Comidas… con tradición:

Tanto como judío, como aficionado a la comida, entiendo que la gracia que les causa a mis amigos goim este cuento parte de la no comprensión de la factibilidad de que algo así pase en la realidad, ya que como todo el mundo sabe, (el mundo idishe), la cocina judía ha logrado producir exquisiteces justamente a partir de la carencia de elementos, o de la pobreza de ellos.

MARTA FAERMAN

Claro es que para que a un goi le salga una torta necesita crema, manteca y harina de trigo.

En cambio, al judío le alcanza con un poquito de gehakte tzures (problemas picados) para lograr un resultado similar o mejor.

¿Cómo explicar si no el fenómeno cósmico que se produce cuando una madre judía toma una despreciada tripa gorda o un despojo del cogote de un pollo, los rellena con algo de matzemel, cebollita, gribelej y consigue un dorado, perfumado y extraordinario kishke o hélzale relleno?
¿De qué forma, si no es con suspiros, quejas y bastante sufrimiento, mi suegra consigue transformar un pedazo de hígado, un huevo duro y una cebolla frita, en un gehakte leber digno de un paladar refinadísimo?

¿Cómo, si no es gracias a que “mi hijo siempre me dice cuando no le gusta, pero nunca me dice cuando sí le gusta” se podrían explicar las sensaciones voluptuosas que producen los latkes de simple y humilde papa rallada cuando pasan por mi garganta temblorosa de pasión gastronómica?

Toda la cocina judía se ha basado siempre en la pobreza y la escasez, en los suspiros y en la culpa.

Y debe ser eso, nomás, lo que le da un sabor incomparable.

Dice mi amigo Arturo, (goi con estómago id), que cualquiera es un buen cocinero con langosta, foie gras y caviar, pero muy pocos los capaces de satisfacer freezers y feinschmekers con ingredientes ordinarios.

Enumero una serie de platos de los que no me voy a olvidar aunque quisiera: blintzes, latkes, kreplaj y varenikes, knishes; kneidlej, kigl y kijalaj; humentashn; beigalaj y koilich; jolodetz, pastron, berenjenas picadas, hering, guefilte fish; ques kugen-, higado picado y para bajar todo y no enfermarse nunca y crecer sano y fuerte, la panacea universal, directamente de la fuente de judencia, la famosa penicilina idishe: sopa de pollo.

Coma de todo y engorde sin culpa. Es un consejo de mis abuelas, de mis tías, de mi mamá y de mi suegra.
Recuerde que:

¡¡ VIDA HAY UNA SOLA, TALLAS, MUCHAS…!!