SERGIO BERGMAN

Un octavo de nuestra historia de nación independiente carga con un atentado terrorista que hace un cuarto de siglo inició una nueva forma de guerra. En ese entonces fue el fundamentalismo islámico arraigado en la República Islámica de Irán. Hoy, esa misma concepción fundamentalista y terrorista, que traiciona los valores éticos que el islam ha legado a la humanidad, ha mutado en ISIS, autoproclamado nuevo régimen del Califato Islámico, que declaró la guerra a Occidente.

Un régimen de terror que hace años asesina cristianos en Siria y difunde en redes sociales sus crueles ejecuciones.

Un régimen que cuenta con apoyo local latinoamericano en Venezuela, como así también, para nuestra vergüenza, con el de referentes argentinos simpatizantes de Caracas y Teherán, que están involucrados en las mismas escuchas que el fiscal Nisman incorporara en la denuncia que le costó su vida, cuando fuera asesinado por denunciar la complicidad de funcionarios del Estado argentino encubriendo la responsabilidad de Irán en el atentado del 94 a la AMIA; como del que hoy conmemoramos, cuando ya pasaron 25 años del atentado a la Embajada de Israel en Buenos Aires.

¿Qué aprendimos en este tiempo? Por un lado, como cada año, los 17 de marzo, aprendimos a hacer memoria en la plaza que conmemora a las víctimas fatales. Por otra parte, a reclamar la verdad y la justicia que aún no tenemos para afianzar la paz que nuestra tierra no pudo garantizar.

No se trata de investigar qué sucedió sino de dar a conocer la verdad y decidir con una justicia independiente y eficiente que los culpables, tanto locales como internacionales, deben ser juzgados en presencia o ausencia por estos crímenes de lesa humanidad. Y también se trata de restituir la confianza en que verdad, memoria y justicia no son valores aspiracionales sino convicciones que se hacen instituciones en una república que comienza a recuperar credibilidad en la independencia de sus poderes; con la plena conciencia de saber que sin justicia en este presente, condenamos definitivamente el futuro.

Es lo que hicimos 25 años. Una generación de argentinos testigos de nuestra impotencia y complicidad. Que tengamos el coraje y el valor de que no pasen otros tantos sin justicia, viviendo en la impunidad. Una próxima generación de argentinos merece la verdad y una justicia que nos devuelva credibilidad y paz.

*Sergio Bergman es ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable y rabino.


Fuente:infobae.com