En su nuevo libro, el historiador francés cuenta la parte positiva de ese tenso diálogo.

ABIDA VENTURA

En su libro anterior, La fábula del crimen ritual, el historiador Jean Meyer (Niza, 1942) aborda las raíces del antisemitismo cristiano que hasta ahora ha persistido en algunas regiones del mundo por cuestiones políticas, y sobre todo, por la propagación de la leyenda de un crimen ritual: la elaboración del pan azimo de Pascua con sangre de niños cristianos.

Ahora, en un segundo volumen, Meyer cuenta la parte positiva de esa tensa relación que por siglos han mantenido el cristianismo y el judaísmo. Se trata de Estrella y cruz. La conciliación judeo-cristiana 1926-1965, un libro que cuenta la historia de aquellos cristianos, especialmente católicos y franceses, que desde finales del siglo XIX buscaron conciliar estas dos partes.

En Europa, explica en entrevista el también colaborador de EL UNIVERSAL, desde el siglo XIX existieron diversos intelectuales que sostenían que “un cristiano no puede ser antijudío, mucho menos antisemita porque desde San Pablo sabemos que el cristianismo y el judaísmo son hermanos, que tienen la misma raíz del Antiguo Testamento: Cristo es judío, su madre, María, también; entonces, un cristiano antisemita es un contrasentido, es un suicidio espiritual”. Esas ideas, comenta, cobraron relevancia cuando, en la Segunda Guerra Mundial, católicos y protestantes franceses ayudaron a salvar a muchos judíos de los nazis.

De antepasados nacidos en la región francesa de Alsacia, que durante la Segunda Guerra Mundial estuvo ocupada por los alemanes, el historiador y ensayista reconoce que se trata de un libro muy personal: “Es un libro académicamente serio, hay una abundante bibliografía, pero es un libro que me importa mucho porque conozco a varios de los actores”, relata. Una de ellas es Marie-Françoise Payré (1899-1978), la doctora de sus padres y amiga suya, quien de 1941 a 1944 ayudó a salvar decenas de vidas, entre ellos a muchos niños, de las manos de los nazis.

El relato de esta “buena samaritana”, que escondió a judíos en su casa, que les ayudó a cruzar la frontera y los llevó hasta España, es el tema del primer capítulo de este libro editado por Taurus. Es a partir de la historia de este personaje que Meyer demuestra que en la historia de las relaciones judeocristianas no todo ha sido rivalidad. “Ella, su hermano y su mamá figuran en Jerusalén, en el Museo del Holocausto, como ‘Justa entre las Naciones’, que es el nombre que le dan a los no judíos que ayudaron a esa comunidad durante la ocupación nazi en Europa”, refiere Meyer, quien se ha dedicado a explorar las relaciones conflictivas entre las iglesias y el antisemitismo, así como la Guerra Cristera en México.

En su investigación, basada en gran parte en el archivo de su familia, Jean Meyer también tiene como personaje clave al historiador francés Jules Isaac, quien durante décadas “combatió la pedagogía del desprecio hacía los judíos”. “Este hombre tuvo un papel decisivo en la evolución de la Iglesia Católica. En los años 60 tuvo una entrevista de media hora con el Papa Juan XXIII y le dijo que la Iglesia debía cortar una de las raíces más profundas del antisemitismo: esa idea equivocada de que los judíos mataron al Cristo y que por eso son abominables y lo serán hasta el fin de los tiempos”. A raíz de ese encuentro, en 1975 la iglesia Católica publicó una declaración en la que refiere que un cristiano no puede ser antisemita. “Lo que cuento en este libro es una historia positiva; el parteguas de la relación entre el judaísmo y cristianos, que sí ha tenido efectos muy positivos, por ejemplo, Juan Pablo II fue en peregrinación a Jerusalén y habló de nuestros hermanos mayores: los judíos”, señala.

Sin embargo, a pesar de las conciliaciones históricas que han mantenido estas dos religiones, en diversas partes del mundo sigue existiendo ese rechazo a los judíos, reconoce el ensayista. Un sentimiento que, dice, responde en gran medida a esa reacción biológica, natural, del miedo y del rechazo al “otro”.

“En el mundo hay gente que es anti ‘algo’, que abomina de los negros, de los judíos, de los árabes o de los blancos… pero la cultura y la educación es precisamente para alejarles el miedo y descubrir que el otro, por más diferente que sea, es un hermano”, afirma.

Y esto es algo que se debe entender en el contexto internacional actual, con los diversos brotes ultraderechistas, reflexiona: “Ese populismo que triunfa ahora en Europa, tiene su misma versión en Estados Unidos, solo que allá no son terroristas, son los latinos que venden droga, sicarios, que les quitan el trabajo. Es el regreso al mismo cuento: el miedo al otro”.

Fuente:eluniversal.com.mx