JULIE HIRSCHFELD DAVIS y ALAN RAPPEPORT

El presidente Trump, quien ha declarado que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte es “el peor acuerdo comercial” que ha firmado Estados Unidos, parece haber suavizado su tono y retractado su amenaza de retirarse por completo del tratado. En vez, planearía mantener buena parte de este cuando comiencen las renegociaciones.

Trump, en un intento de demostrar dureza ante prácticas comerciales que considera injustas, firmará dos acciones ejecutivas para volver a imponer aranceles en caso de que alguna industria estadounidense estuviera en riesgo de sufrir algún daño debido a una inundación de importaciones, según una notificación entregada al congreso en la que se especifican los objetivos de la renegociación.

“Dado que persiste el déficit de Estados Unidos en el comercio de mercancías con Canadá y México, esta administración debe tomar medidas para revaluar la relación, de manera que refleje y responda a los retos del siglo XXI”, señala la notificación de ocho páginas que firmó Stephen Vaughn, representante interino de Comercio Exterior de Estados Unidos.

Si se considera la firme postura que expresó Trump durante la campaña presidencial, el documento enviado al capitolio refleja una postura mucho más moderada. Trump dijo muchas veces que Estados Unidos consideraría retirarse del TLCAN si no lograba concretar una renegociación.

“En cuanto a lo que consideramos los objetivos nacionalistas del presidente Trump y lo que ha dicho antes sobre el TLCAN, la lista de términos de negociación es bastante benigna”, dijo Scott Lincicome, abogado de comercio internacional en White & Case.

Antonio Ortiz-Mena, exfuncionario de comercio en México, dijo que la carta sugiere un tono más suave, pero también contiene propuestas que resultarán en duras respuestas por parte del gobierno mexicano.

“Hay algunos problemas específicos”, dijo Ortiz-Mena, ahora asesor sénior del Albright Stonebridge Group in Washington. “Pero, en términos del lenguaje usado durante la campaña y al principio del gobierno, no es tan abarcador como algunos podrían haber esperado”.

Además de Trump, integrantes de su administración han hecho declaraciones más moderadas y más compatibles con la postura de muchos republicanos en el congreso, quienes promueven decididamente los tratados comerciales y muestran gran escepticismo hacia las políticas que consideran restrictivas o proteccionistas.

Peter Navarro, quien encabeza el Consejo Nacional de Comercio de la Casa Blanca, comentó este mes que México, Canadá y Estados Unidos deberían unir fuerzas y convertirse en un gran centro manufacturero regional que beneficie a los trabajadores de los tres países.

La propuesta para la renegociación, que podría modificarse, contempla ampliar el acceso de los tres países al mercado y eliminar barreras como licencias y permisos, que tienden a retardar la actividad comercial. También propone mantener el “acceso recíproco” a los productos textiles y de vestido y ajustar las reglas de origen.

En vez de descartar los paneles de arbitraje del TLCAN, que algunos críticos del libre comercio consideran organismos secretos que otorgan a las corporaciones privadas poder ilimitado para oponerse a los gobiernos extranjeros fuera del sistema judicial, la carta propone “mantener y tratar de mejorar los procedimientos” para resolver controversias.

La carta no hace referencia alguna a la política monetaria, un tema que muchos expertos en comercio pensaron que podría estar sujeto a discusión.

La administración sí considera la posibilidad de tomar una posición más estricta, de ser necesario. La propuesta de volver a imponer aranceles, que muchas veces se designa “snapback”, se califica como un “mecanismo de salvaguarda” para proteger a las industrias nacionales. La notificación también plantea que se intente dar un tratamiento “equitativo” en materia fiscal. Canadá y México podrían oponerse a estas medidas.

Los asesores económicos de Trump argumentan que el impuesto al valor agregado de México es un tipo de arancel que coloca a Estados Unidos en desventaja. El presidente sugiere gravar un impuesto sobre las empresas que trasladen sus operaciones a México e intenten vender productos en Estados Unidos. Los republicanos en el congreso evalúan la posibilidad de establecer un “impuesto de ajuste fronterizo”, que encarecería las importaciones del extranjero.

Fuente: The New York Times