El crimen organizado está en todas partes

La semana pasada Rodolfo, compañero del Club Deportivo al que pertenezco, nos comentó a varias personas que hace dos años construyó una casa para vacacionar con su familia en un fraccionamiento residencial en Huatulco, Oaxaca; un amigo suyo edificó otra casa al lado de la de él. Ha viajado con poca frecuencia a su casa de Huatulco, hace tres semanas fue a su casa sin embargo le llamó la atención que en la misma cuadra de su casa había una edificación de varios pisos sin ventanas y con muchos medidores de luz, daba la apariencia de una torre. Un día vio al propietario de la torre que discutía con una persona, aparentemente el arquitecto de esta última, de repente sacó una pistola y lo baleó en las piernas. Es posible que en la torre de referencia se procesen drogas.

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO MÉXICO

El “narco” tiene bloqueado un acceso de la calle; mi amigo y su vecino tienen que hacer un rodeo por otras calles para entrar a su casa. Obviamente Rodolfo y su vecino están atemorizados ante la presencia del narco en su calle y quieren vender sus propiedades a través de un tercero; el narco ofreció por ambas casas cuatro millones de pesos, cuando su valor comercial es de nueve millones. Rodolfo y su vecino finalmente se verán obligados a vender sus inmuebles, antes de que enfrenten un incidente mayor. Esta es una realidad que viven muchas familias en toda la República, ello a pesar de que el gobierno ha gastado más de 70 mil millones de dólares en la última década cuando el Presidente Felipe Calderón inició la lucha contra el narcotráfico.

En este contexto, el gobierno modernizó las estructuras de la Marina y el Ejército y reestructuró los cuerpos de policía, incluyendo la nueva Gendarmería; igualmente expandió las operaciones de inteligencia y las inversiones han permeado el sistema judicial.

La paz social en México se ha deteriorado sistemáticamente. En el más reciente informe del Instituto para la Economía y la Paz global se consigna que a nivel internacional México tuvo una calificación de 2.26 puntos, con lo que se colocó en la posición 140 de 163 países evaluados en el Índice de Paz Global 2017; que mide la incidencia de los delitos de alto impacto como el homicidio doloso o la delincuencia organizada, entre otros, así como el número de presos sin condena.

Analistas consideran que la lucha del gobierno contra las organizaciones criminales ha tenido resultados limitados en virtud de que la estrategia ha sido reactiva de contención y muy poco de prevención. Los noticieros radiofónicos y televisivos dan cuenta diariamente de un sinnúmero de muertes en enfrentamientos entre diferentes grupos de sicarios y de éstos con el Ejército y la Marina, de paso aumenta el número de víctimas colaterales. La saña de los homicidios es inaudita: decapitaciones, mutilaciones, torturas y diferentes actos de crueldad para ejecutar a las víctimas.

De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, en el primer cuatrimestre del 2017 se registraron 7,127 homicidios en el país, 5.3% más que en el 2011 que había sido el año más violento. El Estado de Guerrero ocupó el primer lugar con 739 casos, el Estado de México con 660 y Baja California con 556. En este ámbito, la Encuesta sobre Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado que realizó el Banco de México a finales de abril pasado, reveló que consideran que el principal factor que podría limitar el crecimiento de la economía de México en los próximos meses con los problemas de inseguridad pública.

Asesinato de Periodistas

El pasado 15 de mayo fue asesinado en Culiacán, Sinaloa, el periodista y escritor de 50 años, Javier Valdez Cárdenas (JVC), fundador del Semanario Digital Río Doce y corresponsal del periódico La Jornada y de la Agencia de Noticias AFP. El motivo del crimen, el ejercicio de la libre expresión que molestó a políticos y carteles de ese Estado.

