IRVING GATELL PARA AGENCIA DE NOTICIAS ENLACE JUDÍO MÉXICO – El próximo jueves 8 de Junio a las 19:00 horas, el Club de los Industriales (Ciudad de México) será la sede para el debut de un proyecto musical de la mayor importancia en todo sentido.

En pocas palabras, se trata de empezar a tocar en México las obras de todos los autores que fueron silenciados por el Nazismo, bajo el pretexto de que el suyo era un “arte degenerado”. El origen del término proviene de una exposición organizada por los nazis en 1937 en Munich, en la que presentaron (con un acomodo caótico) una gran cantidad de obras pictóricas modernas, intentando enfatizar su “fealdad” así como los elevados precios con los que se cotizaban en el mercado.

Poco a poco, los estilos vanguardistas en la pintura comenzaron a ser prohibidos: Dadaísmo, Cubismo, Expresionismo, Impresionismo y Surrealismo fueron los más característicamente perseguidos. De allí, se pasó de inmediato a la censura de diversos autores de máxima importancia, como Chagall, Ernst, Kandinsky, o Münch.

Pronto, la música y el teatro también se vieron afectados. A los artistas señalados por la maquinaria de propaganda nazi –naturalmente, la mayoría de ellos eran judíos– se les empezó a relegar en todo sentido: fueron separados de sus trabajos, expulsados de las escuelas donde fueran maestros o directivos, prohibidos en las galerías, teatros o salas de concierto, y finalmente perseguidos e internados en ghettos o campos de concentración. Muchos de ellos murieron en el exterminio masivo que significó el Holocausto; los más afortunados lograron huir hacia Estados Unidos, Inglaterra o la ex-Unión Soviética.

Esta agresión sistemática y directa contra la actividad cultural provocó una ruptura de proporciones gigantescas en la evolución artística europea. Literalmente, le puso fin a un proceso de evolución que se remontaba mil años atrás.

Lo relevante es que fue una agresión contra la propia cultura europea, independientemente de que se tratara, aparentemente, de un ataque contra artistas judíos.

Me refiero a esto: la abrumadora mayoría de estos artistas, aunque judíos de origen, no estaban enfocando su actividad creativa en términos “judaicos”, sino como parte de la tradición cultural y académica europea.

Acaso uno de los mejores ejemplos sea el compositor Franz Schreker (1878-1934). Fue hijo de un fotógrafo judío y de una mujer de la aristocracia austríaca. Hacia 1930, se había consolidado como el más importante compositor alemán, y su prestigio estaba muy por encima del de Richard Strauss (1864-1949).

Su música no tiene absolutamente nada de judía. Es, por definición, un compositor alemán, un hijo total de los conservatorios alemanes de su tiempo. Pero eso no le importó al Nazismo: su prejuicio se impuso y Schreker fue eventualmente aislado de la vida musical alemana. Enfermo y deprimido, murió prematuramente en 1934, acaso como un presagio ominoso de la catástrofe que estaba por venirse a toda Europa.

En términos llanos y contundentes, la persecución del “arte degenerado” fue un suicidio cultural europeo.

Junto con Franz Schreker, hay una gran cantidad de compositores que seguramente son desconocidos por la abrumadora mayoría del público: Pavel Haas, Walter Braunfels, Hanns Eisler, Veniamin Fleishman, Hans Gal, Berthold Goldschmidt, Karl Amadeus Hartman, Jaroslav Jezek, Vitezslava Kapralova, Gidon Klein, Erich Wolfgang Korngold, Hans Krasa, Ernst Krenek, Bohuslav Martina, Franz Reizenstein, Erwin Schulhoff, Matyas Seiber, Marcel Tyberg, Viktor Ullman, Kurt Weill, Mieczyslav Weinberg, Jaromir Weinberger, Eric Zeist o Alexander Zemlinsky.

Otros pueden resultarles más familiares a los melómanos, pero tal vez no sepan que también fueron censurados por el Nazismo, aunque no vivieran en Europa en ese momento. La obsesión por “purificar” el arte llevó a los jerarcas hitlerianos a proscribir la música de compositores de otros países (generalmente judíos), o de otras épocas.

De este modo, compositores como Arnold Schönber, Darius Milhaud y George Gershwin también fueron declarados “degenerados”, y compositores ya fallecidos como Gustav Mahler, Henryk Wieniawsky o Félix Mendelssohn también.

Compositores no judíos que también corrieron con esta suerte fueron Sergei Prokofiev, Igor Stravinksy, Scott Joplin o Duke Ellington.

