Los tiempos cambian y cambian rápido, cada vez es más difícil envejecer, porque los valores sociales se transforman a paso acelerado. Las normas de cortesía a las que estaban acostumbrados nuestros abuelos no son las mismas con las que crecieron nuestros padres ni mucho menos las que seguimos hoy en día.

Con cada generación sucede un cambio, porque en cada generación enfoca su juicio moral y sus luchas personales en algo distinto. Sin embargo, los últimos 50 años han dado a luz a generaciones de hombres que cambiaron por completo las enseñanzas de sus padres; que en busca de libertad decidieron librarse de una gama amplia de normas sociales e ideologías que consideraban opresivas.

No cabe duda que muchas de sus exigencias eran legítimas e hicieron cambios bastante importantes. Sin embargo, también desecharon costumbres y preceptos que no debieron ser desechadas. El respeto a los ancianos es uno de ellos. Rab. Raymond Beyda nos explica porque en el siguiente discurso.

“Cosas de viejos”. Shiur (enseñanza) de R. Raymond Beyda

Aquellos que fueron jóvenes hace 50 o 60 años pasaron sus días más formativos en una era donde la palabra “viejo” era despectiva. “No confíes en nadie mayor a 30 años” era el grito desesperado de los jóvenes. La juventud estaba de moda. Quincuagenarios, cuarentones e incluso gente de la tercera edad se dejaron crecer el cabello, usaban ropa juvenil y hablaban con el slang callejero de las multitudes que estaba en boga. Excéntrico, pero honesto fue el fenómeno social de la década de los 60.

Sin embargo, esta visión de la vejez es contraria a la perspectiva que tradicionalmente se enseñó durante siglos: la gente mayor era respetada simplemente por ser mayor. A los jóvenes se les enseñaba a levantarse y dar su asiento a los ancianos, los niños competían para honrar a sus padres y abuelos e incluso los jóvenes que ya eran adultos no dirigían la palabra a las personas mayores a menos que se la hubieran dirigido antes. Estas formas de comportamiento fueron respetadas y enseñadas en casi todas las culturas. En la Torá, un judío está obligado a honrar a la gente mayor, a hombres sabios y a los padres.

La pregunta es ¿por qué? ¿Sólo porque alguien nació primero debería recibir prioridad para sentarse? – o para el caso, ¿en cualquier otra cosa? ¿No debería el respeto ser ganado? ¿no deberíamos darle un lugar al mérito en este juego?

Muy probablemente la persona que es mayor no se merece inherentemente el respeto de alguien más joven, que probablemente tenga más sabiduría que él. Sin embargo, la Torá basa las leyes de kavod (honor y respeto) en los ancianos, porque las intenciones de la Torá y sus propósitos no son simplemente conferir honor a quien lo recibe, sino forzar a aquellos que otorgan el respeto, que honran a los otros, a que maduren y crezcan en la dirección correcta.

Cuando las personas aprenden a controlar su ego en la presencia de sus mayores, es espiritualmente más sano para ellos. A veces puedes llegar a sentir que debes dar respeto a una persona que realmente, a tu parecer, no lo merece. Sin embargo, cuando suprimes tu juicio moral para realizar el mandamiento que Hashem ordenó, eres tú el que resulta ganador. Cuando llegue el momento de honrar a una persona, ten la certeza que eventualmente serás el que reciba ese honor.

Fuente: raymonbeyda.com
Escrito por Rab. Raymond Beyda, introducción y traducción de Aranza Gleason