Con JVC suman 6 los periodistas asesinados en México en lo que va del 2017; en el 2016 mataron a 11 y agredieron a 426; del 2000 a la fecha se han documentado a 104 periodistas asesinados. El crimen de JVC es una expresión más de la impunidad y la corrupción de policías y gobernantes; el gobierno no ha tenido la capacidad, ni el compromiso de aprehender a los criminales. Alrededor de 70 medios de comunicación radiofónicos, digitales, televisivos e impresos de México e internacionales, firmaron en días pasados un desplegado de “Basta ya” y han acusado al Gobierno Federal de haber fallado de manera sistemática en la protección de la libertad de expresión, en proveer seguridad a periodistas, a defensores de los derechos humanos y a activistas. Asimismo, otras voces en el extranjero, incluyendo a la ONU, han exigido al gobierno justicia y seguridad para los periodistas.

De acuerdo a la ONG Artículo 19, que toma su nombre del Artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos y que trabaja alrededor del mundo para promover el derecho a la libertad de expresión, casi todos los ataques a periodistas en México han quedado impunes; la mitad han sido cometidos por órdenes de funcionarios públicos o directamente por ellos. Asimismo, Reporteros Sin Fronteras, con sede en Paris y que trabaja en la promoción y defensa de la libertad de información y de ser informado, consigna que el 90.0% de las muertes de periodistas implica silenciar la voz que informa, documenta, denuncia y critica “todas las formas de poder, sea político, religioso, empresarial y de los poderes facticos como el poder criminal”. Reporteros sin Fronteras evalúa a México como el tercer país más peligroso del mundo para la prensa, en donde el número de periodistas asesinados sólo está detrás de Siria y Afganistán.

JVC fue autor de varios libros sobre seguridad y narcotráfico. Recientemente había publicado un libro “Narcoperiodismo” en el que narra el drama de los periodistas que no se callan ante el narco y cómo este había infiltrado a los medios. En octubre del 2011 el Comité Para la Protección de Periodistas le otorgó el Premio Internacional de la Libertad de Prensa “por su valiente cobertura del narco y ponerle nombre y rostro a las víctimas”.

Cordero de Dios

Hace un mes vi la película “Cordero de Dios”, una producción de Francia y Polonia del 2016, dirigida por Anne Fontaine, basada en hechos reales, que cuenta la historia de un grupo de monjas polacas que al final de la Segunda Guerra Mundial, invierno de 1945, soldados del Ejército Ruso entran en su convento y son violadas; muchas de ellas quedan embarazadas y se enfrentan a dilemas como el hecho de amar o no a un hijo que no deseaban. La cinta se rodó en un poblado próximo a Varsovia, la capital de Polonia, que debido a la Guerra Fría, quedó completamente abandonado.

La historia de “Cordero de Dios” se basó en hechos reales que la directora leyó en un diario escrito por una doctora francesa que atendió a las monjas embarazadas, empero, “se dio la libertad de utilizar la ficción para crear los distintos personajes que aparecen en la película”.

En mi opinión, la película critica a la Iglesia Católica a través de las monjas, quienes se niegan a pedir ayuda a la población polaca y mantienen en secreto su embarazo para no ser consideradas como pecadoras a pesar de que fue involuntario, fruto de una violación; los polacos de siempre han sido católicos dogmáticos que no justificarían su embarazo involuntario; asimismo, las monjas no pueden pedir ayuda porque se convertirían en una desgracia y una deshonra para sus familias. “Las monjas dudan de su fe, ya que se sienten dejadas por la mano de Dios, pues han sido destrozadas en sus convicciones más profundas”.

Por otra parte, el naciente gobierno comunista de Polonia, a sabiendas de lo ocurrido en el convento, se desentiende del problema de las monjas. Al mismo tiempo está el humanismo de una doctora francesa atea que escribió el diario, y que arriesgó la vida para ayudar a las monjas. Ciertamente, la directora de la película consigna que la doctora francesa desobedece a su jefe para tomar el riesgo de atravesar el bosque y poder llegar al convento, mientras que por otro lado una de las monjas desobedece a la Madre Superiora para ir en busca de ayuda a una de las hermanas que está a punto de morir en el parto. Por lo demás, ironías de la vida, un médico judío de la Cruz Roja, arriesgando también su vida, se une a la “cruzada” de la doctora.

“Anne Fontane consigue un relato apabullante, sobre la camaradería femenina y profesional, sobre las convicciones, la religión, la moral y sobre los horrores de la guerra”.