El puro concepto de “música silenciada” (también traducido como “música suprimida”, y directamente vinculado con el de “arte degenerado”) nos remite a uno de los momentos más oscuros en la Historia de la Humanidad, y a una de las más deleznables formas de desprecio del ser humano por el ser humano. Es una expresión de lo más bajo, irracional y sin sentido de lo que hemos sido capaces como humanidad.

Por eso, recuperar la voz de estos compositores resulta doblemente urgente: no sólo es devolverle la vida a aquellos que el Nazismo quiso destruir, sino que también se convierte en una abierta protesta contra la xenofobia, la intolerancia y la violencia que otra vez, a casi cien años de la Primera Guerra Mundial, vuelven a amenazarnos en muchos lugares del mundo.

Probablemente no exista un puente más puro y eficaz para hermanar a la humanidad que la música. Cada país, cada cultura, cada nación, cada tradición, ha desarrollado diferentes tipos de música, pero siempre con el objetivo de expresar los mismos sentimientos: belleza, ternura, admiración, drama, tristeza, melancolía, esperanza, dolor. Y todo eso lo siente igual cualquier persona, en cualquier momento, en cualquier lugar.

Por eso la música es un lenguaje universal que, en realidad, es patrimonio de todos los seres humanos. Las diferencias estilísticas pueden ser el forro externo que permita que uno seleccione conforme a sus preferencias. Pero la experiencia humana es la misma.

De allí la relevancia de recuperar esta sonoridad perseguida, este arte que casi fue destruido y silenciado por el régimen criminal más brutal de la Historia.

Al regresarla a las salas de concierto, confirmamos la derrota de la intolerancia y el odio.

Este jueves iniciamos con la presentación del proyecto, en un concierto cuyo cupo (afortunadamente por una parte, lamentablemente por la otra) ya está lleno, y no nos es posible ofrecer más entradas.

Pero muchos momentos del evento serán compartidos en nuestras redes sociales, y por supuesto se hará una grabación profesional para que quede registro de cada detalle de este trabajo.

El programa estará integrado por las siguientes obras: Variaciones concertantes para Cello y Piano op. 17, de Félix Mendelssohn; Meditación Hebraica (Cello y Piano), de Ernest Bloch; Andantino Pastorale, de Matyas Seiber; Blues and Variations for Monk, de David Amram; Preludio para Piano no. 2 en Do Sostenido Menor, de George Gershwin; Legende op. 17, y Scherzo-Tarantella, de Henryk Wieniawsky; Melodía Hebrea, de Joseph Achron; y cerraremos con Der Wind, de Franz Schreker.

La ejecución estará a cargo de destacadísimos músicos de primer nivel: Adrián Justus (violín), Asaf Kolerstein (Violoncello), Jeffrey Rogers (Corno Francés), Eleonor Weingarten (Clarinete), y Jozef Olechowski (Piano).

Por supuesto, se agradace sinceramente el apoyo recibido por parte del Lic. José Carral Escalante y del Club de Industriales, que generosamente han decidido apoyar el proyecto y ser la sede de su presentación.

La preparación de todos los detalles del evento estuvo a cargo de un equipo de trabajo integrado por Robert Schwendeman, Maty Braverman, Sergio Bringas, Víctor Achar, Raquel Zaidman e Irving Gatell.

Y, por supuesto, la cobertura periodística estará a cargo de Enlace Judío, que junto con otras instituciones como el Centro de Documentación e Investigación Judío de México, ORT y la Kehilá Ashkenazí de México, han dado un valioso apoyo para que este sueño se vuelva realidad. En su momento debido y en el programa de mano del concierto, se expresarán los agradecimientos a los generosos donantes y las empresas que también quisieron apoyar este trabajo.

Finalmente, hay que destacar que en un singular gesto que simbolizará perfectamente la manera en la que la música reconcilia y une al ser humano, en el evento se contará con la presencia de Jonathan Peled, Excelentísimo Embajador de Israel en México, y de Viktor Elbling, Excelentísimo Embajador de Alemania en México.

Los milagros suceden. Y a veces, sólo basta con acercarnos a la música para que empiecen a suceder.

Si a usted le interesa estar al pendiente de las grabaciones y reportes del concierto, del anuncio de nuestros futuros eventos, y de todo lo que poco a poco se publicará para dar a conocer más de la Música Silenciada, búsquenos en nuestro sitio web www.musicasilenciada.org, y en nuestra página de Facebook.