The New York Times que dirigí sobre las primeras elecciones en Arabia Saudita en las que las mujeres pueden votar y postularse para un cargo local, publicamos una convocatoria en el sitio web y en Twitter para que las mujeres enviaran sus aportes.

Arabia Saudita es uno de los países en el mundo en donde más se usa Twitter y nuestras publicaciones se dispararon y nos sentimos abrumados por sus respuestas.

La sociedad saudita es increíblemente hermética y patriarcal; queríamos conocer mejor los miedos, frustraciones y ambiciones de las mujeres.

El país tiene una de las tasas más altas de usuarios de Twitter en el mundo y nuestra convocatoria se encendió. Nos sorprendió la cantidad de respuestas.

La mayoría de las respuestas recibidas se enfocaron en la frustración ante las reglas que obligan a que las mujeres requieran el permiso de un familiar de sexo masculino (esposo, padre, hermano o hasta hijo) para ir a la universidad, viajar al extranjero, escoger a su pareja o buscar atención médica. Algunas mujeres expresaron orgullo por su cultura y una gran desconfianza hacia los fuereños. En contraste, muchas otras compartieron su profundo deseo de cambio, y mostraron una gran desesperanza.

A continuación, publicamos fragmentos de las respuestas, muchas de ellas traducidas del árabe. Para permitir que las mujeres se sintieran libres de expresarse, les dimos la opción del anonimato. Cuando fue posible, verificamos la identidad de quien escribía una respuesta, o bien, localizamos su correo electrónico. En algunos casos resultó imposible.

Una vida restringida

“Una vez tuve un accidente en un taxi y la ambulancia se negó a llevarme al hospital hasta que llegara mi guardián de sexo masculino. Había perdido mucha sangre. Si no hubiera llegado en el momento en que lo hizo, ahora estaría muerta”.

— RULAA, 19 años
Riad

“Cada vez que quiero viajar tengo que pedirle permiso a mi hijo adolescente”.

— SARAH, 42 años
Doctora en Riad

“Mi hermana fue a una librería sin el permiso de su esposo. Cuando regresó él la golpeó sin cesar”.

— AL QAHTANIYA, 28 años
Riad

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Costo emocional

“[Mi guardián] me prohíbe visitar a mis amigas o ir a los centros comerciales sola. Es un aislamiento completo y total de todas las alegrías de la vida”.

— MALAK, 28 años
Abha

“Es como si viviera esposada y la sociedad, las leyes, la gente [estuvieran] en nuestra contra. Por eso la mayoría de las mujeres escoge casarse poco después de cumplir 20 años, como una forma de escapar, pero ¿adivinen qué? El hombre con quien se casan no es distinto de su padre o de su hermano”.

—BASHAYR, 19 años
Al-Hasa

“No me deja trabajar, aunque necesite el dinero. Tampoco satisface todas mis necesidades. No puedo recordar cuándo fue la última vez que le preocupó lo que yo quisiera o necesitase. Está casado con cuatro mujeres y está totalmente concentrado en ellas, y a mí no me deja viajar con mi madre. Sufro mucho, incluso en mi vida social. La controla por completo y no me deja tener amigas o buscarlas. Me obliga a vivir de acuerdo a sus creencias y su religión. No puedo mostrar quién soy en realidad. Vivo una mentira solo para evitar ser asesinada”.

— DINA, 21 años
Riad

Un guardián solidario

“Soy una de las afortunadas que tienen un padre maravilloso e iluminado, así como estupendos hermanos que no interfieren en mis decisiones y me apoyan en todo.

Pero igual me enfado cada vez que viajo y el encargado de revisar pasaportes me pide mi permiso para viajar. Simplemente se ve mal que siempre se cuestione a una mujer de mediana edad que quiere viajar, mientras que los adolescentes de sexo masculino pueden entrar y salir sin cuestionamiento alguno”.

— ABEER ABDUL HAMID, 50 años
Londres

“La guardia no ha afectado mi vida porque no enfrento problemas al respecto. Mi padre es muy cooperativo y de mente abierta”.

— LATIFAH, 22 años
Riad

“Me gusta tener un guardián que me cuide y se preocupe por mi bienestar, que me defienda y se haga cargo de lo que yo no puedo manejar y, si cometo algún error, él será castigado”.

— OUM ADCULRAHMAN, 36 años
Riad

El cambio es gradual

“Ahora las mujeres son doctoras, ingenieras, científicas, empresarias que trabajan con los hombres y son valoradas, y esto ha sucedido en los últimos siete años más o menos. Estamos avanzando. Estamos yendo hacia adelante. Solo necesitamos paciencia y una oportunidad”.

— L, 18 años
Riad

“Nunca he sentido de ninguna manera que haya algo para lo que no tenga permiso. Cuando creces en una sociedad como la de Arabia Saudita, te acostumbras a las reglas y te las arreglas con ellas.

Bueno, hace unos años, tuve que llevar a mi padre para que me dieran mi tarjeta de identificación nacional. En los últimos años, he tenido que renovarla y ya no he tenido que llevarlo.

Las cosas están cambiando. Es sutil, pero el cambio está aquí y es tangible”.

— REEM SERAJ, 42 años
Riad

Liam Stack y Yousur Al-Hlou colaboraron con este reportaje.

Fuente:nytimes.com