FRANCO ORDOÑEZ

Para Marcos Kerbel, saber que un judío devoto estará cerca del presidente electo de Estados Unidos para ayudar a formular la política hacia Cuba es una señal alentadora.

En un reportaje publicado el día de hoy por el elnuevoherald.com se informa que “el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, nombró a Jason Greenblatt, alto ejecutivo de la Organización Trump y judío ortodoxo, a un nuevo cargo como representante especial para negociaciones internacionales. Se espera que su cartera incluya las conversaciones de paz entre Israel y los palestinos y las relaciones de Estados Unidos con Cuba.”

Aunque los partidarios del acercamiento del presidente Barack Obama a Cuba consideran que escoger a un ejecutivo de negocios de Trump es una señal esperanzadora de que los instintos de negocios del magnate de los bienes raíces comienza a hacerse sentir, los judíos cubanos de Miami lo ven como un aliado potencial que se ocupará de la vulnerable comunidad judía de Cuba, que se ha reducido a unos pocos cientos de personas después de 50 años de gobierno comunista y las restricciones a las libertades religiosas.

Kerbel, de 70 años y ex presidente de la Congregación Hebrea Cubana de Miami,  espera que Greenblatt visite las tres sinagogas de La Habana, incluida la de la Comunidad Religiosa Hebrea Adath Israel, la única ortodoxa de la isla, en La Habana Vieja, donde se casaron los padres de Kerbel y donde le celebraron su bar mitzvah. También exhortó a Greenblatt a visitar el cementerio judío en el sureste de La Habana, donde un tío suyo, el primero de la familia en emigrar a Cuba desde Polonia, y muchos otros de la primera generación de judíos cubanos están enterrados.

Según se menciona en el reportaje: “Poco se sabe de Greenblatt, quien nunca ha ocupado un cargo público, pero ha dedicado los últimos 20 años a negociar a nombre de Trump y sus proyectos de bienes raíces. Trump calificó a Greenblatt como uno de “sus asesores más cercanos y confiables” y dijo que sus responsabilidades serán aconsejarlo en las negociaciones internacionales y acuerdos de comercio en todo el mundo.”

Greenblatt fue copresidente del Comité Asesor sobre Israel de la campaña de Trump y ha hablado sobre el apoyo del gobierno del presidente electo a Israel. Pero no ha discutido en público ningún asunto cubano y no se conoce su postura sobre el acercamiento de Washington con La Habana.

Greenblatt ha viajado antes a La Habana a nombre de Trump, incluido un viaje en el 2013 para explorar la posibilidad de invertir en un campo de golf allí. En octubre, el Ministerio de Turismo de Cuba invitó a la Organización Trump y a Greenblatt, junto con otros operadores de hoteles, a una feria internacional para promover esas actividad.

Casi el 95 por ciento de la población judía de Cuba abandonó la isla para radicarse en Estados Unidos después que Fidel Castro tomó el poder y estableció un gobierno comunista. La mayoría se asentaron en Miami, aunque varios cientos emigraron a Israel.

En Cuba quedan entre 500 y 1,500 judíos, fundamentalmente en La Habana, donde apoyan, además de la sinagoga ortodoxa de Adath Israel, otras dos: una sinagoga sefardita y el conservador Templo Beth Shalom, construido en 1957, cuando entonces había en Cuba unos 15,000 judíos cubanos, según B’nai B’rith International, que ha ofrecido ayuda religiosa y humanitaria a la comunidad judía cubana durante 20 años, desde que el gobierno permitió más libertades religiosas.

Jaime Suchlicki, judío y director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, piensa que nombrar a un judío ortodoxo es una señal de que Trump planea echar atrás la apertura de Obama hacia Cuba, y señala que Cuba está alineada con Venezuela e Irán, dos países cuya política exterior es totalmente opuesta a Israel.