El presidente Barack Obama brindó este martes su discurso de despedida a la nación instando a los estadounidenses a no perder la fe en su democracia y no sucumbir a la retórica racista.

ESTI PELED PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – “Si hubiese dicho hace ocho años que Estados Unidos … abriría un nuevo capítulo con el pueblo cubano, cerraría el programa de armas nucleares de Irán sin disparar un tiro y sacaría al cerebro de los atentados de 9/11 … si hubiese dicho que lograría la igualdad de matrimonio, y aseguraría el derecho a un seguro médico para otros 20 millones de nuestros conciudadanos – podrían haber respondido que nuestras expectativas son demasiado altas. Pero eso es lo que hicimos, lo que ustedes hicieron. Ustedes fueron el cambio”.

En uno emotivo mensaje, Obama defendió su visión ante los estadounidenses que enfrentan un momento de ansiedad y un cambio dramático en el liderazgo.

El discurso de despedida de Obama en su ciudad natal de Chicago fue una meditación pública sobre experiencias y triunfos, promesas cumplidas y otras incumplidas durante sus ocho años en la Casa Blanca. Confirmando su fe en la Unión Americana, Obama dijo que termina su mandato inspirado en la “capacidad ilimitada” de Estados Unidos para reinventar, y declaró: “El futuro debe ser nuestro”.

El mensaje fue contundente durante la mayor parte de su discurso, pero al final, se limpiaba las lágrimas mientras la multitud lo abrazaba por última vez.

Reflexionando sobre la reciente campaña política corrosiva, dijo: “El potencial se realizará sólo si nuestra democracia funciona, sólo si nuestra política refleja la decencia de nuestro pueblo, sólo si todos nosotros, independientemente de nuestra afiliación política o intereses particulares, ayudamos a restaurar la sensación de que existe un propósito común que tanto necesitamos en este momento “.

Obama no mencionó al republicano Donald Trump, que lo reemplazará en sólo 10 días. Pero cuando la multitud comenzaba a abuchear, respondió: “No, no, no, no, no”. Una de las grandes fuerzas de esta nación es la transferencia pacífica del poder de un presidente a otro”.

Mientras la multitud de miles coreaba: “Cuatro años más”, simplemente sonrió y dijo: “No puedo hacerlo”.

Pronto, Obama y su familia saldrán de la escena nacional, para ser reemplazados por Trump, un hombre que el presidente había argumentado que representa una amenaza grave para el futuro de la nación. Sus advertencias casi apocalípticas han ensombrecido sus esfuerzos post-electorales de tranquilizar a los estadounidenses ansiosos por el futuro que les espera.

De hecho, gran parte de lo que Obama logró en los últimos ocho años -desde la reforma del sistema de salud y las regulaciones ambientales hasta el acuerdo nuclear con Irán- podría ser alterado por Trump. Mientras Obama busca definir el significado de su presidencia para Estados Unidos, su legado sigue en duda.

Aun cuando Obama se despidió de la nación -en un discurso televisado de poco menos de una hora- la ansiedad que sentían muchos norteamericanos por el futuro era palpable, y no sólo en el centro de convenciones de Chicago, donde se encontraba frente a un gigantesco sello presidencial. El mundo político se tambalea por las nuevas revelaciones sobre un informe sin fundamento de que Rusia posee información confidencial sobre Trump.

Inmerso en la nostalgia, el retorno de Obama a Chicago fue más una reunión agridulce que reúne a sus simpatizantes empleados leales, muchos de los cuales han abandonado el servicio de Obama para formar nuevas carreras y dedicarse a la familia. Todos ellos llegaron de todo el país – algunos en el avión presidencial, otros por su cuenta – para presenciar el último gran momento de la presidencia de Obama.

En menos de dos semanas Obama acompañará a Trump en la limusina presidencial camino al Capitolio para la toma de posesión del nuevo presidente. Después de casi una década en el centro de atención, el presidente saliente volverá a ser un ciudadano particular, un estadista veterano de 55 años. Obama planea tomarse el tiempo para escribir un libro – y sumergirse en una campaña de redistribución demócrata.

Fuentes: Haaretz, Reuters

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