ARI VOLOVICH

Enlace Judío México- Para poder alcanzar una definición más puntual de la literatura judía, tendríamos que reunir las siguientes características: toda obra escrita por judíos sobre temas judíos, o bien, cualquier trabajo literario escrito en lenguas judías (entiéndase: en hebreo, yidish o ladino).

El  yidish (su traducción literal significa “judío”): Idioma que se originó en Alemania medieval y que se extendió a través de  Europa Central y  Europa del Este,  hasta llegar a América y otros destinos de migración judía. Gran parte de su sintaxis y de su léxico proviene del alemán, aunque también se vio influenciada por las lenguas eslavas, por el hebreo y el arameo, con adiciones de otras lenguas locales. La ortografía del yidish utiliza los caracteres del alfabeto hebreo. Aunque este idioma aún se conserva por ciertas fracciones de la comunidad asquenazí (los judíos descendientes de las zonas mencionadas) alrededor del mundo, quienes actualmente la mantienen en vigor son principalmente los judíos ultra-ortodoxos asquenazíes que consideran el hebreo como una lengua sagrada que, por ende, sólo debe de ser empleada en las plegarias, o para  el estudio de la Torá.

El ladino (también conocido como judeoespañol o djudezmo): Idioma hablado por los judíos sefardíes (Sfarád significa “España” en hebreo) quienes habitaron la Península Ibérica hasta su expulsión en 1492 por órdenes de Isabel I de Castilla (Isabel la Católica). El ladino es un derivado directo del castellano medieval y hoy en día incluye rasgos de otras lenguas de los países en los que los judíos se establecieron después de su expulsión de España —como lo son Turquía, Grecia, etcétera— además del hebreo.

Si partimos del entendimiento de que tanto la Torá (el Pentateuco) como el Talmud (interpretación de la Torá que abarca siglos de discusiones rabínicas enfocadas principalmente a las tradiciones, las costumbres, las historias, las leyendas y las leyes judías) se nutren de distintas fuentes literarias, bien podría decirse que la antología es la forma más representativa y antigua de la literatura judía.

Salvo la producción literaria de los judíos andalusíes quienes se asimilaron a la cultura árabe dominante de la Península Ibérica del siglo X (la denominada literatura hispanohebrea), entre la cual destaca la obra del médico, filósofo y poeta Yehudah Halevi, y algunas notables excepciones como lo fueron las aportaciones de Moshé ben Maimón (mejor conocido como Maimónides) a la filosofía medieval, o del mismísimo Baruch Spinoza (quien es considerado uno de los grandes filósofos racionalistas del siglo XVII); antiguamente el pensamiento judío estaba consagrado principalmente a temas estrictamente religiosos, tomando en cuenta que los textos pertenecientes a la corriente mística de la Kabala como lo es el Zohar (resplandor), entre otros, no se desprenden del referido contexto.

No obstante, durante el siglo XVIII surgió el movimiento de La Haskalá (El Iluminismo Judío) que jugó un papel crucial en el consecuente auge y expansión del pensamiento judío en general, así como en la literatura judía secular en particular. Los padres intelectuales del movimiento de La Haskalá (“educación” en hebreo) fueron el filósofo judeo-alemán Moses Mendelssohn (1729-1786),  su compatriota, el traductor y escritor Aaron Halle-Wolfssohn (1754-1835) y el escritor judeo-austriaco Joseph Perl (1773-1839). Este movimiento responde a la creciente urgencia de integración —la cual les había sido negada a los judíos por medio de la segregación étnico-cultural, largamente impuesta por los gobernantes en turno— y acceso al conocimiento universal que la población judía fue acumulando durante siglos. Dicha integración suponía, naturalmente, un conflicto con el apego a las formas tradicionales de la religión al encauzar el intelecto hacia una corriente  universalista, racionalista y secular. Mucho le debe la literatura judía —al igual que todas las formas de expresión intelectuales y artísticas— a este movimiento. Gran parte de la literatura judía contemporánea comprende a autores que relatan la vida cotidiana de sus comunidades en diversas partes del mundo, sus conflictos, relaciones, movimientos políticos, transformaciones y migraciones. También existen textos sobre el pensamiento y las costumbres judías. A la vez, es importante mencionar la atención que recibe el Estado de Israel a partir del nacimiento del movimiento sionista.

Dentro del marco de los parámetros que definen a la literatura judía, como se menciona al inicio, podríamos postular —no sin antes asumir el riesgo de exclusión que se corre siempre que se despliega una letanía de esta índole— a las siguientes plumas como las grandes exponentes de la literatura judía moderna: Sholem Aleichem, A. B. Yehoshúa, Y. L. Peretz, Hayim Nahman Bialik, Theodor Herzl, Saúl Tchernijovsky, Méndele Mojer Sforim, Amos Oz, David Grossman, Meir Shalev, Martin Buber, Aharon Appelfeld, Shulamit Hareven, Eli Amir, Zvi Greenberg, Yehuda Amijai, Nathan Alterman, S. Izhar, Shmuel Yosef “Shai” Agnon, Sami Michael, Anita Diamant, Sholem Asch, Phillip Roth, Nelly Sachs, Saúl Bellow, Stefan Zweig, Howard Fast, Leon Uris, Bernard Malamud, Yoram Kaniuk, Primo Levi, Imre Kertész e Isaac Bashevis Singer.